Vivir con Tumor de Parótida

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Tras el tratamiento, el paciente sigue un plan de visitas regulares con el equipo médico para monitorizar la recuperación y buscar signos de recurrencia. Esto puede incluir pruebas de imagen y exámenes clínicos. 

Repercusiones de la extirpación de la glándula de parótida

Las repercusiones posteriores a la intervención quirúrgica de parótida o de la radioterapia pueden ser estéticas y funcionales. 

Secuelas estéticas

secuelas estéticas o cicatrices en la cara

La parótida es una glándula blanda, poco palpable en condiciones normales. Cuando ésta se extirpa queda una zona vacía, chupada entre la mandíbula y el músculo esternocleidomastoidal (músculo grande y fácil de palpar en la parte anterior y lateral del cuello) que puede resultar bastante evidente. Además, la incisión deja una cicatriz visible en el cuello.

Secuelas funcionales

Pérdida de sensibilidad

Pérdida de sensibilidad en la piel. Es una secuela inevitable en la cirugía de parótida porque las ramas distales del nervio, encargadas de controlar los músculos que nos permiten sonreír, fruncir las cejas o realizar gestos faciales, deben ser seccionadas para poder acceder a la parótida. Esto provoca una sensación de adormecimiento, similar a cuando ponen anestesia local, en la parte inferior de la oreja. Sin embargo, la movilidad de la cara no se altera porque depende del nervio facial, que se intenta que no pierda su funcionalidad en aquellas cirugías donde no es necesaria su extirpación. Esta sensación disminuye con el paso del tiempo, aunque no desaparece del todo. En ocasiones, y dependiendo de la anatomía del nervio, es posible conservar alguna rama del nervio para mantener la sensibilidad de la oreja. 

Síndrome de Frey, sudoración gustativa o síndrome auriculotemporal

Síndrome de Frey, sudoración gustativa o síndrome auriculotemporal. Es una complicación relativamente frecuente (20-60%) que suele aparecer a los meses o incluso al año de una extirpación (parotidectomía). Este síndrome consiste en experimentar enrojecimiento o sudoración en la parte justo delante de la oreja cuando se estimula la salivación; es decir, cuando el paciente come, observa o piensa en la comida. Esto ocurre porque cuando el cerebro emite el orden para que la parótida produzca saliva, al no tener la glándula, esta señal llega a las glándulas sudoríparas de la piel.   

En estos casos, la inyección intradérmica de toxina botulínica es un método efectivo para controlar los síntomas de sudoración y enrojecimiento. 

Inflamación de la boca

Sialocele y seroma. Son quistes compuestos de saliva (sialocele) o suero (seroma) que se acumulan bajo la piel en el postoperatorio inmediato como una masa blanda y no dolorosa. El tratamiento consiste en evacuar el líquido mediante una punción y aplicar después un vendaje compresivo.

Fístula salival

Fístula salival. Consiste en la salida de saliva a través de la herida en el postoperatorio inmediato. Es una complicación poco frecuente que aparece aproximadamente en un 3% de los pacientes con extirpación de una parte de la parótida y que, en la mayoría de los casos, desaparece a las pocas semanas. 

Neuroma del nervio auricular mayor

Neuroma del nervio auricular mayor. Cuando el nervio auricular (que se encuentra detrás de la oreja) crece de forma anormal, forma una masa o un bulto (neuroma) que se hace doloroso a la presión. El tratamiento en este caso consiste en extirpar el neuroma que, además, permite descartar una aparición del tumor original. 

Persona con parálisis facial

Parálisis facial secundaria en la lesión del nervio facial. Es la complicación más importante que puede darse en una cirugía de parótida. En estos casos, la experiencia del especialista en cirugía es fundamental para extirpar la parótida por la complejidad de tener que identificar y preservar todas las ramas del nervio facial y evitar la parálisis. 

En este caso pueden aparecer dos tipos de parálisis facial:   

  • Parálisis facial transitoria. Estos tipos de lesiones son más frecuentes en extirpaciones totales de la glándula de parótida, y el tiempo de recuperación varía siendo la recuperación gradual. Con o sin tratamiento, la mayoría de los pacientes comienzan a mejorar a las 2-3 semanas del inicio de los síntomas llegando a la máxima recuperación a los 3-6 meses. 

  • Parálisis permanente. En algunos casos, los síntomas pueden durar más tiempo. La extensión del daño del nervio determina el alcance de la recuperación y los síntomas pueden no desaparecer por completo y quedar un cierto grado de esta parálisis. Esta secuela es menos frecuente en tumores benignos. 

Información documentada por:

Francisco Javier Cuesta
Sandra Vázquez

Publicado: 9 de mayo del 2024
Actualizado: 9 de mayo del 2024

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