La esquizofrenia es un trastorno mental complejo, caracterizado por una amplia variabilidad, tanto en sus causas como en su presentación clínica, y que provoca alteraciones del pensamiento, de la percepción, de las emociones y de la conducta.
Los factores de riesgo que intervienen en la esquizofrenia son diversos, pero el factor genético es el más trascendente y se estima que tiene un peso del 80% de la enfermedad. Esto hace que la posibilidad que se presente un caso de esquizofrenia en una familia aumente en caso de que otro familiar ya esté diagnosticado de esta enfermedad. Además, en función del grado de parentesco con el familiar afectado, el riesgo se incrementa o se reduce.
No obstante, la esquizofrenia no se entiende como una enfermedad genética, es decir, una enfermedad producida por un único gen. El peso de la genética en la esquizofrenia es muy elevado, pero no se basa en un único gen. Las teorías más actuales sugieren que es necesaria la presencia de diversos genes alterados para desarrollar la enfermedad.
Entonces, entran en juego los factores de tipo ambiental, entre los cuales se incluyen las complicaciones obstétricas, las drogas de abuso y determinados virus. De hecho, la evidencia muestra que los factores de riesgo no genéticos no solo contribuyen a la enfermedad, sino que ayudan a determinar qué grupos de personas tienen mayor riesgo, cosa que puede mejorar la prevención y diagnóstico precoz de la enfermedad. Así, por ejemplo, la esquizofrenia presenta una mayor tendencia en hombres, población de áreas urbanas, consumidores de cannabis (marihuana o hachís) e inmigrantes.
La herencia genética, en combinación con estos factores ambientales, predispone a una mayor vulnerabilidad a desarrollar la enfermedad y desencadenar la aparición de los síntomas.
Para entender mejor las causas y el funcionamiento de la esquizofrenia, se tendría que explorar la contribución de estos factores ambientales más detalladamente. Un estudio publicado en la revista Schizophrenia Research sugiere que parte de la respuesta está en la epigenética, que son los cambios que activan o inactivan los genes sin cambiar la secuencia del ADN, a causa de la exposición a factores ambientales, entre otros. Estos análisis epigenéticos se aplican cada vez más en las investigaciones relacionadas con la respuesta a medicamentos en el campo de la psiquiatría. Pueden combinarse con información genética para proporcionar una predicción de respuesta antipsicótica más completa.
Aparte de los factores de riesgo, las causas más frecuentes de la esquizofrenia se basan en alteraciones bioquímicas, como problemas de comunicación entre neuronas; alteraciones en la estructura del cerebro, como la disminución de volumen de determinadas áreas o una disminución global de la medida del cerebro; y alteraciones del funcionamiento del cerebro, como una disminución en la función de la corteza prefrontal, parte del cerebro involucrada en la habilidad de razonar.
Así, está claro que el estudio de las diferentes causas y factores de riesgo que influyen en la aparición de la esquizofrenia contribuyen a mejorar el tratamiento y la prevención de una enfermedad que, hoy por hoy, todavía es bastante desconocida.