Dr. Ferran Masanés: "Debemos conocer el grado de fragilidad que tiene el paciente para evaluar correctamente el grado de intensidad terapéutica que debemos aplicar en cada caso"
El Comité de Ética Asistencial del Hospital Clínic Barcelona tiene la función de asesorar sobre dilemas éticos durante la práctica asistencial. Con el Dr. Ferran Masanés conversamos sobre los retos de futuro del Comité de ética y, entre otros, sobre cómo ha cambiado la atención a las personas mayores.
El Dr. Ferran Masanés es consultor senior del Servicio de Medicina Interna del Hospital Clínic Barcelona y miembro del grupo 'Riesgo cardiovascular, nutrición y envejecimiento' del IDIBAPS. También es Director de la Cátedra de Cuidados Paliativos de la UB-Clínic, miembro de la Sociedad Española de Medicina Interna y de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología. Actualmente es miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Catalana de Bioética. Es miembro del Comité de Ético Asistencial del Clínic desde 2005 y es su presidente desde enero de 2018. Entró a trabajar en el Clínic en 1989.
El Comité de Ética Asistencial es un órgano consultivo que asesora ante posibles dilemas éticos en el ámbito sanitario durante la práctica clínica asistencial. Es un comité multidisciplinar que está formado por: médicos, personal de enfermería, de trabajo social, filósofos, abogados. Es un comité autónomo e independiente de la dirección del hospital.
El comité tiene una permanente que se reúne cada 15 días y celebramos tres reuniones plenarias cada año. También nos reunimos, de forma extraordinaria, cuando debe evaluarse un tema concreto.
Básicamente, tenemos la función de asesorar sobre dilemas éticos durante la práctica asistencial. También hacemos las valoraciones de todos los procedimientos de donación de los trasplantes de donante vivo. En ese aspecto, el comité ejerce como defensor del donante. Sobre todo, nos centramos en evaluar que el donante realice este acto de forma altruista y sin ningún tipo de coacción.
A menudo nos encontramos en situaciones de ambos extremos de la vida. Es decir, por un lado, procesos de final de vida: y esto significa sobre la toma de decisiones en pacientes de edad avanzada o de inicio de vida: muchas veces en relación a la aplicación de técnicas de reproducción asistida, por ejemplo: la selección embriones en casos concretos-. También existen otras decisiones sobre tratamientos que no tienen suficiente evidencia científica o temas que están relacionados con los consentimientos informados que se les facilita a los pacientes cuando se deben intervenir o se van a realizar una prueba diagnóstica. También realizamos tareas formativas por profesionales de dentro y de fuera del hospital, en especial para residentes.
"A todos los miembros del comité se pide que tengan formación o interés en temas éticos".
A todos los miembros del comité se pide que tengan formación o interés en temas éticos. El Comité utiliza el método deliberativo y se utiliza la aplicación de los principios de bioética. Llevo casi 20 años formando parte del comité de ética y nunca hemos llegado a hacer una votación para decidir un posicionamiento. Siempre hemos tomado las decisiones por consenso. Que el Comité esté formado por distintos perfiles profesionales facilita la forma de tomar las decisiones. Por ejemplo, la visión que aportan los filósofos es muy interesante, ya que aportan una visión muy distinta a la que podemos tener los profesionales sanitarios.
No. Es cierto que en estos últimos años algún tema nos ha llevado a una deliberación más compleja, pero cuando se toma la decisión final la tomamos convencidos de que lo acordado es lo mejor para el paciente y la institución. En los procesos de deliberación no recuerdo que haya habido un voto discordante, por ejemplo.
"El balance que hago del despliegue de la Ley de la eutanasia en el hospital es muy positivo. Ha habido 10-12 pacientes que han pedido acogerse a la ley".
En cuanto a la aplicación de la Ley de la eutanasia, una vez aprobada, el comité ha estado junto a la dirección del hospital para asesorar en los aspectos que han sido necesarios y nuestro papel, sobre todo, ha sido realizando tareas formativas. También hemos ayudado a redactar los dos protocolos internos que disponemos en el hospital para aplicar la ley con todas las garantías. El balance que hago del despliegue de la Ley de la eutanasia en el hospital es muy positivo. Ha habido 10-12 pacientes que han pedido acogerse a la ley.
