Dr. Joan Bartra: "Cada vez podemos controlar mejor la enfermedad alérgica, aunque hoy en día aún estamos muy lejos de la curación"
La alergia respiratoria afecta a alrededor del 25% de la población general, especialmente en primavera, en plena estación polínica. Hablamos con el Dr. Joan Bartra de cuáles son las alergias más prevalentes y por qué se producen.
Médico del Servicio de neumología y Alergia Respiratoria del Hospital Clínic, Investigador senior del Grupo de Inmunoalergia respiratoria clínica y experimental (IRCE) del IDIBAPS, y Profesor Asociado de la Universidad de Barcelona.
Es una inflamación de la vía respiratoria empezando por la nariz o los ojos que también puede afectar a los bronquios. La inflamación de la nariz es la rinitis, la de los ojos es la conjuntivitis y cuando se inflaman los bronquios hablamos de asma. Cuando hablamos de alergia respiratoria, nos referimos a la rinoconjuntivitis o asma. Además es frecuente que aparezcan ambas en un mismo paciente.
En nuestra área geográfica son los ácaros del polvo. En la zona del litoral y prelitoral existen unas condiciones de humedad alta y temperaturas no muy extremas que hace que el ciclo biológico del ácaro sea mucho más activo.
Otros de los alérgenos principales son los epitelios, el pelo de los animales domésticos que habitualmente son el gato y el perro, pero también puede ser un conejito de Indias, por ejemplo. Cuando se habla de epitelios, lo que produce la alergia son las proteínas que se encuentran en el pelo, en la caspa, en la orina y en la saliva, depende de cuál es la proteína, puede estar en mayor concentración o menos.
También existe la alergia polínica, a los pólenes de árboles o de hierbas. En el caso de los árboles, en nuestro medio, son los de la familia de las cupresáceas, como el ciprés. También es prevalente la alergia al polen de platanero y al polen de olivo. Cuando hablamos de hierbas, las gramíneas, las que tienen grano como el trigo, son las principales causantes. También las malas hierbas como la parietaria (hierba de pared), de la misma familia que las ortigas.
Los cambios en el ritmo de polinización por el cambio climático o la presencia de plantas no autóctonas, que años atrás no estaban, son factores que influyen en la alergia al polen.
Hay nuevos alergénicos, o mayor cantidad de los ya existentes, por ejemplo, por la nueva política de árboles ornamentales que se ponen en las ciudades. Puede que en los últimos años encontremos presencia de pólenes que con anterioridad no estaban. Por ejemplo, en la ciudad de Barcelona encontramos plantas ornamentales de la familia de los olivos (oleáceas) que aquí crecen más fácilmente. Las proteínas del polen de estas plantas también son responsables de muchas alergias respiratorias.
Los cambios en el ritmo de polinización por el cambio climático o la presencia de plantas no autóctonas, que años atrás no estaban, son factores que influyen en la alergia al polen. A medida que somos capaces de ver qué es lo que respiramos gracias a la aerobiología –la ciencia que estudia las partículas suspendidas en el aire–, vemos que puede haber presencia de nuevos desencadenantes de alergia respiratoria.
Por ejemplo, otro alérgeno son las esporas de hongos. Así como los pólenes siguen una distribución similar cada año, las esporas de hongos se pueden comportar de forma mucho más errática, en 24-48 horas pueden aumentar más del 1000% porque son muy influenciables por las condiciones atmosféricas.
No sabemos el porqué. Nadie nace siendo alérgico, puede que haya cierta predisposición, y a partir de ahí hace falta que exista una alteración del sistema inmunitario inducido por un contacto con el alérgeno sostenido o esporádico. Para que haya alergia debe haber una fase de sensibilización, significa haber estado en contacto con el alérgeno sin tener reacción alguna. A partir de un momento determinado comienza la reacción alérgica. No sabemos cuándo se empieza a orquestar, no hay ningún biomarcador que nos lo diga, porque hay pacientes que nunca les aparece la alergia, y a otros sí, y a edades muy diversas.
Actualmente, se está produciendo una revolución en el tratamiento con los fármacos biológicos, que inhiben todas aquellas moléculas que participan en la respuesta inmunológica inflamatoria.
El sistema inmunitario se dedica a luchar contra agentes externos cuando no debería hacerlo. Ya sean pólenes, ácaros, alimentos, fármacos o veneno de abeja o avispa. Cuando el alérgeno, que es una proteína, entra en el organismo se generan unas defensas (los anticuerpos IgE) que están en la superficie de algunas células. Éstas, al activarse, liberan unas sustancias como la histamina o las triptasas que desencadenan toda la sintomatología de la reacción alérgica. Cuando se produce un choque anafiláctico existe una liberación masiva que afecta al sistema cardiovascular que se descompensa, o bien afecta al sistema respiratorio que entra en colapso con riesgo de compromiso vital.
Donde ahora existe realmente una revolución es en el tratamiento con fármacos biológicos, que inhiben todas aquellas moléculas que participan en la respuesta inmunológica inflamatoria. También se están desarrollando nuevas vacunas que es el único tratamiento que hoy en día es capaz de cambiar el curso natural de la enfermedad. Las vacunas “resetean” el sistema inmunitario para que la producción de anticuerpos contra proteínas externas no se produzca, o se haga en menor cantidad. También pueden hacer que aparezcan otros anticuerpos que neutralicen a los causantes de la reacción alérgica (IgE). Ha habido pacientes que han tenido choques anafilácticos por picaduras de himenópteros (como abejas o avispas) y después de unos meses de estar en tratamiento con vacunas, no han vuelto a tener ningún tipo de reacción por nuevas picaduras, o ha sido muy leve. Son pacientes que han estado a punto de perder la vida. Esto demuestra hasta qué punto las vacunas pueden resultar efectivas.
Para entender una alergia es necesario conocer bien el desencadenante o alérgeno, que es el factor X de la ecuación. El factor Y es lo que ocurre dentro del individuo. Sin embargo, la reacción alérgica no es siempre la misma en cuanto a gravedad, porque también pueden intervenir otros muchos factores difíciles de controlar. Esto hace que cuando alguien se expone al mismo alérgeno, a veces puede tener manifestaciones clínicas más graves y otras no tanto. Quizás porque la cantidad de alérgeno es diferente, quizás porque a nivel hormonal la persona está diferente.
Cuando existe una alergia hay un desequilibrio, se rompe una homeostasis inmunológica en la que intervienen muchos protagonistas. Entendiendo la complejidad de esta alteración, también son complejos los mecanismos para revertirla y ojalá algún día lleguemos a la curación. Cada vez conocemos mejor cuáles son los desencadenantes de las reacciones alérgicas. Por tanto, si conocemos lo que la produce podemos dar consejos preventivos. También se han desarrollado fármacos que ayudan a controlar los síntomas y que tienen pocos o ningún efecto secundario. El control de la enfermedad alérgica es cada vez más posible y efectivo, pero hoy en día estamos muy lejos de la curación.