Aunque en los últimos años se ha logrado un avance notable en diversas áreas de la psiquiatría clínica y la investigación, los trastornos bipolares siguen siendo una de las condiciones en las que, cuanto más se descubre —y se ha descubierto mucho—, más evidente se hace que aún queda mucho por descubrir.
Ahora, un equipo del Clínic-IDIBAPS, liderado por Eduard Vieta, jefe del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Clínic Barcelona y del grupo Trastornos bipolares y depresivos del IDIBAPS, miembros de la Universidad de Barcelona y del área de Salud Mental del CIBER (CIBERSAM), ha publicado una revisión de los aspectos más críticos del trastorno bipolar en la revista The Lancet Regional Health Europe. Esta revisión ofrece una actualización completa, examinando la presentación clínica, el diagnóstico precoz, la patogénesis, las estrategias terapéuticas y las perspectivas futuras para orientar a los diferentes profesionales en el abordaje de estos retos.
Retos para un diagnóstico precoz
Los trastornos bipolares son causados por factores genéticos, neurobiológicos y ambientales complejos, y con frecuencia van acompañados de comorbilidades psiquiátricas y médicas, lo que dificulta el diagnóstico y el tratamiento. Además, los síntomas a menudo coinciden con los de la depresión unipolar, lo que complica y retrasa aún más el diagnóstico.
Para llevar a cabo un diagnóstico precoz, es necesario tener en cuenta que, aunque los primeros episodios pueden aparecer a cualquier edad, casi la mitad de los casos (un 45%) se inician en edades tempranas, con una media de 17 años. Además, se debe considerar que la prevalencia ha aumentado en los últimos años gracias a una mayor conciencia diagnóstica y al incremento de la esperanza de vida de la población, y se espera que siga aumentando.
Asimismo, el número de casos diagnosticados varía considerablemente según la región o país. Estas disparidades pueden estar influenciadas por diversos factores más allá del nivel económico, como los factores de riesgo, las diferencias culturales, el estigma de la enfermedad, el acceso desigual a los servicios de salud mental y la calidad de los datos reportados.
La variabilidad de las estrategias de tratamiento en todo el mundo dificulta la gestión eficaz del trastorno bipolar
Los tratamientos farmacológicos habituales suelen incluir estabilizadores del estado de ánimo, antipsicóticos y el uso selectivo de antidepresivos, y se recomienda que se complementen con intervenciones psicosociales como la terapia cognitivo-conductual y la psicoeducación, que son vitales para la prevención de recaídas.
A pesar de los avances recientes, existe una gran variabilidad en las estrategias de tratamiento del trastorno bipolar en todo el mundo. Según los autores de este estudio, estas diferencias se deben a la variabilidad entre las distintas guías clínicas, las discrepancias en la aprobación de fármacos por parte de la agencia europea (EMA) y estadounidense (FDA), las desigualdades en el acceso a servicios de salud y la falta de biomarcadores fiables. Todo esto impide que se pueda llevar a cabo una gestión eficaz y equitativa de estos trastornos.
Por otro lado, el artículo aboga por la integración de la psiquiatría de precisión y la inteligencia artificial, ya que podrían transformar radicalmente la gestión de estos trastornos en un futuro cercano, mejorando la eficacia de los tratamientos y adaptándolos a las necesidades específicas de cada paciente.
"Los trastornos bipolares continúan siendo enfermedades mentales graves que, a pesar de los avances en la comprensión de sus mecanismos y la mejora de los resultados para los pacientes, todavía requieren atención prioritaria. Así, es necesario un acceso más amplio a servicios de salud especializados, la detección precoz y la implementación de una práctica clínica basada en la evidencia". Vincenzo Oliva, investigador predoctoral del IDIBAPS y primer autor del artículo.