Este proyecto está coordinado desde Sandford Burham Prebys Medical Discovery Institute (SBP, California) y contará con el coliderazgo de José C. Fernández-Checa, investigador del IIBB-CSIC y jefe del grupo Regulación mitocondrial de la muerte celular y esteatohepatitis del IDIBAPS, y Neil Kaplowitz de la Universidad de Southern California (USC), en uno de los tres proyectos en los que está dividido el estudio. El programa global PO1 consta de 3 proyectos de investigación y 3 cores y ha recibido una financiación total de más de 13 millones de dólares (costes totales).
El carcinoma hepatocelular es el cáncer de hígado más común y una de las principales causas de muerte por cáncer en todo el mundo. Por su parte, esteatohepatitis no alcohólica es la enfermedad del hígado más prevalente a nivel global y una de las principales causas de desarrollo de carcinoma hepatocelular. Este proyecto financiado por los NIH y que durará 5 años platea que la reprogramación metabólica debida a la hipernutrición acelera la progresión de la esteatohepatitis no alcohólica a cáncer de hígado.
"Este proyecto ofrece una oportunidad única para definir cómo las dietas energéticas afectan a los reguladores que promueven la progresión de la NASH hacia el carcinoma hepatocelular, generando nuevas estrategias preventivas y terapéuticas", asegura José C. Fernández-Checa.
El programa completo está constituido por 3 proyectos. Los dos primeros dirigidos por Michael Karin de la Universidad de California San Diego y Randal Kaufman del SBP estudiarán como la alteración del metabolismo del colesterol y otros lípidos, con el consiguiente estrés oxidativo y la afectación de las funciones del retículo endoplasmático (un orgánulo celular) promueven la aparición y progresión del carcinoma hepatocelular. Por otro lado, el tercer proyecto, coliderado en el IDIBAPS y que se llevará a cabo en las instalaciones del CSIC, que ha recibido una financiación de más de 2 millones de dólares, quiere descifrar los mecanismos moleculares por los que dos proteínas residentes en las mitocondrias (STARD1 y SAB) promueven el desarrollo del cáncer de hígado.
Se cree que la disfunción mitocondrial acentúa las alteraciones del metabolismo del colesterol y el estrés oxidativo llevando a las células del hígado a un estado de senescencia que favorece la acumulación de mutaciones y, por tanto, la aparición del cáncer. Todo ello estaría actuando en una especie de espiral que se retroalimenta a sí misma que favorecería y aceleraría el proceso cancerígeno.
"Para nuestra parte del proyecto, integraremos las alteraciones metabólicas descubiertas en las partes 1 y 2 con las alteraciones mitocondriales potencialmente causantes de cáncer de hígado -explica Fernández-Checa-. La interferencia con componentes clave de esta red puede suprimir la progresión del cáncer y dar lugar a nuevas estrategias terapéuticas".