Aunque la información es aún muy limitada, hasta el momento no hay evidencia de una tasa de infección de COVID-19 más alta o un curso de enfermedad más grave en las personas con el VIH respecto a las personas VIH negativas. Se han publicado algunas series de casos de pacientes con VIH que han tenido COVID-19, entre ellas, los casos iniciales asistidos en el Hospital Clínic, publicados por la revista Lancet HIV. Además, tanto la sociedad europea de SIDA, como el Grupo de Estudio del SIDA en España han emitido comunicados preliminares en ese sentido.
La evidencia actual indica que el riesgo de enfermedad COVID grave aumenta con la edad, el sexo masculino y con problemas médicos crónicos, como las enfermedades cardiovasculares, enfermedades pulmonares crónicas y la diabetes. Estas características son actualmente muy frecuentes entre las personas que viven con VIH en Europa, ya que una gran parte de estos pacientes tiene ya más de 50 años. En las personas que viven con VIH es esencial mantener actualizadas las vacunas contra la influenza y el neumococo, sobre todo de cara al próximo invierno, donde SARS-CoV2 y gripe podrían circular de manera conjunta. También es muy positivo el abandono del hábito tabáquico para prevenir otros problemas asociados.
Aunque los pacientes con VIH con un recuento bajo de células T CD4 (<200 / µl) – las células que del sistema inmunitario que infecta el VIH - , o que no reciben tratamiento antirretroviral se consideran con riesgo de sufrir formas más graves de las infecciones en general, esto no se ha observado aún con la COVID-19. Sin embargo, se debe contar con más tiempo de observación y un número mayor de pacientes para poder asegurarlo de forma definitiva. Por otro lado, la COVID-19 suele producir un descenso del recuento de linfocitos totales. Esto deberá valorarse en las personas con VIH para decidir si es necesario prescribir profilaxis para Pneumocystis jiroveci, un hongo que puede causar neumonía en personas inmunodeprimidas, así como para otras infecciones oportunistas.
En lo que respecta a medidas preventivas se deben seguir las pautas existentes para población general con el objetivo de reducir el riesgo de contagio. Además, es importante para estos pacientes estar especialmente atentos a la aparición de posibles síntomas de COVID.
Aunque hay estudios en curso, por el momento no hay evidencia clara de que ningún fármaco antirretroviral de los que se usan para tratamiento o prevención del VIH proteja contra la infección por SARS-CoV. Un ensayo clínico realizado en China con el antirretroviral Lopinavir/ritonavir no mostró beneficio al ser administrado a pacientes con neumonía grave por SARS-CoV. Un estudio en curso diseñado por el programa nacional de SIDA, que se realizará en personal sanitario, intentará responder si el TDF-FTC, otro fármaco antirretroviral, ofrece algún tipo de protección frente a SARS-CoV2. Por lo tanto, hasta contar con más información, no hay evidencia disponible para justificar el cambio de tratamiento antirretroviral habitual para el tratamiento o para prevención de la infección por SARS-CoV2.
Por último, una de las medidas que sí se están tomando de forma universal para disminuir el riesgo del contagio de los pacientes con VIH es la substitución de las visitas presenciales por las telefónicas. Esto se ha llevado a cabo, sobre todo, para los pacientes que reciben antirretrovirales de forma crónica, que estarían más expuestos al virus al acudir regularmente al hospital. Por supuesto, en caso de que sea necesario, se realiza una valoración presencial. La evolución de la pandemia de la COVID marcará de forma progresiva cuál será la modalidad de consulta en el futuro para las personas con VIH, de forma que se les pueda dar la mejor atención posible con el mínimo riesgo.
Autores: Dr. Juan Ambrosioni, médico especialista en enfermedades infecciosas, y Dr. Josep Mallolas, jefe de la Unidad de VIH-SIDA del Hospital Clínic