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Tratamiento de las Cataratas
Generalmente, las cataratas no suponen ningún riesgo para el paciente. No es necesario hacer la cirugía si el paciente no tiene ninguna limitación visual en su vida cotidiana o no quiere realizar la intervención a pesar de tenerlas. Pero cuando la catarata progresa hasta el punto de interferir en el estilo de vida del paciente, se valoran los riesgos que pueden suponer la cirugía y la probabilidad razonable de mejora.
Tratamiento no farmacológico
Actualmente, no existe ningún tratamiento que haya demostrado su efectividad para prevenir o tratar una catarata que no sea la intervención quirúrgica, más allá de la prevención de los factores de riesgo. Así, la ingesta de una alimentación saludable, el ejercicio físico, dejar de fumar y la protección de la luz ultravioleta con gorras, sombreros o gafas de sol con filtro contra las radiaciones ultravioletas B (UVB), son medidas razonables para disminuir la incidencia de las cataratas en la población general. También, la prevención y el tratamiento de enfermedades como la diabetes, la hipertensión, la obesidad y altos niveles de colesterol (hipercolesterolemia) pueden disminuir el riesgo de catarata. Sin embargo, es razonable usar gafas protectoras en actividades de alto riesgo, especialmente en aquellos pacientes que solo tienen un ojo con buena visión, debido al riesgo de tener una catarata por traumatismos contusos o penetrantes.
Tratamiento quirúrgico
La mejor técnica para la cirugía de catarata en el mundo desarrollado es la facoemulsificación con implante de lente intraocular plegable.
El preoperatorio
El día de la operación el paciente debe tener en cuenta que tiene:
- Ir acompañado.
- En ayunas, incluso sin beber agua, entre 4 y 6 horas.
- No se debe ir maquillado, sobre todo, los ojos.
- No se deben llevar joyas ni objetos de valor.
La técnica consiste en hacer dos pequeñas incisiones en la córnea -que es el tejido transparente en forma de cúpula en la parte frontal del ojo-, una de poco más de 2 mm y la otra de 1 mm, aproximadamente. Posteriormente, se inyecta una especie de gelatina viscosa transparente en la parte anterior del ojo para mantener su forma mientras se trabaja con las incisiones abiertas y proteger las diferentes capas del ojo.
Más tarde, el cirujano hace una abertura redonda en el saco natural que mantiene la catarata en su sitio y que se denomina cápsula del cristalino. Después, se separa esta cápsula del resto de la catarata con una solución salina. En este momento, el saco capsular está abierto y la catarata se mueve libremente dentro de este saco. Entonces, se utiliza un dispositivo especial del tamaño de un bolígrafo -el facoemulsificador- que fragmenta la catarata en pequeñas partes, tal y como hace un martillo neumático, y las aspira hacia fuera del ojo. Esta técnica se denomina facoemulsificación. Una vez fragmentada y eliminada la catarata, se inyecta de nuevo la gelatina viscosa dentro del saco capsular para abrirlo y hacer sitio para la nueva lente intraocular artificial, que se inyecta plegada a través de la incisión corneal hasta el interior del saco capsular donde se despliega lentamente. Finalmente, se aspira y se retira el material viscoso del interior del ojo y se revisan las dos incisiones corneales, que a menudo se cierran sin necesidad de poner puntos de sutura.
Ocasionalmente, puede ser preferible realizar otro tipo de cirugía llamada extracción extracapsular del cristalino, donde la incisión puede llegar a ser de 8 milímetros. Suele reservarse para casos complicados de cataratas como las que son muy duras o las que tienen más riesgo de tener una complicación llamada descompensación corneal.
El postoperatorio
El tratamiento más habitual tras la cirugía consiste en la aplicación de unas gotas o colirios antibióticos y antiinflamatorios.
Dependiendo del tipo de anestesia que se haya utilizado, se pueden empezar a poner las gotas el mismo día de la cirugía o al día siguiente. Si se ha de aplicar más de un tipo de colirio no importa el orden en que se pongan.
Si coinciden dos o más tipos de gotas en el mismo ojo es necesario que el intervalo entre una y otra sea de al menos 5 minutos, para que se absorban de forma correcta.
El proceso de curación normal del ojo
El ojo necesita un poco de tiempo para curarse y para adaptarse a mirar a través de la nueva lente intraocular. Cada ojo cicatriza y se adapta a la nueva visión de manera diferente, y esto puede durar algunas semanas.
Los síntomas más habituales son un leve enrojecimiento del ojo, irritación o lagrimeo. Algunos pacientes notan como van cicatrizando las heridas microscópicas y tienen sensación de cuerpo extraño o de arena en el ojo. Estos síntomas son normales y suelen disminuir al ponerse las gotas que se recetan en el postoperatorio.
A medida que el ojo se estabiliza, se nota una fluctuación, enturbiamiento o brillo en la visión. Esto se considera normal. También una especial sensibilidad a la luz intensa. Aunque las gafas de sol no son necesarias, se pueden poner para mayor comodidad. Muy probablemente las gafas antiguas no vayan bien, incluso puede que se vea mejor sin gafas. No es perjudicial utilizarlas hasta tener la corrección óptica definitiva, al cabo de un mes aproximadamente.