Este tema ha sido el que más ha costado al comité desde que yo soy miembro. Estuvimos varias semanas valorando este proyecto. Es un tema muy complejo y su aprobación final se dio conjuntamente con el comité de ética de investigación porque lo que se aprobó era una aplicación en el contexto de un proyecto de investigación. Sin embargo, es un tema que genera discusión y, aunque aprobamos por consenso, no fue un tema fácil de valorar. El Comité de Ética Asistencial participó en este proceso, de forma más marcada, valorando el acto de donación de un órgano de una persona viva.
Que el proyecto del trasplante de útero tuviera la aprobación del comité de ética asistencial y del comité de ética de investigación era uno de los puntos imprescindible para que se saliera adelante. Lo valoramos y lo aprobamos convencidos. Si no lo hubiésemos aprobado, no se habría podido llevar a cabo.
Seguiremos evaluando procesos de inicio y fin de vida, seguro. Hay dos temas de futuro que nos darán más trabajo a los comités de ética como son: temas relacionados con terapias genéticas y temas relacionados con la aplicación asistencial de la inteligencia artificial.
Evidentemente es un reto. Ahora bien, a pesar de la multidisciplinariedad del comité podemos encontrarnos que los miembros no dominamos un tema con suficiente capacidad como para hacer un dictamen. Lo que hacemos en estos casos es invitar a expertos en la materia para que nos asesoren y formen en ciertos aspectos. Una vez que tenemos las herramientas para decidir, deliberamos el posicionamiento del comité.
Debemos dar la misma excelencia que damos en la atención a la enfermedad en la atención al final de vida de nuestros pacientes. El Hospital decidió crear el proyecto de Final de vida dentro del Plan Estratégico (NUCLI 2025) y el objetivo era identificar qué áreas de mejora teníamos y diseñar medidas concretas para mejorar la atención en el proceso de fin de vida. En pleno desarrollo del proyecto se estalló la crisis de la COVID-19 que nos reflexionó sobre algunos aspectos que podrían haberse hecho mejor.
"En aquellos pacientes cuyo proceso de muerte es previsible debemos dar la mejor atención posible".
La soledad de los pacientes. En aquellos pacientes cuyo proceso de muerte es previsible debemos dar la mejor atención posible y esto pasa por mejorar la coordinación entre diferentes niveles asistenciales, avanzarnos y coordinarnos mejor, intentando que estas muertes previsibles no se producen en Urgencias, y si se presentaran que los pacientes la familia tengan un espacio íntimo -habitaciones individuales- en este proceso.
Al mismo tiempo, debería poder identificarse correctamente cuando un paciente se encuentra en un proceso de final de vida. Esto permitirá, entre otros, adaptar el esfuerzo terapéutico del paciente en función de su situación.
Ha cambiado de forma radical. Hace 30 años había gente mayor atendida en las salas de medicina interna y geriatría. Ahora, en todas las salas ingresan a pacientes geriátricos. La población se ha envejecido mucho y en este grupo hay pacientes muy frágiles. Esto implica que los demás profesionales del hospital - no sólo los especialistas en geriatría- deben conocer aquellos aspectos diferenciales de la atención a las personas mayores. Es una realidad que no podemos rehuir. Este abordaje nos permitirá tener un conocimiento de cuáles son las necesidades de estos pacientes, que a menudo van más allá del cuidado del paciente y abarcan también una vertiente social.
"La fragilidad no es una enfermedad concreta sino una condición de salud, pero debe saber detectarse".
La fragilidad no es una enfermedad concreta sino una condición de salud, pero debe saber detectarse. La edad en sí no debe ser una limitación de las actuaciones que hacemos, pero debemos encontrar un punto de equilibrio. Por tanto, debemos conocer saber el grado de fragilidad que tiene el paciente para evaluar correctamente la intensidad diagnóstico-terapéutica que debemos aplicar en cada caso.
Al principio de mi vida profesional la muerte me afectaba más y con los años he entendido que es parte de nuestro trabajo asistencial. Hay casos que te afectan más y otros menos, pero intentamos acompañar al paciente ya su familia en esta etapa de la vida lo mejor posible.
Los profesionales que suben cada vez se les forma más en ese aspecto. Antes no teníamos formación sobre cómo afrontar la muerte de los pacientes. En ese aspecto estamos mejor que hace 30 años, seguro.