El estudio ha sido publicado en la revista Liver Transplantation y lo han coordinado el Dr. Emilio Ortega del Servicio de Endocrinología del Hospital Clínic, miembro del grupo de Investigación traslacional en diabetes, lípidos y obesidad del IDIBAPS e investigador del CIBERobn, y el Dr. Gonzalo Crespo del Servicio de Hepatología del mismo hospital, investigadors del grupo de Trasplante de hígado y viabilidad del injerto del IDIBAPS y del CIBERehd. Las primeras autoras son la Dra. Lydia Sastre, la enfermera Raquel García (ambas de la Unidad del Trasplante Hepático y el Servicio de Hepatología), y la Dra. Clara Viñals, del Servicio de Endocrinología.
Los eventos cardiovasculares son una causa frecuente de morbimortalidad tras el trasplante hepático, y se prevé que su incidencia aumente por el incremento de pacientes con hígado graso y la edad creciente de los receptores. Hasta ahora, el seguimiento y tratamiento de las comorbilidades cardiovasculares tras el trasplante ha sido tradicionalmente pobre, por ello, los autores se plantearon crear un protocolo multidisciplinar que estandarizara los criterios diagnósticos, la estratificación del riesgo y el tratamiento de las diferentes comorbilidades metabólicas tras el trasplante hepático, así como los criterios de derivación a otras especialidades. El protocolo incluye la participación de nutricionistas y fisioterapeutas y la realización de sesiones grupales educativas con pacientes y familiares, y centraliza el cuidado en la enfermera de práctica avanzada después del trasplante hepático.
El estudio evaluó el grado de conocimiento y control de los factores de riesgo cardiovascular un año después del trasplante hepático. Para hacerlo, se observó a un grupo de pacientes trasplantados tras la aplicación de un protocolo multidisciplinar con un grupo control de pacientes trasplantados previamente a la instauración de éste. Los resultados mostraron cómo el protocolo aporta una mejoría significativa en el grado de conocimiento de la presión arterial, control de la diabetes, perfil lipídico y peso, y también una mejoría significativa en el control de la presión arterial y el colesterol. Además, dos años después del trasplante, tan solo un 6% de los pacientes trasplantados tras la instauración del protocolo presentó un evento cardiovascular, frente a un 14% de pacientes trasplantados antes de la creación del protocolo.
Los pacientes trasplantados presentan un importante grado de comorbilidades metabólicas, por dicha razón los resultados de este protocolo son prometedores ya que muestran una mejora en el seguimiento y tratamiento de los pacientes con riesgo cardiovascular tras el trasplante hepático, y reafirma cómo el trabajo en equipos multidisciplinares es necesario y útil para mejorar los cuidados que ofrecemos a los pacientes.