Sonia Riera: “La prescripción enfermera nos da más reconocimiento: no solo a nivel legal, sino también social”
Entrevista a Sonia Riera, enfermera de práctica avanzada en heridas crónicas complejas y una de las primeras enfermeras del Clínic a obtener la prescripción enfermera. Con ella hablamos sobre el adelanto que ha supuesto esta autorización y las ventajas que tiene.
La prescripción enfermera, un asunto largamente reivindicado por el colectivo de enfermería, comenzó a aplicarse en el Clínic el 31 de enero de 2022. El grupo piloto lo formaron 15 enfermeras, la mayoría de práctica avanzada y con un rol autónomo. Actualmente, hay 1946 en el hospital y 793 han solicitado el trámite de certificación digital. De éstas, 417 ya están prescribiendo.
Hace mucho que se reivindicaba la regularización de manera oficial, porque prescribir hace tiempo que lo hacemos. Cuando una enfermera trata un paciente, como cualquier otro profesional de la salud, primero le hace una valoración y después planifica el tratamiento o las curas que cree que le hacen falta. De esto se dice prescripción y desde siempre que hemos estado autorizadas para hacerla siguiendo nuestro juicio clínico. Pero hasta que no se aprobó la prescripción enfermera nos faltaba un paso para completar todo el proceso. Además era un trámite administrativo porque no estábamos autorizadas a ejecutar la orden de receta. Y si faltaba este punto, era como no darle la categoría o la importancia a nuestra profesión. Que creo que es súper importante.
"No poder acabar haciendo el trámite burocrático de una receta es como no poder culminar tu trabajo: dejas al paciente a medias y tienes que molestar a otro profesional que sí que puede hacerlo, en este caso el médico".
No poder acabar haciendo el trámite burocrático de una receta es como no poder culminar tu trabajo: dejas al paciente a medias y tienes que molestar a otro profesional que sí que puede hacerlo, en este caso el médico. Una situación muy típica era que te encontrabas con un paciente con un resfriado común y no le podías ni recetar un paracetamol cuando ya sabías perfectamente que era el que le convenía. Le tenías que decir: "espérese un momento, ya sé qué necesita, pero tengo que ir aquí al lado a que el médico me firme la receta". Y no era coherente. Recuerdo que a veces acababa la consulta con todo de notas de recetas pendientes de validar por un médico. Y el otro profesional también pensaba que hacer esto no era su trabajo.
Las enfermeras de práctica avanzada en heridas como yo nos formamos muchísimo en heridas y, por tanto, nos movemos en unos niveles de evidencia científica mucho más actualizados que otra gente que no está todo el día con este tipo de pacientes. Con el rol autónomo que tengo aquí a la consulta, hago una valoración, una planificación, prescribo o indico o recomiendo un tratamiento y ahora, por fin, no tengo que ir detrás de un médico porque me extienda la receta del paciente. Con todo el que esto comporta porque si tú le dices "ya le haremos la receta" puede quedarse colgado porque no encuentres ningún médico disponible. Porque mi consulta no es conjunta: al ser autónoma no cuelga de nadie. ¿Y qué tengo que hacer? Buscar un médico que le haga una visita virtual por solo prescribir un tratamiento que ellos saben perfectamente que yo estoy indicando correctamente porque son la que más competencia tiene en este tipo de paciente.
"En el mundo sanitario se habla mucho de sostenibilidad, de aprovechar recursos, pero a mí me gusta más hablar de subsidiariedad: quiere decir que el profesional que está más cerca del problema sea quién lo acaba resolviendo2.
Ahorra tiempo y dinero al sistema de salud. Tiempo porque el paciente no tiene que estar pendiente de cuánto le sale la receta, tú porque puedes trabajar más rápida y eficazmente porque no tienes que estar pendiente que una tercera persona te acabe el trámite. Y por otro lado, hay los recursos: si yo soy la que está más formada en heridas, soy la más especializada. Y como tal, mis tratamientos siempre ahorrarán recursos porque serán más eficaces. En el mundo sanitario se habla mucho de sostenibilidad, de aprovechar recursos, pero a mí me gusta más hablar de subsidiariedad: quiere decir que el profesional que está más cerca del problema sea quién lo acaba resolviendo.
