Dr. Alfons López-Soto: "Todo el hospital demostró una capacidad de organización, de generosidad y de entendimiento tremenda"
Entrevista al jefe de Servicio de Medicina Interna con motivo de los tres años del inicio de la pandemia, sobre cómo cambió la organización de todo el hospital y la de su servicio.
Desde 2008 es el jefe del Servicio de Medicina Interna del Clínic Barcelona. Este servicio incluye la sección de Geriatría, el Área de Vigilancia Intensiva (AVI) y la sección de la sede Plató.
Recuerdo que en ese momento no sabíamos prácticamente nada. Conocíamos lo que estaba ocurriendo en China, pero muy poco. Que comenzaban a haber casos en el norte de Italia. Y, de hecho, la primera persona que tuvimos con COVID-19 venía de allí, un caso muy leve al que aplicamos todos los protocolos que teníamos y estuvo aislada en un box del Área de Vigilancia Intensiva (AVI). Y todo esto, porque no sabíamos muy bien lo que sucedía. No nos adelantamos a lo que pasaría en marzo, ni mucho menos. En esos momentos parecía más una anécdota que el anuncio de una pandemia.
Como en todo el resto del hospital, pero para nosotros especialmente, tuvo un impacto importante, al igual que para el Servicio de Infecciones. Por la naturaleza de los internistas, puesto que somos el primer frente de batalla, por detrás de urgencias. La COVID-19 comenzó a subir en dos semanas de forma exponencial, muy rápidamente e íbamos cerrando las salas y convirtiéndolas para tratar a pacientes con COVID-19.
Todo el mundo respondió de una manera absolutamente espectacular y, a pesar del cansancio que suponía, la gente venía a trabajar, no diría contenta, pero venían con ganas. Venían con vocación de servicio, para ayudar a la gente.
Fue un terremoto impresionante que nos obligó en dos semanas a cambiar el chip absolutamente de lo que hacíamos y hacer frente a una enfermedad que en ese momento no conocíamos. Ni lo que era, ni cómo debíamos tratarla. La respuesta de los profesionales de todo el hospital y la de mi servicio también fue extraordinaria. La COVID-19 fue como una especie de desafío profesional.
Todo el mundo respondió. Todo el mundo significa médicos, residentes, enfermería, personal de administración, mantenimiento, infraestructuras... Todo el mundo respondió de una manera absolutamente espectacular y, a pesar del cansancio que suponía, la gente venía a trabajar, no diría contenta, pero venían con ganas. Venían con vocación de servicio, para ayudar a la gente. Y demostramos todos, todo el hospital, una capacidad de organización, de generosidad y de entendimiento tremenda.
Desde interna llegamos a llevar cinco salas, en las que había profesionales de todas las especialidades: nefrología, traumatología, oftalmología, dermatología, oncología, etc. Los bauticé como los equipos “multiétnicos”, en los que había una mezcla de profesionales y que funcionaron de forma excelente, con una organización muy buena y eficiente.
Hemos simplificado mucho los tratamientos porque hemos ido obteniendo evidencia de lo que iba bien y lo que no y que no aportaba valor.
En la primera oleada los protocolos de tratamiento eran muy cambiantes, en base a lo que iba apareciendo y lo que íbamos aprendiendo. Hemos simplificado mucho los tratamientos porque hemos ido obteniendo evidencia de lo que iba bien y lo que no y que no aportaba valor.
En cuanto al tratamiento, los antivirus nos han ayudado. Sin embargo, inicialmente eran de administración endovenosa, con lo que sólo lo podíamos administrar a nivel hospitalario o a nivel de hospitalización a domicilio. Ahora, la gran suerte es que tenemos también antivirales orales que son útiles y que, además, con una población que está mayoritariamente vacunada, nos ha ayudado mucho.
Ahora lo que damos a los pacientes que hacen complicaciones y que desarrollan la tormenta de citoquinas y tienen una afectación pulmonar muy importante –que por suerte son pocos–, son los fármacos antiinflamatorios (corticoides, Tocilizumab, barcitinib...). En aquellos pacientes que tengan riesgo, con otras comorbilidades o inmunodeprimidos, utilizamos precozmente antivirales como el paxlovid®, un antiviral oral, y en otros casos seleccionados seguimos dando remdesivir.
Si la enfermedad, como parece, se convierte en endémica como la gripe, los antivirales orales existentes y algunos más que se están desarrollando nos permitirán tratar de forma eficaz y precoz la enfermedad. Lo mismo que la revacunación anual para mantener la inmunidad.
Lo importante es que, gracias a que la población se ha vacunado mucho en nuestro país, y que además ha habido una tasa de infección elevada, tenemos una inmunidad importante a nivel de la sociedad que hace que los casos graves sean muy pocos.
Una de las cosas buenas que hemos hecho desde el hospital es el programa de vacunación para los profesionales, pero también, especialmente, para la población diana, la población inmunodeprimida. Pacientes con cáncer, enfermedades hematológicas, enfermedades autoinmunes, trasplantados, pacientes renales crónicos con diálisis, etc. Los hemos cuidado mucho y los hemos vacunado de forma proactiva y muy eficiente.