Lentes intraoculares (LIOs)
Una catarata es la opacidad del cristalino, que es el responsable de enfocar las imágenes en la retina. En condiciones normales, el cristalino puede cambiar su curvatura para enfocar los objetos a diferentes distancias. Esto permite a las personas más jóvenes, que no tienen ningún defecto de refracción previo, ver a todas las distancias sin la ayuda de gafas. Con el paso de los años, sin embargo, el cristalino envejece y pierde esta capacidad de cambiar su curvatura y se empieza a ver mal en visión cercana, lo que se denomina presbicia o vista cansada.
El otro cambio que sufre el cristalino con la aparición de las cataratas es la pérdida de su transparencia, que provoca una disminución de la visión y de la capacidad para apreciar bien los detalles de las cosas.
Para solucionar las cataratas hay que retirar la parte que ha perdido la transparencia del cristalino y sustituirla por una Lente intraocular (LIO) transparente, que permanecerá siempre dentro del ojo del paciente.
Antes de que se desarrollaran LIOs, las únicas opciones para corregir la visión después de la cirugía de catarata era el uso de lentes de contacto duras o unas gafas muy gruesas. La primera LIO se implantó en Londres en 1949, y desde entonces la cirugía de catarata y las LIOs no han parado de evolucionar y desarrollarse.
Las LIOs están hechas de materiales inertes (o no reactivos) como silicona o acrílicos. Tal y como hace el cristalino normal, las lentes intraoculares tienen la capacidad para dejar pasar la luz, lo que ayuda a enfocar los rayos de luz y las imágenes en la retina.
LIOs monofocales, tóricas y multifocales
La mayoría de las lentes intraoculares implantadas son las llamadas monofocales, ya que "mono" significa "uno". Estas lentes proporcionan solo un tipo de visión clara y enfocada. Pueden proporcionar una visión clara en la visión lejana o en la visión cercana, pero no ambas. La mayoría de pacientes que elige una lente monofocal quiere tener una buena visión lejana sin gafas y utilizarlas para realizar tareas en visión cercana como leer, coser o mirar una pantalla de ordenador. Algunas personas, en cambio, prefieren tener una mejor visión cercana sin gafas y utilizarlas para la visión lejana. Muchos de estos pacientes son pacientes con miopía.
También es posible programar un ojo para la visión lejana y el otro para la visión cercana para tratar de minimizar la necesidad de gafas. Esto se llama monovisión. Si se elige esta opción se pueden tener dificultades para acostumbrarse, porque solo se utiliza un ojo a la vez, tanto en visión cercana como en visión lejana. Incluso, puede que también se necesiten gafas para algunas tareas como trabajar en el ordenador o conducir por la noche. Esta opción no siempre es la ideal y debe considerarse solo después de hablar claramente con los profesionales.
Las lentes intraoculares pueden ser también tóricas, si corrigen el astigmatismo del paciente. Las lentes tóricas tienen una óptica más compleja que las lentes monofocales. La cirugía se realiza de la misma manera, pero cuando se implanta una lente tórica, hay que rotarla cuidadosamente hasta dejarla en una posición previamente determinada para cada paciente, en función del eje del astigmatismo. Una lente monofocal no necesita esta colocación tan precisa.
Las lentes intraoculares mutifocales son lentes con una tecnología especial que les permite proporcionar más de un punto focal, es decir, permiten el enfoque de los objetos localizados a diferentes distancias: lejana, intermedia y cercana. Por lo tanto, los pacientes que llevan una lente multifocal pueden ser capaces de ver a menudo los objetos a estas distancias sin la utilización de gafas, o con una utilización de gafas mucho más reducida que los pacientes que llevan una lente monofocal.
Tanto las LIOs tóricas como las multifocales requieren de un cálculo más complejo que el que se realiza con las lentes monofocales, y por lo tanto requieren la utilización de instrumentos sofisticados y profesionales que tengan experiencia en la interpretación de los datos que les proporcionan estos aparatos. Además, existen varios tipos de lentes multifocales y la elección de una u otra dependerá de factores como la edad, el defecto refractivo previo, las actividades más habituales y el trabajo del paciente.
¿Qué puede esperar el paciente que se implanta una lente multifocal?
Las lentes intraoculares multifocales proyectan múltiples imágenes en la retina de los objetos situados a diferentes distancias. El cerebro necesita un tiempo de adaptación y debe aprender a seleccionar toda esta información que recibe y que es necesaria para ver los objetos que están cerca y otros que están más alejados. Esta adaptación es mejor y más rápida cuando se implanta la lente multifocal en el segundo ojo.
También es necesario que el paciente entienda que aunque las lentes multifocales proporcionan una alta independencia de las gafas, la calidad de la visión no suele ser tan buena como con las lentes monofocales o como cuando se es joven y se tiene un cristalino normal. Por lo tanto, puede ser necesario el uso de gafas para algunas tareas o distancias concretas, particularmente en esfuerzos visuales prolongados, en situaciones con poca iluminación o para tener una visión óptima a cualquier distancia. También es posible que el paciente vea halos o anillos luminosos alrededor de las luces, que suelen disminuir con los meses cuando el cerebro se adapta a la visión con las lentes multifocales.
Todas estas particularidades hacen que el uso de las lentes multifocales no sea aconsejable para todos los pacientes. El mejor resultado se obtiene en gente con ojos sanos, y hay algunas enfermedades como el glaucoma moderado o severo o las enfermedades que afectan a la mácula que contraindican el uso de estas lentes. Finalmente, es el cirujano con experiencia quien aconsejará a los pacientes si la implantación de estas lentes es la más recomendable para ellos.
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Publicado: 26 de abril del 2018
Actualizado: 26 de abril del 2018
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