El grupo piloto lo formamos un grupo de profesionales que la Dirección de Enfermería creía que teníamos más asiduidad de prescribir. Éramos 15 o 20 personas, sobre todo enfermeras de rol avanzado y que tuvieran consulta externa, con un perfil muy autónomo. Se priorizó la necesidad.
Primero teníamos que estar acreditadas como enfermeras prescriptoras, un trámite que se hace desde Colegio Oficial de Enfermería. Una vez estás acreditado lo comunicas a tu proveedor, que es el centro donde trabajas y en nuestro caso el Hospital Clínic. Ellos piden la tarjeta electrónica que se pone a los terminales para poder empezar a hacer el trabajo y nos hicieron una sesión formativa para aprender como funcionaba el programa.
La prueba piloto fue muy deprisa y fue muy fácil: como que todas las participantes habíamos ido detrás de médicos porque nos hicieran la receta, ya sabíamos cómo funcionaba el programa. Porque muchas veces cuando pides que te prescriban un producto, como por ejemplo un apósito, el facultativo a quien le pides no sabe ni de que le hablas. Por eso tienes que ir a su ordenador, con él, a mirar en el programa y buscar el apósito en concreto. Por eso ya conocíamos el programa por encima. Y con una sesión formativa ya pudimos empezar a operar.
417 ya están prescribiendo. La idea es que con el paso del tiempo todos los enfermeros y enfermeras tengan su tarjeta. Hoy por hoy tú la puedes pedir o no, según el campo donde estés. Quizás si estás en una planta de hospitalización y los pacientes que tratas no necesitan ninguna prescripción. Además, me imagino que a la larga todos los graduados en Enfermería, cuando salgan de la universidad, al colegiarse, ya harán el trámite por defecto. Pero a nosotros nos ha venido de nuevo y tenemos que hacer este proceso por nuestra cuenta.
"Yo no lo veo como un inconveniente que nos supone más trabajo, al contrario: a mí me daba mucho más trabajo ir a buscar a ver quién me hacía la receta que poder hacer mi trabajo rápido y ágil".
Han sido todo ventajas. Yo no lo veo como un inconveniente que nos supone más trabajo, al contrario: a mí me daba mucho más trabajo ir a buscar a ver quién me hacía la receta que poder hacer mi trabajo rápido y ágil. Ahora, cuando ves un paciente, sabes que podrás acabar el trabajo al 100% y que saldrá con la receta que le has hecho. La calidad de servicio que das al paciente es muy importante. Y como profesional, le transmites autonomía y liderazgo y esto hace que te mire con otros ojos. La prescripción enfermera nos da más reconocimiento: no solo a nivel legal, sino también social.
Tenemos dos listados generales con los productos que se prescriben más habitualmente: hay casi todos los productos sanitarios y la mayoría de medicamentos. Aparte, hay otro listado específico por cada especialidad que se rige por las guías clínicas de prescripción enfermera que se van publicando. En mi caso, el de las heridas, fue de las primeras guías que se publicaron y te sale un listado concreto con los medicamentos propios del campo que estás autorizado a prescribir.
A mí me hace muchísima ilusión. Realmente me quedaba siempre como coja y me sabía mal depender de alguien para que verificara una cosa que hago yo. Me sentía cómo si no se diera suficiente importancia a mi trabajo. Realmente ha sido un gran adelanto que en el Hospital se haya aplicado la prescripción enfermera porque hay muchas enfermeras que hacen un gran trabajo con un rol muy autónomo y que necesitábamos esta herramienta para poder tratar a los pacientes con máxima calidad.