Casi todo el mundo se preocupa por su salud más de lo normal en algunos periodos o en determinadas situaciones. Por ejemplo, los estudiantes de ciencias de la salud a menudo piensan que podrían tener esa enfermedad que les acaban de explicar en clase. O cuando alguien escucha noticias sobre una enfermedad, acostumbra a escanear el cuerpo para ver si las sensaciones cuadran con la enfermedad.
El problema empieza cuando alguien se preocupa mucho tiempo, en muchas situaciones y la preocupación causa dificultades importantes en el día a día. Son las personas con hipocondría o, como ahora suele llamarse, que tienen un trastorno de ansiedad por enfermedad.
La persona con un trastorno de ansiedad por enfermedad interpreta como señal de enfermedad grave sensaciones físicas que no son patológicas. Piensa que está enfermando o que ya está enferma y permanece en constante alerta ante estas sensaciones. Además, a menudo, no se calma cuando el profesional de la salud la intenta tranquilizar. De aquí suelen venir las consultas repetidas a los profesionales y la búsqueda de información compulsiva sobre salud y enfermedades. Todo esto, habitualmente acompañado de la percepción de que la enfermedad temida avanza y que los profesionales no le hacen suficiente caso.
En un estudio reciente en población sueca se ha observado que las personas con hipocondría tienen un riesgo aumentado de morir por causas naturales y causas no naturales, como por ejemplo el suicidio, en comparación con las personas sin hipocondría. No se sabe por qué, pero es posible que el estrés crónico asociado con la misma hipocondría provoque cambios fisiológicos (inmunológicos, por ejemplo) que, a la larga, aumenten la probabilidad de tener más enfermedades. Esto parece indicar que la preocupación y alerta excesiva que las personas con este problema tienen no consigue el objetivo de enfermar menos.
Un trastorno diagnosticado
La hipocondría o trastorno de ansiedad por enfermedad puede afectar hasta a un 2-3% de la población general. Asimismo, parece que se detecta y diagnostica menos que otros trastornos mentales, lo que hace que quien lo tiene pocas veces reciba un tratamiento especializado.
Los profesionales recomiendan a aquellas personas que tienen síntomas de hipocondría que consulten su caso con el especialista, ya que actualmente existen intervenciones eficaces para ayudarlas. La terapia cognitiva-conductual, una forma de tratamiento psicológico en que la persona aprende maneras alternativas de valorar y afrontar sus sensaciones temidas, es uno de los tratamientos más útiles.
No obstante, no es fácil encontrar profesionales especializados en este tipo de terapia. Los tratamientos con fármacos, llamados inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina, también pueden ayudar. Además, son generalmente más accesibles que la terapia cognitiva-conductual.
Información documentada por:
Dr. Miquel A. Fullana, especialista en psicología clínica del Servicio de Psiquiatría y Psicología del hospital Clínic Barcelona.