Contrariamente a lo que todo el mundo piensa, la piel no es el mayor órgano del cuerpo, sino que lo es el tubo digestivo. La piel mide dos metros cuadrados, pero el intestino, si lo desplegamos ocuparía dos pistas de tenis. El cuerpo tiene 60 trillones de células y el intestino 10 veces más, ya que contiene la microbiota, un conjunto de microorganismos, principalmente bacterias que producen sustancias protectoras. Por eso, no es descabellado que dos terceras partes del sistema inmunitario se encuentren en la tripa, el lugar más expuesto a patógenos y otros microorganismos.
Microbiota protectora
El tubo digestivo es un órgano grande y complejo, en el que se producen el 80% de las defensas, y está estrechamente conectado con el cerebro. Existen enfermedades, como el SIDA, producido por el virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) que destruye el sistema inmunitario del intestino. En estos casos, una microbiota favorable puede mejorar su respuesta a la infección. También en el tratamiento del cáncer, los pacientes responden mucho mejor si tienen una microbiota favorable, y lo mismo ocurre con la respuesta a las vacunas.
Una dieta sana, como la mediterránea, variada y rica en fibra (alimentos de origen vegetal) favorece el equilibrio de la microbiota; aumenta el número de bacterias beneficiosas y reduce la inflamación, que está detrás de la mayor parte de enfermedades.
El tubo digestivo, en conexión con la microbiota, regula muchos procesos del organismo que pueden afectar a enfermedades como el lupus, la artritis, el alzhéimer, entre otras condiciones como la ansiedad y depresión.
¿Qué son los probióticos y los prebióticos?
Cuando existe un desequilibrio en esta microbiota intestinal, por ejemplo, cuando se han tomado antibióticos, cuando hay problemas inflamatorios o diarrea inespecífica se recomienda tomar probióticos.
Los probióticos son microorganismos vivos como bacterias u hongos que se encuentran de manera natural en alimentos fermentados como kéfir, kombucha, chucrut, encurtidos, sopas miso, tempeh, yogur o requesón, y que se pueden tomar como suplemento mediante comprimidos.
Se ha demostrado que estos microorganismos se incorporan a la microbiota y ofrecen protección frente a patógenos. Esto ocurre porque producen sustancias que los combaten, en pacientes inmunodeprimidos, sin embargo, es necesaria recomendación médica ya que el probiótico podría llegar a comportarse como un agente patógeno.
Los prebióticos, en cambio, son sustancias que se ingieren a través de la dieta, principalmente polisacáridos y oligosacáridos que se utilizan como ingredientes alimentarios en los cereales, el chocolate o productos lácteos. Algunos ejemplos son la inulina, la lactulosa o la oligofructosa, esta última se encuentra de forma natural en alimentos como el trigo, la cebolla, los plátanos, la miel, el ajo o el puerro.
Información documentada por:
Andrea Aira Gómez, microbióloga e investigadora doctoral del Servicio de Microbiología del Hospital Clínic de Barcelona.