La depresión es un trastorno del estado de ánimo y en sus formas más severas supone una alteración de la conducta y la calidad de vida de las personas que la padecen. “Existen aproximaciones farmacológicas con resultados muy positivos para muchos pacientes, pero en los casos más graves la respuesta de los pacientes a estos fármacos no es suficiente y con el tiempo desarrollan procesos de desensibilización al tratamiento, que lleva a intervenciones terapéuticas más drásticas”, explica el director del estudio, Francesc Artigas, investigador del CSIC en el Instituto de Investigaciones Biomédicas de Barcelona (IIBB-CSIC-IDIBAPS).
Funcionamiento
La terapia desarrollada por este estudio consiste en silenciar la expresión de una proteína, el receptor de membrana 5-HT1A, en las neuronas serotonérgicas implicadas en el control de los estados de ánimo. “Administramos por vía intranasal a los ratones un complejo en el que incluimos siRNA, un ARN de interferencia al que le adherimos una sustancia que lo dirige únicamente a las neuronas que sintetizan la serotonina en el cerebro. Durante los experimentos vimos que los ratones tratados con esta terapia mostraban un comportamiento antidepresivo importante”, explica Analía Bortolozzi, investigadora del IDIBAPS y primera firmante del artículo.
Aplicación combinada o sola
El procedimiento propuesto por este estudio podría aplicarse tanto como una terapia en sí misma, como para potenciar el efecto de los fármacos antidepresivos en los casos de resistencia a estos medicamentos. “Los fármacos actúan sobre determinadas proteínas del cerebro, mientras que este nuevo tratamiento incide sobre la propia síntesis de la proteína, no sobre su actividad, por lo que su efecto es mucho más potente”, concluye el investigador del CSIC.
En el estudio han participado también el Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental y el Centro de Investigación Biomédica de Enfermedades Neurodegenerativas, el Hospital Universitario de Bellvitge y la Cornnell University de Nueva York.
La tecnología empleada es propiedad de la empresa española n-Life Therapeutics, S.L., que ha presentado una solicitud de patente compartiendo autoría con los investigadores que lideran esta investigación.