Dr. Joan Giralt: “Hay adolescentes que no aceptan su diabetes y te llegan muchas veces en estado muy grave”

Pues mucho. Mucha gente lo desconoce, pero esta enfermedad afecta a muchos órganos y afecta sobre todo, y a veces de forma muy grave, a órganos que se nutren de vasos sanguíneos de pequeño calibre como el corazón, el riñón y el ojo. Al ojo puede afectarle de manera muy severa y grave.   

Puede controlarse con insulina, con pastillas o incluso sin ningún tratamiento, sólo con dieta y ejercicio. Como siempre les digo a mis pacientes, es importante estar muy bien controlado... Pero estar bien controlado no significa que igualmente no puedas tener complicaciones. Así como en otras enfermedades sigues un tratamiento y te curas, aquí no: lo malo de la diabetes es que el tratamiento puede favorecer que no desarrolles complicaciones... pero no necesariamente. Evidentemente, si estás mal controlado, el riesgo de complicaciones es mucho mayor.  

Afecta sobre todo produciendo alteraciones en la retina, que es la parte posterior del ojo. Es un tejido nervioso al que puede producir isquemia, es decir, falta de oxígeno. Y la falta de oxígeno hace que dentro del ojo se produzcan unas sustancias destinadas a producir nuevos vasos sanguíneos que aporten ese oxígeno que falta. 

Y esto, que parece un mecanismo de defensa del ojo ante este problema, se convierte en un problema de verdad, porque estos vasos crecen de forma desorganizada, con unas paredes de mala calidad que pierden lo que llevan dentro , es decir, la sangre con el oxígeno. Y esto puede acarrear problemas de pérdida de visión. El paciente puede notar miodesopsias: la sensación de ver manchas, como telarañas, que es la sangre que pierden estos vasos y que están dentro del ojo. 

La pérdida de la visión total que puede producirse en casos muy avanzados de la retinopatía diabética proliferativa grave. Cuando estos vasos de los que hablábamos antes crecen, traccionan, arrastran, la retina y pueden producir lo que llamamos desprendimiento de retina traccional. 

Es importante también el edema macular, que significa que se acumula líquido en la mácula. La mácula es la parte central de la retina. Hay muchas enfermedades que afectan a la mácula, y la diabetes es una de ellas: puede favorecer la acumulación de líquido en la mácula, provocando pérdida de visión. 

La retinopatía diabética puede ser leve, moderada, grave y muy grave, con o sin edema macular. La enfermedad comienza con pequeñas hemorragias, micro aneurismas, y puede progresar con el tiempo: se puede producir un cúmulo de lípidos, se pueden producir infartos en las capas de fibras nerviosas de la retina... que pueden acabar produciendo estas sustancias que generan la producción de los neovasos, esos nuevos vasos sanguíneos que hemos comentado antes.  

Sí, puedes quedarte ciego, sí. Es una enfermedad que puede ser muy grave. Y el tema importante, que hay que tener muy en cuenta, es que muchas veces tú puedes tener retinopatía diabética y no ser consciente de que la tienes, porque cuando tienes síntomas es cuando normalmente la patología está ya avanzada. Por eso en pacientes con diabetes son muy importantes las revisiones periódicas. 

Pérdida de visión, ver borroso... Y si evoluciona a peor, que sangren los vasos. Entonces es cuando el paciente ve lo que decíamos antes: manchas dentro del ojo, lo que vulgarmente se llaman moscas flotantes, telarañas... o incluso pérdida completa de la visión porque se ha producido un sangrado importante y el ojo está lleno de sangre. En casos muy avanzados pueden producirse desprendimientos de retina, lo que provocaría una pérdida de visión muy severa. 

(RÍE) Irreversible... Como siempre digo, ¡en medicina no existe ni el siempre ni el nunca! Cuanto más tarde lo tomas menos posibilidades tienes de mejorar, ¿de acuerdo? Tenemos tratamientos, pero en ocasiones puedes detener la enfermedad pero no mejorarla. También puedes mejorarla, pero siempre cuanto antes la tratemos, mejor.  

