El grupo IDIBAPS Imagen de los trastornos relacionados con el estado de ánimo y la ansiedad (IMARD), liderado por Joaquim Raduà, trabaja para identificar los cambios cerebrales implicados en estas enfermedades y encontrar el mejor tratamiento para cada persona mediante técnicas de neuroimagen. En los últimos años, los investigadores han publicado varios resultados de alto impacto en revistas de referencia en el ámbito de las neurociencias. Una de ellas, Molecular Psychiatry del grupo editorial Springer Nature, ha reconocido dos de sus trabajos entre los doce mejores artículos publicados por la revista a lo largo de 2022.
El primer artículo de la selección es una revisión sistemática y metaanálisis de la edad de inicio de los trastornos mentales, firmada por Raduà como co-primer autor. El trabajo incluye datos de más de 700.000 pacientes y concluye que casi la mitad de los trastornos mentales comienza antes de los 18 años. "En este momento, el cerebro está experimentando cambios madurativos importantes", explica el investigador. Estos resultados tienen importantes implicaciones, ya que pueden orientar mejor los esfuerzos de prevención en salud mental o hacer que se acompañe el paso entre la salud mental infantojuvenil y de adultos. “Para garantizar la efectividad de un programa de prevención es necesario realizarlo en la edad concreta en la que comienza cada trastorno mental. Además, la separación actual entre los dispositivos de salud mental para menores de 18 años y mayores de 18 años fragmenta la atención que necesitan las personas cuando alcanzan la mayoría de edad”.
El segundo trabajo, en el que ha participado Miquel A. Fullana, investigador del grupo de Raduà, se centra en la contribución de una región cerebral, la corteza prefrontal ventromedial, en el aprendizaje del miedo. “Esta es una región que habitualmente se ha asociado con la inhibición o el freno del miedo. Los datos de nuestro equipo y colaboradores sugieren que es esencial estudiar las subregiones anterior y posterior de esta área, puesto que podrían tener un papel diferente”, declara Fullana. "La subregión anterior podría, efectivamente, "frenar" el miedo, pero la subregión posterior podría "acelerar" la aparición de esta emoción". Una de las implicaciones del hallazgo es que las lesiones en la corteza prefrontal ventromedial tendrían efectos distintos sobre el miedo según cuál de las dos subregiones afectaran. Además, las técnicas de estimulación cerebral, que se emplean para tratar algunos trastornos mentales, tendrían efectos diferentes dependiendo de si se aplicaran a una u otra subregión. El artículo ocupa el tercer puesto de la lista de trabajos seleccionados.