Cuando llega la primavera, todos no acordamos de las alergias. Sin embargo, en nuestro territorio, la mayoría de las personas alérgicas suelen tener síntomas durante todo el año. Así, es importante tener claro qué son las alergias.
La alergia es una enfermedad del sistema inmunitario en que las defensas responden de forma inadecuada e identifican como perjudiciales substancias externas que, por su naturaleza, son inofensivas. Hoy en día, afecta a un 25% de la población, aproximadamente. Pero, pese a la elevada prevalencia, el conocimiento de la enfermedad entre la población es generalmente escaso y, a menudo, poco precisa. ¿Cómo las prevenimos? ¿Cómo las identificamos? ¿Cómo las tratamos?
Para empezar a conocer esta enfermedad, es importante saber que de alergias hay de muchos tipos: las respiratorias, las cutáneas, las alimentarias, las causadas por venenos de insectos, y por medicamentos. Por lo que hace a las respiratorias, los alérgenos más frecuentes son el polen, los hongos de la humedad, los animales domésticos, y los ácaros del polvo. Por otro lado, si hablamos de alergias alimentarias, los más frecuentes en adultos son el marisco, los frutos secos, la fruta o las verduras.
La manifestación de este tipo de alergias alimentarias puede ir desde síntomas leves, como picor de manos o de garganta; moderados, como erupciones cutáneas o inflamación de diferentes partes del cuerpo; y graves, como ahogo o anafilaxia.
Para no encontrarnos en este tipo de situaciones, podemos seguir una serie de medidas, siempre teniendo en cuenta cada caso concreto, y dependiendo de la presencia o no de otras enfermedades y del tipo de alergia del paciente.
- Medidas preventivas. La recomendación más eficaz es siempre no estar en contacto (tocar, comer…) con aquello que nos provoca alergia. Evitar el desencadenante es una de las pocas alternativas que tenemos, ya que, pese a la gran incidencia de esta enfermedad, la inversión en investigación está lejos de otras enfermedades igual de frecuentes.
- Educación del paciente. Es esencial que el paciente conozca qué medidas son necesarias y cómo tiene que aplicarlas para evitar la aparición de nuevas reacciones alérgicas o para disminuir la intensidad de sus síntomas.
- Tratamiento farmacológico. Algunos pacientes necesitan tratamiento preventivo o de mantenimiento farmacológico para atenuar los síntomas de su alergia. Otros, solo requerirán tratamiento en caso de reacciones agudas. Así, por ejemplo, los enfermos de alergias alimentarias graves tienen que llevar siempre autoinyectores (bolis) de adrenalina, pensados para que cualquier persona sin conocimientos médicos pueda pincharse la medicación de forma inmediata y le permita llegar a un servicio de urgencias.
- Inmunoterapia con alérgenos. Los pacientes con alergia respiratoria o alergia al veneno de insectos pueden beneficiarse de la inmunoterapia específica con alérgenos o vacunas para la alergia. También está disponible para algunos tipos de alergia alimentaria. Se considera un tratamiento con un riesgo potencial de inducir, precisamente, una reacción alérgica, de forma que tiene que administrarse siempre en un centro sanitario. Aun así, es un tratamiento eficaz y seguro, que tiene que estar prescrito por un especialista.
Información documentada por:
Dra. Rosa Muñoz Cano. Investigadora del IDIBAPS y médico adjunta del Servicio de Alergología del hospital Clínic Barcelona.