Cayetano Marín vive en Murcia. A los 15 años le diagnosticaron una enfermedad renal crónica y a los 18, empezó la diálisis. "O me dializaba o moría", recuerda él. La solución era el trasplante de riñón y su madre podía ser la donante, pero en Murcia en esa época no se hacían estos trasplantes. Fue entonces cuando vinieron a Barcelona, al hospital Clínic. “Durante ocho meses estuvimos haciendo las pruebas para saber si el riñón era compatible. Un día hacía la diálisis y al siguiente me iban haciendo las pruebas”, explica.
El primer trasplante, que realizó el equipo del Dr. Josep M. Gil-Vernet, duró 20 años en los que el Cayetano pudo realizar una vida normal con una calidad de la función renal excelente. Pasado ese tiempo, el riñón se fue deteriorando progresivamente hasta que lo perdió y se volvió a iniciar la diálisis.
“A partir de aquí se le hace un segundo trasplante en el 2002 que duró muy poco porque hizo un rechazo crónico. A los pocos meses tuvo que volver a la diálisis”, explica Josep M. Campistol, nefrólogo del Clínic. "Al poco tiempo se hizo el tercer trasplante que también duró poco, ya que hizo la misma complicación, lo que conocemos como rechazo humoral debido a una sensibilización por el propio trasplante" añade.
Así, Cayetano Marín reinició la diálisis y en 2006 se hizo el cuarto trasplante. En esta ocasión volvió a hacer la misma complicación que en los dos anteriores, pero gracias a los avances en los tratamientos, se hizo lo que se conoce como recambio plasmático, junto a la administración de inmunoglobulinas y rituximab, con lo que el riñón en esta ocasión duró 15 años.
Eliminar lo que daña el riñón
La aféresis es una técnica que permite separar los componentes de la sangre. Su finalidad es la extracción de un componente sanguíneo destinado a la transfusión o tratamiento de algunas enfermedades que necesiten la eliminación de un componente patológico de la sangre.
El procedimiento consiste en conectar por vía venosa al paciente una máquina separadora de células (glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas) y plasma, mediante un equipo de bolsas y tubos de recolección estériles. La sangre llega al separador celular, donde se centrifuga y selecciona el producto a recolectar, el resto de la sangre es devuelta al paciente o al donante.
El recambio plasmático es un tratamiento extracorpóreo en el que se limpia la sangre del paciente de los anticuerpos que están dañando el riñón.
“El recambio plasmático permite frenar la lesión del riñón. Se trata de un tratamiento temporal que de inicio se administra en días alternos, pero después se va espaciando en el tiempo. Se complementa con inmunoglobulinas y rituximab para frenar la producción de los anticuerpos por parte de los linfocitos B y las células plasmáticas”, explica Miquel Lozano, jefe de la Sección de Hemoterapia del Clínic.
"A mí me ha funcionado muy bien", explica Cayetano. "A medida que el riñón va mejorando, se espacia la frecuencia del recambio plasmático y al final me la hacía cada dos meses, como recuerdo", añade.
El quinto trasplante, una situación excepcional
A partir del 2020, el riñón del Cayetano empezó a deteriorarse. A finales de 2022 y gracias a un programa Estatal para pacientes hiperinmunizados, el programa PATHI (Plan Nacional de Acceso al trasplante Renal para Pacientes Hiperimunizados) pudo recibir el quinto riñón.
Este programa, que se puso en marcha en 2015, está destinado a pacientes que tienen grandes dificultades para ser trasplantados. Los pacientes hiperinmunizados son los que tienen una insuficiencia renal crónica y desarrollan una tasa muy elevada de anticuerpos frente al tejido ajeno a su organismo, ya sea por un trasplante previo, una transfusión de sangre o un embarazo.
Cuando la tasa de anticuerpos es elevada, existen muy pocas opciones de encontrar un donante compatible y en la mayor parte de los casos, la única solución es la diálisis.
“Cada vez más nos encontramos en esta situación de personas que han pasado por dos o tres trasplantes, puesto que los tratamientos médicos han mejorado. Hacer cinco trasplantes es excepcional y se trata de una cirugía más compleja y con mayor riesgo de complicaciones, ya que la zona donde pones el nuevo riñón ya ha sido manipulada con anterioridad y la reacción inflamatoria y de fibrosis o cicatrización que se produce, hace más difícil encontrar los vasos sanguíneos”, señala Mireia Musquera, uróloga del Clínic.
En este caso el riñón tenía una compatibilidad muy elevada y funcionaba muy bien, pero a los cinco meses volvieron a aparecer los mismos anticuerpos que habían lesionado los tres trasplantes anteriores.
“Gracias al aprendizaje de las anteriores ocasiones hemos vuelto a iniciar el tratamiento de recambio plasmático y ahora existe una estabilización de la situación del riñón que esperamos que pueda mantener durante muchos años con una buena calidad de vida y buena función renal”, apunta el Dr. Campistol. “Estoy en un programa de alto riesgo de rechazo, pero ahora estoy bien. Estoy haciendo repuestos plasmáticos y los niveles de creatinina, que dicen cómo está el riñón, están estables”, explica Cayetano.
“He pasado cinco veces por quirófano para un trasplante, pero esto no me ha cambiado la vida. Intento hacer vida normal, como cuando hacía diálisis. Entonces montaba en bicicleta y tengo una moto grande que sigo llevando. Si estás en diálisis, tienes que acoplarte a la diálisis, porque si tú te pones mal, toda la familia está mal y no consigues nada”, reflexiona Cayetano. “Si estoy un poco bajo de moral, cojo la moto, me desahogo y vuelvo. Esto te da vida. Cuando estás trasplantado, disfrutas mucho más, puedes llevar una vida mucho más sana”, concluye.