Preguntas frecuentes sobre las Valvulopatías
En principio, la patología coronaria, que es la que se asocia con el riesgo de presentar una angina o un infarto, no tiene ningún tipo de relación con ser portador o no de una valvulopatía. El riesgo de infarto está más relacionado con los factores de riesgo cardiovascular que pueda tener (tabaco, diabetes, hipertensión, colesterol) que con la valvulopatía en sí.
Los ecocardiogramas se indican en función del estadio evolutivo de su enfermedad. Así, en casos leves el segundo control se puede llegar a hacer a los tres años de seguimiento, mientras que en casos severos se pueden ir repitiendo cada seis meses y asociarse, si es necesario, a otras exploraciones como un ecocardiograma transesofágico o un ecocardiograma de ejercicio.
La indicación de la cirugía normalmente se hace en base a la clínica del paciente y en ciertos hallazgos en el ecocardiograma que indican daño miocárdico incipiente. Normalmente síntomas y alteraciones en el ecocardiograma se presentan al mismo tiempo, pero a veces esto no es así, y el ecocardiograma puede detectar daño en pacientes asintomáticos. En estos casos, hay que recomendar también la cirugía, pues si nos esperamos a la aparición de síntomas el daño producido puede ser irreversible.
A menudo el enfermo niega síntomas porque se ha adaptado a su limitación que ya no reconoce como tal, entonces podemos realizar una prueba de esfuerzo para ver si la tolerancia al ejercicio es la esperada para su edad. Esta prueba muchas veces desenmascara síntomas y ayuda a indicar la cirugía en el paciente que se consideraba asintomático.
La ecocardiografía transesofágica es un tipo especial de ecocardiografía, que se realiza con una sonda que se coloca dentro del esófago. Para realizarla, el paciente hace falta que venga en ayunas. Se le administrará una sedación que hará aumentar la tolerancia al procedimiento, por lo que la mayoría de pacientes no lo consideran nada traumático. Lo que conseguimos con esta prueba es ver las estructuras cardíacas de una forma mucho más precisa, por lo que podemos confirmar el diagnóstico, si no ha quedado claro mediante un ecocardiograma transtorácico convencional, y nos permite definir mucho mejor la anatomía de la lesión para que el cirujano pueda decidir la mejor técnica quirúrgica a aplicar.
Hay un equilibrio muy estrecho entre la concentración de sal de dentro de las células y de fuera, lo que llaman el tercer espacio. Si ingerimos sal, esta se absorbe y para mantener el equilibrio de su concentración al mismo tiempo se reabsorberá líquido, de modo que, por un lado, aumentará la presión arterial y, por otro, se acumulará líquido también en el tercer espacio, apareciendo los síntomas de falta de aire y edemas. Además, la efectividad del tratamiento hipotensor también se reduce mucho si se toma sal, por lo que es importante evitar el exceso de sal.
No es necesario si seguimos una dieta variada y equilibrada (a menos que lo aconseje el profesional sanitario).
En principio sí, pero es recomendable comentarlo con el profesional sanitario para ver que estas infusiones no interfieren con la medicación que se toma.
Dependerá del tipo de deporte y del estadio en que se encuentre la enfermedad. No es buena una taquicardización excesiva (el exceso de adrenalina puede ser perjudicial).
No son aconsejables, por lo que es mejor no utilizarlos ya que no son inocuos.
Se debe intentar planificar y ver si es factible. Habría que coordinar al cardiólogo y el ginecólogo para hacer los seguimientos, ya que puede ser un embarazo de riesgo que requerirá de un seguimiento intensivo.
Al igual que el resto de las valvulopatías, la estenosis aórtica puede ser ligera, moderada o grave. Es posible que tenga una estenosis valvular no grave durante muchos años y no sea necesario sustituir la válvula aórtica. La sustitución de la válvula está indicada si la estenosis aórtica es grave y se asocia a síntomas o a una disminución en la fuerza del corazón, o si se realizara una cirugía cardiaca por otro motivo. En la mayoría de los pacientes, la sustitución se realiza mediante una cirugía. Si se tiene un riesgo elevado de complicaciones es posible que se plantee la opción de una sustitución de la válvula a través de un catéter. En un porcentaje pequeño de pacientes, el riesgo de una sustitución valvular aórtica mediante cirugía o percutánea es muy elevado por lo que el tratamiento será con medicamentos.
