El estudio, coordinado por el Dr. Eduard Vieta, Jefe del Servicio de Psiquiatría del Clínic y de la Unidad de Trastornos Bipolares y Depresivos del Clínic-IDIBAPS, y por el Dr. Miquel Bernardo, consultor sénior de la Unidad de Esquizofrenia y jefe del grupo de investigación en Esquizofrenia del IDIBAPS, es el resultado del análisis de los primeros datos del proyecto Barcelona Resilience Survey for Mental Health COVID-19 (BRIS-MHC), un estudio longitudinal planteado para evaluar el impacto del confinamiento y la pandemia COVID-19 en personas con o sin un trastorno mental.
En el estudio los autores describen los resultados de una encuesta realizada durante el primer confinamiento y el inicio del estado de alarma en España. Se compararon los resultados de 413 personas sin trastorno psiquiátrico y de 206 que reportaron tener el diagnóstico de un trastorno mental.
Las personas sanas informaron utilizar más estrategias de afrontamiento saludables para lidiar con el confinamiento comparado con las personas diagnosticadas con un trastorno psiquiátrico como, por ejemplo, seguir una rutina, mantener una dieta saludable, practicar ejercicio físico o hablar con familiares y amigos. También reportaron menor sintomatología ansiosa y depresiva, así como menos cambios en la calidad del sueño y en el consumo de tabaco.
Cuando los autores analizaron posibles diferencias entre distintos trastornos psiquiátricos, las personas con trastornos de ansiedad y/o depresión parecían afrontar peor la situación de pandemia comparado con aquellas con un trastorno mental severo como el trastorno bipolar o la esquizofrenia. El primer grupo presentaba un mayor malestar psicológico, más alteraciones en el sueño, informaron haber sufrido más situaciones desagradables durante el confinamiento y mantenían expectativas más negativas hacia el futuro.
La evidencia científica señala que las personas con un trastorno mental suelen presentar mayores dificultades para afrontar situaciones estresantes, como la que se vive en la actualidad, e incrementa, en consecuencia, el riesgo de recaída. A pesar de que los autores no detectaron diferencias entre grupos en variables directas como el número de visitas a urgencias psiquiátricas, número de ingresos hospitalarios o tentativas suicidas, comentan que “actualmente hay bastante evidencia de que la pandemia de la COVID-19 impacta en la salud mental de una gran parte de la población, por lo que el seguimiento longitudinal y el estudio de otras variables relacionadas como el clima familiar, la resiliencia y la cognición nos proporcionarán más datos y ayudarán a comprender mejor las consecuencias de la situación de pandemia sobre la salud mental en la población general y, más específicamente, en nuestros pacientes”.
Este tipo de estudios son un primer paso para ayudarnos a comprender qué poblaciones pueden necesitar intervenciones psicoterapéuticas específicas para hacer frente a situaciones estresantes. Fortalecer la resiliencia de cada uno a través de la promoción de hábitos de vida saludables, mantener rutinas en la vida diaria, proporcionando pautas de higiene del sueño y técnicas de relajación, pueden ser herramientas útiles para afrontar esta situación.
Referencia del artículo:
Effects of the COVID-19 pandemic and lockdown in Spain: comparison between community controls and patients with a psychiatric disorder. Preliminary results from the BRIS-MHC STUDY.
Solé B, Verdolini N, Amoretti S, Montejo L, Rosa AR, Hogg B, García-Rizo C, Mezquida G, Bernardo M, Martínez-Aran A, Vieta E, Torrent C.
J Affect Disord. 2020 Nov 24;281:13-23. doi: 10.1016/j.jad.2020.11.099.