La microbiota intestinal resiste ante tratamientos como la quimioterapia o la toma de antibióticos, y normalmente, después de una disrupción de este equilibrio, es capaz de volver a su estado normal pasado un tiempo. Sin embargo, si este desequilibrio no se restaura, es la oportunidad ideal para que algunos microorganismos patógenos oportunistas crezcan y puedan asentarse en el intestino y causar una infección. Ese es el caso de la infección por Clostridioides difficile, principal causante de diarrea infecciosa en pacientes hospitalizados en el mundo y con tasas de recurrencia del 20-30%. Para estos pacientes, una de las opciones terapéuticas que cada vez está cobrando más protagonismo para restaurar esta comunidad de microorganismos es el Trasplante de Microbiota Fecal (TMF).
¿Por qué es tan importante la microbiota intestinal?
La microbiota intestinal está formada por millones de microorganismos de más de 1.000 especies distintas. Este conjunto de microorganismos se adquiere desde el momento del nacimiento y evoluciona, modulándose con el estilo de vida de la persona, el entorno y la alimentación, siendo considerada como una segunda “huella dactilar”. Tiene funciones indispensables en el organismo, entre ellas, la degradación y obtención de nutrientes de la dieta. Es responsable de la producción de vitaminas y sustancias que intervienen en el metabolismo y además tiene un papel fundamental en la regulación del sistema inmune.
¿En qué consiste el Trasplante de Microbiota Fecal (TMF)?
Este procedimiento consiste en obtener la microbiota intestinal de un donante sano a partir de sus heces y transferirla al colon de un paciente para restaurarla. Este procedimiento se lleva a cabo generalmente mediante colonoscopia o sonda nasogástrica y se utilizan las heces de algún familiar o allegado del paciente, pero cada vez se orienta más hacia la administración oral por cápsulas y se utilizan las heces de donantes universales. Aunque pueda parecerlo, el TMF no es algo nuevo. Este procedimiento ya se utilizaba en el Siglo IV en China como tratamiento en casos graves de intoxicación alimentaria y diarreas y se conocía como “Sopa amarilla”. Está recogido en el primer manual de medicina chino llamado Zhou Hou Bei Ji Fang, por el sabio Ge Hong.
Actualmente, el TMF está reconocido en diferentes guías clínicas como un tratamiento de elección para la infección recurrente por C.difficile, con una eficacia superior al 90%. Además, hay más de 200 ensayos clínicos activos en todo el mundo que realizan estudios con el uso del TMF en diversas patologías. Desde enfermedades inflamatorias intestinales, infección urinaria, descolonización de bacterias multirresistentes, enfermedades metabólicas como la diabetes y la obesidad, enfermedades neurológicas y trastornos de conducta…
¿Qué limita el uso del Trasplante de Microbiota Fecal (TMF)?
La disponibilidad de tratamientos preparados para trasplante de heces depende del acceso a donantes de heces sanos que proporcionen estas muestras. Para ello, se realizan protocolos exhaustivos de cribado que garantizan la seguridad del paciente receptor y que reducen a una minoría el número de donantes válidos. Para solventar este problema han surgido los Bancos de Heces, instituciones que se encargan de seleccionar donantes sanos y almacenar tratamientos procesados que ponen a disposición de hospitales y centros de salud.
Por otro lado, hay falta de concienciación por parte de la población general sobre la donación de heces. No sólo no se ha hecho difusión, sino que además existe un tabú en nuestra sociedad alrededor de este tema que hace que no se presenten tantos potenciales donantes como en el caso de la donación de sangre. Por eso, hacer hincapié en la importancia de la microbiota intestinal y de su uso como tratamiento de tantas patologías puede hacer reflexionar a la población y conseguir que donar heces sea un acto altruista.
Autora: Andrea Aira Gómez, microbióloga e investigadora predoctoral del Servicio de Microbiología del Hospital Clínic de Barcelona.