El carcinoma hepatocelular (HCC) representa el 90% de los tumores primarios de hígado, es la tercera causa de muerte por cáncer en el mundo y tiene una incidencia de 800.000 nuevos casos al año. En los últimos años, el tratamiento de la enfermedad ha evolucionado de forma considerable. El único tratamiento disponible hasta hace dos años para el HCC era el inhibidor multiquinasa sorafenib. Desde su aprobación, sólo tres fármacos, han demostrado beneficios clínicos en el manejo de este tumor: lenvatinib como tratamiento de primera línea, y regorafenib y cabozantinib, en la segunda línea, todos ellos inhibidores de multiquinasa asociados a una toxicidad elevada.
En el pronóstico del HCC influyen diversos factores, el estadio en el que se diagnostica, la severidad de la enfermedad en el hígado, la histopatología o los niveles de alfafetoproteína (AFP). "Precisamente, niveles altos de esta proteína están asociados a un mal pronóstico, ya que está implicada en la mayor capacidad de vascularización del tumor", explica Josep M. Llovet. Ramucirumab es un anticuerpo monoclonal que inhibe de forma específica el receptor VEGFR2, implicado en el proceso de angiogénesis - creación de nuevos vasos sanguíneos- del tumor, lo que promueve su crecimiento.
El objetivo del estudio publicado en The Lancet Oncology era el de demostrar la eficacia y la seguridad del tratamiento con ramucirumab en pacientes con niveles elevados de alfaferroproteïna en los que el tratamiento con sorafenib había fallado. En el estudio participaron 292 pacientes de 92 hospitales en 20 países diferentes y los resultados demuestran que el tratamiento mejora la supervivencia con un buen perfil de seguridad. Es el primer estudio que selecciona pacientes con tumores avanzados muy agresivos (AFP> 400 ng / ml), en los que la historia natural es de 5 meses y se consigue una aumento de supervivencia de hasta 8 meses.
"Este es el quinto fármaco efectivo en el tratamiento del carcinoma hepatocelular, el tercero en segunda línea y el primero que se administra en base a la presencia de un biomarcador concreto (AFP)", señala el Dr. Llovet. "El uso de biomarcadores para la selección de pacientes permite avanzar hacia tratamientos de medicina personalizada, mejorando el beneficio clínico y limitando la exposición a la toxicidad de otros agentes que pueden no ser tan efectivos", concluye.
Referencia del estudio:
Andrew X Zhu, Yoon-Koo Kang, Chia-Jui Yen, Richard S Finn, Peter R Galle, Josep M Llovet, Eric Assenat, Giovanni Brandi, Marc Pracht, Ho Yeong Lim, Kun-Ming Rau, Kenta Motomura, Izumi Ohno, Philippe Merle, Bruno Daniele, Dong Bok Shin, Guido Gerkin, Christophe Borg, Jean-Baptiste Hiriart, Takuji Okusaka, Manabu Morimoto, Yanzhi Hsu, Paolo B Abada, Masatoshi Kudo, for the REACH-2 study investigators
Published:January 18, 2019 DOI:https://doi.org/10.1016/S1470-2045(18)30937-9