La sustitución de la válvula aórtica mediante cirugía ha sido el tratamiento de elección para pacientes con estenosis aórtica grave y la experiencia y eficacia de este tratamiento es muy amplia. Actualmente la sustitución valvular aórtica percutánea (TAVI) está limitada para pacientes con alto riesgo quirúrgico. Es posible que en los próximos años el tratamiento con TAVI se amplíe a pacientes con un riesgo quirúrgico menor conforme se acumule experiencia y se compruebe la eficacia a largo plazo.
La principal diferencia entre una cirugía convencional y el implante de una TAVI, a través de una incisión en el pecho, es que para la cirugía convencional es necesario utilizar un aparato de circulación extracorpórea (se tiene que parar el corazón). En cambio, durante el implante de una TAVI, que no es por vía inguinal, la válvula se coloca a través de un catéter que se introduce directamente en el corazón o en la aorta sin necesidad de parar los latidos del corazón y utilizar una máquina de circulación extracorpórea.
Si la TAVI se realiza por vía inguinal es necesario estar en el hospital aproximadamente cinco días. En caso de una TAVI por vía no inguinal (con incisión en el pecho) el ingreso puede prolongarse a siete días. Después del implante de un MitraClip es necesario permanecer en el hospital aproximadamente dos o tres días. Esta estancia hospitalaria sería en el caso de que no hubiera incidencias en la cirugía o que se necesitaran de cuidados especiales (por ejemplo, diálisis).
Una causa relativamente frecuente de valvulopatía es la endocarditis infecciosa. Esta complicación es especialmente grave en pacientes portadores de prótesis valvulares. Para disminuir el riesgo, es importante mantener una higiene dental y acudir periódicamente al dentista. Además, deberá de informar a los médicos que es portador de una prótesis antes de cualquier intervención y se le indicará si es necesario que tome antibióticos antes de los procedimientos invasivos.
Las principales diferencias entre ambos tipos de prótesis son su durabilidad y el riesgo de formar coágulos.
Las prótesis mecánicas son extraordinariamente resistentes y pueden funcionar durante muchos años sin que se afecte su rendimiento. Son muy usadas en pacientes jóvenes. Su desventaja es que al estar fabricadas con materiales artificiales (carbono y titanio, fundamentalmente) favorecen la formación de coágulos que pueden atascar su mecanismo o producir embolias. Por este motivo, todos los pacientes con prótesis mecánicas deben tomar anticoagulantes de por vida.
Las biológicas, en cambio, no presentan este riesgo de formar coágulos, pero tienen una duración más limitada ya que “envejecen” con los años. Este tipo de prótesis son ideales para pacientes de edades más avanzadas y para los que presentan alguna contraindicación para tomar anticoagulantes.
La mayoría de las intervenciones sobre la válvula aórtica se realizan de forma mínimamente invasiva, aunque cada caso se debe valorar de forma individual con el cirujano. Existen algunas situaciones que hacen que esta alternativa no sea la más adecuada, como cuando existe patología concomitante en la válvula aórtica o en las arterias coronarias. Tampoco se puede realizar si existe una afectación grave de las arterias o de la aorta y en casos de pacientes que han tenido intervenciones previas en el lado derecho del tórax.
Aunque cada caso es especial y único, existen varias herramientas para estimar el riesgo de una persona cuando se somete a una intervención quirúrgica cardiaca. Estos cálculos se basan en el estudio de bases de datos de miles de pacientes intervenidos en muchos centros de varios países y muestran un riesgo aproximado que puede calcularse con antelación. Estas herramientas son un elemento más en el cálculo preoperatorio del riesgo, pero es importante recordar que no todas las situaciones clínicas ni todos los tipos de intervenciones pueden simularse con la misma precisión. Por estos motivos, nada puede sustituir la información que el cirujano ofrece al paciente de forma individualizada al evaluarlo.
Aunque esto depende, en parte, del estado general preoperatorio de cada paciente (edad, capacidad funcional, presencia de otras enfermedades...), en general, la gran mayoría de los pacientes pueden recuperar un nivel de actividad alto apenas una semana después de la intervención. Se recomienda mantener algunas restricciones hasta que las heridas cicatrizan por completo en unas seis semanas. SI la intervención se realiza de forma mínimamente invasiva, la recuperación es más rápida y es posible recuperar un grado total de actividad con mucha más rapidez.
Información documentada por:
Publicado: 23 de enero del 2020
Actualizado: 23 de enero del 2020
Podcasts relacionados
Mantente al día sobre este contenido
Suscríbete para recibir información sobre las últimas actualizaciones relacionadas con este contenido.
¡Gracias por tu suscripción!
Si es la primera vez que te suscribes recibirás un mail de confirmación, comprueba tu bandeja de entrada.