Dr. Joaquim Enseñat: "La neurocirugía está empezando a tratar depresiones graves y, en un futuro, pacientes con algún tipo de dolor"
La neurocirugía es una especialidad muy compleja que requiere un estudio constante y dedicación para perfeccionar la técnica quirúrgica. Es una disciplina en permanente evolución que ha permitido realizar nuevos abordajes mínimamente invasivos como la cirugía endonasal, que llega a la base del cráneo a través de la nariz, o la transorbital, a través del ojo. Estas técnicas suponen una mejora para los pacientes a nivel estético y de reducción de riesgos quirúrgicos.
Doctor en medicina por la Universidad de Barcelona e investigador del IDIBAPS. Es especialista en neurocirugía y referente mundial en cirugía mínimamente invasiva y pionero mundial en el uso de técnicas endoscópicas para el tratamiento quirúrgico de tumores pituitarios y base de cráneo.
La neurocirugía es una especialidad compleja y variada, que va cambiando constantemente. Requiere una dedicación y estudio continuo. Nosotros hasta que no adquirimos muchos años de experiencia no llegamos a nuestro mayor nivel de perfección técnica. Cada cirugía que haces es un reto. La anatomía del cerebro es muy compleja porque no es siempre igual, es decir, la cabeza nunca está en la misma posición.
La neurocirugía es una forma de vida. Somos personas, somos padres, somos maridos pero también somos neurocirujanos, es decir, yo, y creo que todos los neurocirujanos somos gente muy dedicada, toda nuestra vida gira entorno a esto. Para mí ni siquiera es un trabajo, es una pasión. No conozco ninguno de mis adjuntos ni yo mismo que no vayamos contentos a trabajar, porque nos encanta lo que hacemos, aparte de un trabajo, es un hobby, una diversión, y una forma de vida.
"Nosotros hasta que no adquirimos muchos años de experiencia no llegamos a nuestro nivel más alto de perfección técnica".
Yo quería ser jugador de baloncesto, pero también me apasionaba la idea de ser neurocirujano. Cuando empecé a estudiar vi cómo funcionaba el cerebro y al mismo tiempo me di cuenta de que me gustaba la cirugía. Supongo que la combinación de ambas me llevó a materializar esa idea que de jovencito me parecía apasionante. De hecho, yo estudié en Reus y allí no hay neurocirugía, por lo que durante los 6 años de carrera no pude estudiarla hasta que terminé y tenía que escoger la especialidad. En ese momento intenté conseguir algún sitio donde poder aprenderla.
Es tan compleja porque nosotros podemos hacer mucho daño. Una mala cirugía implica unas secuelas definitivas para el paciente que pueden cambiar su vida completamente. Podemos crear graves problemas y como somos muy conscientes de esto, nuestra cirugía va destinada a que esto no ocurra. Hay veces en que los mismos tumores nos complican mucho la situación. Hay veces que estos déficits son insalvables, o en ocasiones se requiere de una técnica quirúrgica muy refinada para poder quitar el tumor y no producir estos déficits. Esto nos crea una gran presión. Por eso es tan complicada porque nos da mucho miedo hacer daño a la gente y podemos hacerlo fácilmente. Es una especialidad que quirúrgicamente es complicada y psicológicamente también.
Prepararse a nivel técnico es un proceso. Cuando eres un cirujano joven no puedes realizar determinadas cirugías. Hay una escalera de aprendizaje; primero se realizan operaciones fáciles y después más difíciles, además se va acompañado de personas con más experiencia y esto te permite ir mejorando sin hacer daño. Un ejercicio que propongo a mis adjuntos es que reproduzcan la noche anterior a la operación toda la cirugía. Nos ayuda mucho disponer de laboratorios de neuroanatomía para aprender abordajes ya descritos y también nuevos, nos sirven para investigación. En estos laboratorios existen cerebros de personas que en su momento decidieron darlos a la ciencia y allí hay microscopios y navegadores que nos permiten operar. Se trata de reproducir lo que sería un quirófano.
La preparación técnica evoluciona en paralelo con la preparación psicológica, pero no todo el mundo sirve para ser neurocirujano. Yo creo que es un proceso a lo largo del cual vas aprendiendo. La primera vez que tienes un problema y que un paciente va mal supone un golpe muy importante. Creo que es clave tomar una cierta distancia emocional con el paciente porque si no, no podríamos operar, pero sin olvidar la parte humana.