Para parar esta enfermedad disponemos del láser, que es un tratamiento muy importante, tenemos fármacos más novedosos, que también funcionan muy bien, que son medicamentos líquidos que inyectamos dentro del ojo. Lo que ocurre que normalmente estos medicamentos tienen un efecto temporal y deben ir repitiéndose. Y finalmente la cirugía, que cuando la haces es porque normalmente la enfermedad está muy avanzada. 

Depende de la gravedad del caso. Si tenía la retinopatía diabética proliferativa, donde sólo había sangrado y nada más...  

Pero claro, si tiene un sangrado importante que no se reabsorbe, este paciente no ve. Entonces, después de la cirugía, pasa a ver lo que veía antes de tener el sangrado. O a veces puede que vea algo menos que antes porque la cirugía también tiene consecuencias: el hecho de hacerle láser te puede ayudar a salvar ese ojo, pero puedes perder algo de visión nocturna, sensibilidad al contraste, incluso algo de agudeza visual. Y campo visual, también.

No, pero hay un tanto por ciento que sí. Por eso son importantes los controles. Básicamente existen dos tipos de retinopatía de diabéticos, que pueden ser de tipo 1 y tipo 2. Normalmente cuando se diagnostica una diabetes tipo 1, el paciente tarda entre 3 y 5 años en poder desarrollar retinopatía diabética. Aquí, en el inicio, no es tan importante el seguimiento o el examen por parte del oftalmólogo. Pero sí a partir de los 3 a 5 años de haberse diagnosticado. La diabetes tipo 2 normalmente se diagnostica en gente de mayor edad: son pacientes que normalmente llevan años diabéticos, pero que no han sido diagnosticados. A estos pacientes sí debemos verlos enseguida porque pueden sufrir ya retinopatía. Es importante. 

Es básico. Es la clave para intentar que estos pacientes no acaben con ceguera. La prevención es actuar sobre su diabetes, que esté bien tratada con unos niveles de glucemia estabilizados, actuar sobre factores de riesgo que también influyen sobre la enfermedad, como el tabaco, el factor de riesgo más importante, la hipertensión y el colesterol... Controlar estos factores es muy importante. Y también las examinaciones del fondo de ojo para ver si se desarrolla la enfermedad.  

Se hace mucho a nivel institucional, como por ejemplo campañas de información a los pacientes. Y yo creo que sí que es responsabilidad de todos: de la parte médica y del paciente.  

Este lunes una paciente me firmaba el consentimiento para operar y olía a tabaco. Y digo: “usted fuma, ¿verdad?”. Y dice, "sí". Entonces también hay una responsabilidad del paciente... También tenemos chicos y chicas adolescentes, sobre todo chicas, que no aceptan su enfermedad y no se cuidan. Y esto es terrible, porque estas pacientes te llegan muchas veces en estado muy grave. Es muy importante la relación con los familiares, que estén encima para realizar los controles y hacer ver la importancia de cuidar su enfermedad y de hacer las revisiones. 

Cada semana puedo tener 10 pacientes diabéticos a los que controlo. Que no significa que estén mal. Algunos tienen algo de retinopatía, pero se mantienen bien para que los controlemos cada seis meses. 

Pero estamos mejor que antes. ¡Es bueno decirlo! Yo hace quince años tenía más casos que debía operar y retinopatías diabéticas mucho más severas. Hoy en día ha bajado mucho, porque el control de las diabetes se hace mucho mejor: la población está mucho mejor llevada por los médicos de cabecera, endocrinología, etc., por lo que vemos menos casos.  

Ahora bien, los casos más graves, normalmente, son de pacientes de países donde les gusta mucho el dulce, como Marruecos o Pakistán, y que no han estado bien controlados del todo. Entonces nos llegan con retinopatía avanzada. Esto es más frecuente. Pero la realidad es que, a nivel global, existe una mejora respecto a hace unos años. 

Que si no se ha visto nunca por un oftalmólogo que lo haga, que si fuma deje de fumar y que se controle el colesterol y la tensión arterial. Sin embargo, número 1: ir al oftalmólogo si es que no ha ido nunca desde que está diagnosticada.