El equipo del Clínic-IDIBAPS, encabezado por Joaquim Mullol, responsable de la Unidad de Rinología y Clínica del Olfato del Servicio de Otorrinolaringología del Clínic y jefe del grupo Inmunoalergia Respiratoria Clínica y Experimental del IDIBAPS, y Isam Alobid, coordinador del grupo Multidisciplinario de Cirugía de Base de Cráneo del Hospital Clínic e investigador del mismo grupo, ha coordinado, desde el inicio de la pandemia, tres estudios y diversos artículos originales y de revisión sobre la pérdida del olfato y del gusto en el contexto de la COVID-19.
Desde el inicio de la pandemia, según datos de la Organización Mundial de la Salud, se han reportado más de 73 millones de casos de COVID-19 en todo el mundo y más de 1,6 millones de muertes. Aunque muchas personas tienen síntomas respiratorios, una parte importante de los diagnósticos positivos son asintomáticos o pre-sintomáticos con un período de incubación más largo, lo que conlleva que el número de portadores sea elevado. Este hecho, sumado a la elevada transmisibilidad del virus, contribuye a su rápida propagación.
Entre estos síntomas se encuentra también la pérdida del olfato y/o del gusto, una afectación que es común a otras infecciones como el resfriado común o la gripe.
Un grupo de médicos e investigadores del Clínic-IDIBAPS ha liderado varios estudios multicéntricos sobre la pérdida de gusto y de olfato debida a la COVID-19 en diferentes subgrupos de pacientes.
Estudios de prevalencia de la pérdida de olfato o gusto en personas con COVID-19
En un estudio coordinado por los Dres. Mullol y Alobid se evaluaron la frecuencia y la gravedad de la disfunción del olfato y/o del gusto (DOG) en pacientes con COVID-19 y su relación con características demográficas, ingreso hospitalario y con otros síntomas o enfermedades.
En el primer estudio, publicado en el Journal of Investigational Allergology and Clinical Immunology, se evaluaron los datos de 846 pacientes y 143 controles de 15 hospitales españoles. Se observó que la DOG fue dos veces más común entre pacientes con COVID-19 en comparación con los controles. Más de la mitad de las personas con COVID-19 presentaban una pérdida grave del olfato (53.7%) o del gusto (52.2%) y, de estos, en más del 90% el deterioro afectó los dos sentidos.
Por otra parte, los resultados demostraron que la DOG es un síntoma común en COVID-19 principalmente en pacientes jóvenes y no hospitalizados. Entre los pacientes afectados de DOG, uno de cada tres presentó pérdida del gusto o del olfato como síntoma inicial de la enfermedad.
En otro estudio, publicado en el European Archives of ORL, se evaluó la frecuencia y gravedad de la DOG en pacientes no ingresados positivos a PCR para SARS-CoV-2 en comparación con controles con resfriado común o gripe y PCR negativa. Se incluyeron 197 pacientes y 107 controles de cinco hospitales españoles.
La frecuencia de pérdida de olfato (70.1%) y sabor (65%) fue significativamente superior entre los pacientes con COVID-19 respecto a los controles (20.6% y 19.6%, respectivamente). La pérdida simultánea de gusto y olfato también fue mayor en los pacientes con COVID-19 (61.9% vs. 10.3%).
"En este estudio, al igual que en el anterior, la pérdida de olfato y gusto debida a la COVID-19, fue predominante en personas jóvenes de menos de 50 años y en mujeres, que representaban un 63% de los afectados con esta sintomatología , señalan los investigadores.
"De las observaciones se desprende que una disfunción olfativa repentina y grave en el marco de la pandemia del COVID-19 y en ausencia de pérdida de olfato debida a otras enfermedades respiratorias, como rinitis alérgica grave, rinosinusitis aguda o crónica, debe alertar a los médicos sobre la posibilidad de tener una infección por SARS-CoV-2 ", añaden. En este sentido, el estudio del sentido del olfato puede ser útil para identificar pacientes que requieran medidas de aislamiento y/o tratamiento inicial y podría reducir el número de contagios evitando la propagación de la COVID-19.
Entrenar el olfato para recuperarlo
Tres de cada cuatro pacientes con COVID-19 presentan una mejora de la pérdida de olfato pasado un mes desde el diagnóstico. Esta mejora con el tiempo indica que el virus provoca una inflamación y no un daño permanente al neuroepitelio olfativo en la mayor parte de los pacientes.
En caso de que la pérdida de olfato persista, se debe considerar el inicio de tratamiento, aunque se desconoce la eficacia de los tratamientos disponibles en la actualidad para la disfunción olfativa postviral. Cabe destacar que no hay medicamentos eficaces en la pérdida de olfato y el gusto por causa postviral.
Sin embargo, el entrenamiento olfativo ayuda a la recuperación del olfato. Esta terapia implica la exposición repetida a un conjunto de olores conocidos (limón, rosa, eucalipto, anís, ahumado, vinagre) durante 10 segundos cada uno, dos veces al día durante, al menos, tres meses. Se trata de un procedimiento seguro y útil en pacientes que lo inician dentro de los 12 primeros meses después del inicio del síntoma. "Este entrenamiento mejora la disfunción olfativa y el uso de olores a concentraciones elevadas es beneficioso para la mejora del olfato", señalan Joaquim Mullol e Isam Alobid.