El mayo de 2020 el Clínic abrió la primera consulta para pacientes con secuelas provocadas por la COVID-19. ¿Qué balance hacéis?
Durante estos meses hemos aprendido muchas cosas. Al principio, veíamos pacientes con los pulmones muy afectados y teníamos miedo de que estas secuelas acabaran provocando situaciones muy graves. Al principio estaba solo, pero al cabo de poco se incorporaron otros compañeros como el Dr. Oriol Sibila y la Dra. Nuria Albacar y hemos hecho un buen equipo. El número de pacientes que hemos visto desde el inicio que tienen alguna secuela pulmonar después de pasar la COVID-19 es muy elevado. Entre 400 y 500 pacientes nuevos en un año. Por ejemplo, el mes de mayo de 2020, cuando la primera oleada ya iba de bajada, hicimos 60 primeras visitas en una semana. ¡Fue una locura! En mayo de 2020, cuando la primera oleada ya iba de bajada, hicimos 60 primeras visitas en una semana. ¡Fue una locura!
¿Qué resultados habéis obtenido?
La mayoría de los pacientes con daños pulmonares se resuelven y pueden hacer una vida bastante normal al cabo de un tiempo. Pero los que tienen una limitación pulmonar grave es del 5% aproximadamente. Estos pacientes se ahogan, necesitan oxígeno y les tenemos que hacer un seguimiento constante. Tenemos pacientes que después de un año no se acaban de encontrar bien y esto es un tema que nos preocupa y todavía no sabemos cómo pueden evolucionar.
¿Qué perfil de pacientes veis en la consulta post COVID?
Hay gente de todas las edades, pero sí que es cierto que quizás nos encontremos más mujeres que hombres y, sobre todo, más gente de 50 años. La mayoría de los casos menores de 50 se resuelven bien y sin más complicaciones. Ya hemos visto que la gente mayor pasa peor la enfermedad y también vemos como ésta tiene más secuelas que la gente más joven.
Tenemos que diferenciar entre secuelas provocadas por la COVID-19 y la COVID persistente... ¿Cuál es la gran diferencia?
Las secuelas son las lesiones irreversibles del órgano y la COVID persistente es cuando aparecen síntomas sostenidos durante un largo periodo de tiempo. Nos encontramos pacientes que no han ingresado en el hospital por culpa de la COVID-19, pero continúan teniendo síntomas como la fatiga, sensación de ahogo... Cuando les hacemos una prueba de esfuerzo no vemos ninguna cosa grave. Estos pacientes tienen una buena capacidad pulmonar, pero no se acaban de encontrar bien del todo y tienen una sintomatología que antes no tenían. Esto es un misterio que todavía no hemos sabido abordar con éxito.
Hemos visto que la COVID-19 no solo afecta a los pulmones, sino a otros órganos como el hígado, corazón... ¿Cómo os coordináis para abordar estas secuelas?
Esta pandemia nos ha obligado a trabajar mucho más coordinados con otros colegas. Dentro del Hospital hemos creado una red de profesionales de diferentes disciplinas para coordinarnos para atender de la mejor manera posible los pacientes afectados por secuelas de la COVID-19. El abordaje de las secuelas no puede ser aislado en ningún caso.
¿Los pacientes como lo viven?
Sí que es cierto que hay sensación de frustración. Los pacientes van al médico, éste le dice que no tiene ninguna alteración, pero ellos no se encuentran bien. Estamos haciendo investigación para tener más información, pero es una realidad que tendremos que afrontar los próximos años. Estamos en una fase exploratoria, pero todavía no sabemos qué pasa exactamente con estos pacientes.
Luchar contra una nueva enfermedad también es un reto profesional nuevo...
Recuerdo que a principios de abril empezamos a ser conscientes de la afectación que podía hacer el virus. Por suerte, hemos aprendido muchas cosas de cómo afrontamos la enfermedad. Sabemos los tratamientos que funcionan durante el ingreso para evitar secuelas y los que no; sobre todo los corticoides. Por ejemplo, hemos aprendido que es muy importante hacer un tratamiento antiinflamatorio en el momento del ingreso para evitar problemas después.
El manejo de los pacientes ingresados en la UCI también ha cambiado. Sabemos mejor como tenemos que utilizar los flujos de ventilación de los pacientes, por ejemplo.... Por suerte, la mortalidad ha ido bajando y conocer algo mejor la enfermedad y aprender como teníamos que abordar los casos más complicados ha ayudado, sin ningún tipo de duda.
¿Las variantes del virus afectan en el tipo o intensidad de las secuelas?
Esta información todavía no la tenemos. No hay nada publicado todavía y será muy interesante disponer de esta información.
El gran reto es encontrar tratamiento que pueda curar la enfermedad. ¿Eres optimista?
El mejor tratamiento de la UCI es aquel que te evita entrar en la UCI. El primer paso es la prevención, y esto pasa por vacunar a todo el mundo. Falta aún un buen antivírico y los nuevos tratamientos todavía nos tienen que permitir parar la cadena inflamatoria que se genera a primeros de la enfermedad. Si hacemos un buen tratamiento al inicio de la enfermedad, mejor, porque cuando una vez el pulmón está afectado, entonces es cuando hablamos de fibrosis, que ya es imposible resolverlo. Tenemos que llegar a esta situación y no podemos llegar tarde porque si no, todo se complica más.
¿Haber estado en la UCI influye con el nivel de secuelas?
Absolutamente. Cuando más grave ha sido el paciente en un momento agudo, más probabilidades de daño en el pulmón. Cuando más grave ha sido el paciente en un momento agudo, más probabilidades de daño en el pulmón.
¿Y ahora qué pasará?
Parece que tendremos pacientes con la COVID-19 por mucho tiempo, lo cual quiere decir que seguiremos viendo pacientes con COVID-19 persistente y con secuelas. No sé cuántas oleadas tendremos próximamente, pero mientras la gente se siga infectando tendremos pacientes con lesiones a largo plazo y se tendrán que controlar y estudiar. Cada vez tenemos más información y, por tanto, de aquí un año, por ejemplo, lo estaremos haciendo mejor. ¡Seguro!
¿Y con las lesiones persistentes qué pasará?
Este es uno de los grandes retos. Con un año y medio de pandemia tenemos esta situación y estos síntomas, pero el gran reto es saber cómo estarán estos pacientes que ahora tienen secuelas y síntomas persistentes de aquí 10 o 15 años. Bien es verdad que no lo sabemos y todo ello nos puede llevar a un nuevo escenario totalmente desconocido. ¿Qué pasará con los pacientes que ahora tienen 60 años y tienen secuelas cuando tengan 70 o 75?
Todavía hay demasiados interrogantes para resolver, ¿no?
Es un reto científico mayúsculo y esto también motiva mucho. La investigación de esta enfermedad tiene un impacto muy directo con el paciente. Vamos paso a paso. El poder explicar y vivir la historia de esta enfermedad es un gran reto como profesional. Pero no todo es tan bonito: decir a los pacientes que, de momento, no le podemos ofrecer una solución tampoco es fácil y, hasta cierto punto, te genera frustración. Esta impotencia es uno los problemas que nos encontramos luchando contra esta enfermedad.