La pandemia de la COVID-19 ha normalizado el sistema de teleconsulta en la atención primaria y en todo el sistema de salud. A pesar de los potenciales beneficios de las visitas por teléfono o internet, como el acceso a los servicios de salud desde cualquier sitio o la reducción de los desplazamientos, las nuevas tecnologías pueden constituir una barrera para la población mayor de 65 años.
"Hemos observado que as personas mayores, así como las personas con poco dominio de la tecnología o que no tienen acceso, experimentan dificultades para contactar con los profesionales a través de la teleconsulta", explica Luis González de Paz, del Consorcio de Atención Primaria de Salud Barcelona Esquerra (CAPSBE) e investigador del grupo IDIBAPS Investigación transversal en atención primaria, dirigido por Antoni Sisó. “El uso de la telemedicina, asimismo, requiere habilidades en entrevista y comunicación, no consolidadas en las enseñanzas de medicina o enfermería ni en la formación postgraduada, pero necesarias para atender a los pacientes por teleconsulta. Sin embargo, hoy todavía desconocemos el impacto del cambio de la visita presencial a la teleconsulta sobre los pacientes y los resultados de salud”.
Para averiguarlo, González de Paz y su equipo han comparado datos de las visitas cara a cara (presenciales) y las teleconsultas que se llevaron a cabo durante los períodos prepandémico (2017-2019) y pandémico (2020-2021). El estudio, publicado en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health, analiza la evolución de ambos tipos de atención en función de la franja de edad de los pacientes, así como el número de diagnósticos registrados de las enfermedades más frecuentes.
Según los resultados, durante la pandemia y en un contexto en el que las teleconsultas se generalizaron debido a las restricciones de movilidad, el uso de la teleconsulta fue menor entre las personas mayores de sesenta y cinco años, en comparación con pacientes más jóvenes. “En la franja de edad comprendida entre los 15 y los 44 años, las teleconsultas aumentaron un 74%, mientras que el incremento entre las personas mayores, a pesar de ser el grupo más frágil y vulnerable, se situó alrededor del 12%. Entre el grupo de los mayores, las visitas presenciales tampoco aumentaron, en otras palabras: las personas mayores tuvieron menor acceso a los profesionales sanitarios”, señala González de Paz. “Los datos también muestran un claro bajón de los diagnósticos con el aumento de las teleconsultas. Esto lo atribuimos a que los profesionales de la atención primaria requieren visitas presenciales con los pacientes para detectar enfermedades, que difiere de realizar seguimiento o ajustar tratamientos”.
Para los autores, el estudio evidencia que las personas mayores tienen dificultades en el uso de las teleconsultas y que estas no resolvieron el aumento de la demanda de los servicios causada por la COVID-19. Asimismo, destacan la necesidad de adaptar mejor las herramientas de teleconsulta, para que los profesionales puedan garantizar el acceso y responder a las necesidades de los mayores de 65 años. "Mantener la capacidad de detectar problemas de salud, de visitar a toda la población y preservar la accesibilidad es fundamental, porque es en la atención primaria donde la mayoría de personas se visitan por primera vez y donde reciben su primer diagnóstico", concluye González de Paz.
Artículo de referencia
Barón-Miras LE, Sisó-Almirall A, Kostov B, Sánchez E, Roura S, Benavent-Àreu J, González-de Paz L. Face-to-Face and Tele-Consults: A Study of the Effects on Diagnostic Activity and Patient Demand in Primary Healthcare. Int J Environ Res Public Health. 2022 Oct 29;19(21):14119.