“La neurocirugía es tan compleja porque nosotros podemos hacer mucho daño fácilmente. Esto nos crea una gran presión. Por eso nuestra cirugía va destinada a que esto no ocurra”.
La principal diferencia respecto cuando yo llegué es que actualmente tenemos una planificación prequirúrgica muy buena con sistemas 3D que nos permiten ver dónde está el tumor y qué tipo de abordaje utilizar. Tenemos una imagen intraoperatoria muy importante, microscopios y sistemas de navegación muy buenos, muy buena resonancia intraoperatoria que nos permite en todo momento saber dónde estamos. También una parte de neurofisiología que nos permite ver la función neurológica. A veces operamos con el paciente despierto, y si por ejemplo le afectamos el área del lenguaje esto lo podemos ver. Si debemos operar un tumor en el área del lenguaje, la única manera que tenemos para saber si al operar podemos dejarlo sin hablar es que el paciente hable, por eso lo dejamos despierto durante la operación, con la medicación adecuada para que no sienta dolor.
Por otra parte, la cirugía mínimamente invasiva como la transorbital, una rama importante de mi especialidad, ha supuesto una mejora destacable en la neurocirugía. Hay menos defectos estéticos y el paciente en 24 horas puede irse a casa. La idea es que se vaya sin que nadie le pregunte si se ha operado. No cortamos el cabello, no hacemos incisiones visibles... Antes se realizaba una gran apertura y la recuperación implicaba de 10 días a 3 semanas de ingreso.
También realizamos cirugía funcional, en la que ponemos estimuladores cerebrales para poder mejorar la sintomatología de los pacientes de Parkinson, o epilepsia grave. En este último caso hablamos de pacientes que pueden tener 20 crisis diarias. La idea es localizar la zona del cerebro que produce esta epilepsia y si se puede extraer se hace, siempre y cuando las secuelas sean asumibles.
Estamos empezando a tratar a pacientes psiquiátricos, por ejemplo depresiones muy graves que puedan ser tratadas con neurocirugía. Y en futuro nos gustaría realizar cirugía del dolor, se ha visto que determinadas estimulaciones cerebrales profundas hacen que un paciente con un tipo de dolor pueda mejorar. Hay áreas del cerebro que participan en los procesos del dolor, poner un electrodo en esta zona podría hacer que estos pacientes no tuvieran estas crisis, pero todo esto se está investigando.
“La cirugía mínimamente invasiva como la transorbital, ha supuesto una mejora destacable en la neurocirugía. Hay menos defectos estéticos y el paciente en 24 horas puede irse a casa”.
Antes del COVID fuimos a África a operar, concretamente a gente joven, a niños. Estuvimos en Tanzania (Zanzíbar), y después en Kenia, (Mombaza), patrocinados por el FAHID (Fondo de Ayuda Humanitaria y al Desarrollo del Clínico). Vale la pena realizar una experiencia en estos países porque recuerdas porqué nos hicimos médicos, es algo que todos deberíamos hacer. Aquí nos quejamos de que no tenemos recursos, pero ahí te das cuenta de la realidad. Sin recursos todo es mucho más complicado. Por ejemplo, en el quirófano no había luz y sólo podíamos operar cuando había luz natural. A pesar de eso, allí nunca vi que ninguna familia abandonara a un paciente, incluso si había niños que no tenían familia, allí había gente que los adoptaba, y eso aquí no ocurre. Siempre que había un paciente, había 4 o 5 personas entorno a esa persona. No tienen recursos, pero tienen una humanidad que muchas veces aquí nos falta.
El mayor éxito son todos los pacientes que han ido bien. O si no ha sido así, cuando la familia te da las gracias es muy gratificante, porque a veces la medicina no es salvar vidas, es ayudar a morir, mejorar la calidad de vida del paciente...
Y uno de los mayores retos yo creo que es ser jefe de servicio. A mí me gusta llamarle “gestor de emociones”. Liderar y hacer que el equipo sea mejor día a día. Es un reto que todo el mundo entienda tu forma de ver las cosas, que seas capaz de ser flexible... Necesitas que la gente se cohesione como un grupo, que nos ayudemos todos para que el paciente vaya bien, y cuando esto ocurre es un éxito de todos.