Los fármacos Inhibidores de la Bomba de Protones (IBP), entre los que se incluyen el omeprazol, lansoprazol, pantoprazol, rabeprazol y esomeprazol, se han convertido en el grupo de medicamentos más recetados en España. De hecho, se estima que una de cada diez personas toma un IBP diariamente en nuestro país. Sin embargo, y pese a ser uno de los tipos de fármacos más prescritos y usados, suelen cometerse errores a la hora de tomarlos que pueden ocasionar problemas de salud.
Los IBP actúan inhibiendo el ácido del estómago, pero su empleo debe limitarse a unas determinadas indicaciones médicas. Entre las indicaciones principales en su empleo ambulatorio se encuentra el tratamiento de la úlcera gástrica y duodenal, el síndrome de Zollinger-Ellison, durante la erradicación de la bacteria Helicobacter pylori, y en la enfermedad por reflujo gastroesofágico, entre otros.
Sin embargo, se calcula que en torno al 50-70% de los tratamientos con IBP son inadecuados en cuanto a la indicación, la dosificación o la duración del tratamiento. En este sentido, la duración y la indicación de los IBP debe ser revisada periódicamente por un facultativo. Además, se debe tener muy en cuenta la dosis que se toma. Solo en casos excepcionales se requiere empleo de IBP a dosis altas y generalmente las dosis estándar son las adecuadas, consiguiendo así minimizar posibles efectos secundarios.
Algunos errores comunes…
Uno de los errores más comunes es la administración del IBP con alimentos, ya que se reduce el efecto del fármaco. Los IBP deben tomarse en ayunas, idealmente al menos 30 minutos antes de la primera comida para conseguir el máximo efecto inhibiendo la mayoría de las bombas de protones.
En caso de que el médico plantee la retirada del IBP, hay que tener en cuenta que puede existir un efecto rebote de hipersecreción de ácido y un agravamiento temporal de los síntomas. Para evitar esta situación, la retirada debe ser gradual: reduciendo la dosis de IBP o aumentando el intervalo de la dosis pautada e incluyendo el empleo de antiácidos a demanda.
Actualmente, se habla mucho sobre los posibles efectos adversos de los IBP. Sin embargo, generalmente, los IBP son fármacos seguros con efectos adversos escasos y, en su mayoría, leves. Los más comunes son la cefalea, el estreñimiento, la diarrea, la dispepsia o las erupciones cutáneas.
Prescripción médica
Para potenciar su efectividad y disminuir los posibles efectos adversos, no se deben emplear los IBP sin prescripción médica. Existen posibles interacciones de los IBP con otros fármacos frecuentemente prescritos, como la levotiroxina, digoxina, benzodiacepinas, antirretrovirales, etc. Por este motivo, debe ser el profesional sanitario el que paute la toma e informe al paciente sobre las posibles interacciones farmacológicas.
En resumen, los IBP son fármacos muy seguros con pocos efectos adversos, en su mayoría infrecuentes y leves. No obstante, es esencial que los IBP sean prescritos por un médico y usados para las indicaciones establecidas. Además, hay que reevaluar su indicación periódicamente, teniendo en cuenta los riesgos y beneficios. En caso de que se considere la suspensión, hay que llevar a cabo una retirada escalonada y controlada.