El aumento de la longevidad de la población ha llevado a un aumento global en la prevalencia de la demencia, lo que implica un importante problema socioeconómico. Dado que no hay ningún tratamiento para curar la demencia, identificar intervenciones que prevengan o retrasen su inicio es un tema del máximo interés en salud pública.
El estrés oxidativo está relacionado con un empeoramiento de la cognición asociado a la edad. Diferentes estudios indican que un aumento en la adherencia a dietas ricas en agentes antioxidantes puede frenar el deterioro cognitivo. Los resultados de varios estudios prospectivos sugieren que las dietas suplementadas con aceite de oliva virgen extra o frutos secos o con la ingesta de ácidos grasos omega-3, como el DHA, disminuyen tanto el riesgo cardiovascular como el riesgo de deterioro cognitivo. La dieta mediterránea, que es un patrón alimentario rico en antioxidantes, también parece reducir el riesgo de demencia en estudios de observación. "Precisamente, en un subestudio del estudio clínico aleatorizado PREDIMED demostramos que la dieta mediterránea enriquecida con aceite de oliva virgen extra o con frutos secos contrarrestaba el deterioro cognitivo de la edad", señala Emili Ros.
Las nueces son ricas en ácido alfa-linolénico (omega-3 vegetal) y polifenoles, considerados como nutrientes claves en dietas beneficiosas para el cerebro. Diferentes estudios experimentales han analizado los efectos de los frutos secos, particularmente de las nueces, en la salud cerebral con resultados positivos. "A pesar de que hay una evidencia experimental abundante, no existen datos clínicos sobre las mejoras cognitivas asociadas a la ingesta de nueces en la dieta", explica Emili Ros. De ahí que los investigadores analizaran los efectos de la ingesta diaria de nueces durante dos años en la función cognitiva de adultos sanos.
El estudio WAHA incluyó 636 participantes con una edad entre 63 y 79 años de dos centros: el Hospital Clínic de Barcelona y la Universidad de Loma Linda (California). Se les dividió en dos grupos y a la mitad se les dio una dieta enriquecida con nueces (30-60 g al día) o una dieta control (sin nueces u otros frutos secos). Se les hizo tests neurocognitivos al inicio y a los dos años. Además, a 108 de los participantes del Clínico se les hicieron resonancias magnéticas funcionales del cerebro.
El estudio no pudo concluir que había un efecto significativo sobre la cognición tras dos años de suplementación con nueces. "Este hecho se debe a que la duración del estudio no ha sido suficientemente larga y a que la población del estudio estaba demasiado sana: ninguno de los participantes desarrolló un empeoramiento cognitivo durante el tiempo de seguimiento", señalan los investigadores.
Sin embargo, el análisis de los resultados por centro demuestra que hubo una influencia positiva entre el consumo de nueces y el rendimiento cognitivo en los participantes de Barcelona, pero no en los de Loma Linda. La diferencia principal entre los dos grupos es que los voluntarios de Barcelona tenían menos educación (estudios superiores) y un nivel inferior de ingesta de ácido alfa-linolénico que los de Loma Linda, es decir, estaban en mayor riesgo de deterioro cognitivo.
En cuanto a las resonancias cerebrales, en las personas que estaban en el grupo control se observó que había un aumento de la actividad en regiones del cerebro que no están relacionadas con la funcionalidad, un hallazgo asociado con la respuesta al daño cerebral en el envejecimiento. Los resultados de este subgrupo sugieren que los frutos secos pueden retrasar el declive cognitivo en aquellas personas que tienen un riesgo elevado. "Los resultados indican que hay que profundizar en los resultados observados y se llevarán a cabo estudios en población más desfavorecida, que es en la que el beneficio puede ser más importante", concluye el Dr. Emili Ros.
Referencia del estudio:
Sala-Vila A, Valls-Pedret C, Rajaram S, Coll-Padrós N, Cofán M, Serra-Mir M, Pérez-Heras AM, Roth I, Freitas-Simoes TM, Doménech M, Calvo C, López-Illamola A, Bitok E, Buxton NK, Huey L, Arechiga A, Oda K, Lee GJ, Corella D, Vaqué-Alcázar L, Sala-Llonch R, Bartrés-Faz D, Sabaté J, Ros E.
Am J Clin Nutr. 2020 Jan 7. pii: nqz328. doi: 10.1093/ajcn/nqz328.