Hemos aprendido a dar una muy buena respuesta coordinada y que la multidisciplinariedad en la salud es lo más importante
Hemos aprendido a dar una muy buena respuesta coordinada y que la multidisciplinariedad en la salud es lo más importante. Que para que las cosas funcionen, todo el mundo debe participar. Aquí no hay protagonistas, debe haber profesionales que se coordinen. Yo creo que esto en el hospital lo aprendimos muy bien. En poco tiempo tuvimos que conocer una enfermedad vírica que nos ha traído de cabeza. Fuimos capaces de encontrar vacunas y fármacos eficientes y eficaces, que es un éxito de la ciencia y la sociedad en general.
Por otro lado, el mayor peaje de la pandemia ha sido la fatiga, especialmente psicológica, de los profesionales. Y lo cierto es que ha sido muy importante, más de lo que yo nunca hubiera llegado a imaginar en su momento, porque ha sido una pandemia muy larga. Era la sensación aquella en la que te daban un puñetazo, caías al suelo y te levantabas, pero inmediatamente te daban otro porque venía otra ola.
Posiblemente si tuviéramos una situación de pandemia, con las mismas características, con la gravedad que significó, los mecanismos de organización aprendidos perduran. Es como montar en bicicleta, los aplicaríamos de forma rápida. Hemos aprendido cosas y seríamos capaces de dar respuesta. Pero debemos dotar a la sanidad de más recursos y mejorar las condiciones laborales de los profesionales sanitarios.
Estamos en una situación de nueva normalidad y el comité de crisis deja de reunirse porque ya no tenemos el mismo volumen de pacientes ni salas monográficas dedicadas exclusivamente a la enfermedad. Tanto el Comité de crisis como el Comité operativo de COVID, donde estaban los jefes de servicio, jefes de instituto, etc., han sido muy útiles, especialmente en la primera ola. Han sido el ejemplo de la capacidad organizativa de este hospital, con una dirección médica que ha realizado un trabajo extraordinario.
Los internistas somos generalistas hospitalarios. Y con una situación en la que la población cada vez envejece más y que sobre todo tiene mucha comorbilidad, se requieren profesionales que sean capaces de cuidar al paciente en su conjunto y poder tratar y gestionar la coexistencia de diferentes enfermedades.
Aparte de la atención a los pacientes en consultas externas, en el hospital de día o a través de las Interconsultas en el resto de los servicios del hospital, una de las tareas cada vez más importante que hacemos es dar soporte a otras especialidades. Lo que en Estados Unidos se conoce como “médicos hospitalistas”. Lo hacemos en traumatología, donde tenemos una unidad de ortogeriatría desde 2012. Lo estamos haciendo desde 2020 en Oncología Médica, donde tenemos internistas que llevan a los pacientes hospitalizados de oncología, pacientes muy complejos y que hacen todo tipo de complicaciones. Éste es un modelo de colaboración muy eficiente que podríamos extenderlo a muchas otras especialidades. También somos la especialidad idónea para diagnosticar enfermedades raras y llevarlas o diagnosticar a aquellos pacientes que tienen síntomas muy inespecíficos y que después derivamos a la especialidad adecuada.
Nuestros especialistas participan en muchas tareas de docencia, tanto en el Grado como en el posgrado y en la formación de nuestros MIR y de los MIR de otras especialidades. La investigación es una parte muy importante y esto se traduce en una producción científica más que notable. De hecho, nuestro servicio ha sido nombrado reiteradamente como el segundo mejor servicio de Medicina Interna de España y primero de Cataluña por el monitor de Reputación Sanitaria.
En definitiva, el Clínic cuenta con un moderno Servicio de Medicina Interna, adaptado a un hospital de estas características, terciario y universitario. Intentamos hacerlo lo mejor posible a nivel asistencial, docente y de investigación.
Además del propio Servicio de Medicina Interna, en el hospital también hay internistas en el Servicio de Enfermedades Infecciosas y en el de Enfermedades Autoinmunes Sistémicas. Esto es una singularidad de nuestro hospital.
Nuestra sección de geriatría tiene especialistas de medicina interna y también de geriatría. Son especialidades muy cercanas y, si se complementan bien, todo el mundo gana.
En 1997 pusimos en marcha el primer dispositivo de atención a las personas mayores o de atención geriátrica que fue la UFISS de Geriatría. Su objetivo era el de identificar a los pacientes grandes complejos y planificar su alta en aquellos que no podían ir a domicilio y requerían un recurso sociosanitario.
Desde entonces, hemos desarrollado otros dispositivos. La unidad de geriatría de agudos, una consulta específica ambulatoria para pacientes geriátricos, los cuidados paliativos dirigidos tanto al paciente oncológico como al que tiene una enfermedad no oncológica crónica avanzada. Últimamente, hemos desarrollado un hospital de día para atender al paciente crónico complejo. También colaboramos con la hospitalización a domicilio, que cada vez atiende más a pacientes con estas características.
Nuestra sección de geriatría cuenta con especialistas en medicina interna y también de geriatría. Son especialidades muy cercanas y que, si se complementan bien, todo el mundo gana. Interna es una especialidad que sabe tratar muy bien al paciente agudo y, la geriatría, sabe atender muy bien al paciente en su conjunto en los diferentes niveles asistenciales. Y si somos capaces, o por lo menos nosotros lo intentamos, de que una se beneficie de la otra con sus competencias, al final quién mejora es el paciente.