El sistema del Complemento es una parte importante del sistema inmunitario innato. Está formado por un conjunto de proteínas que se activan en cascada y participan en procesos bioquímicos destinados a potenciar la respuesta inflamatoria, beneficiosa frente a agresiones fundamentalmente externas (infecciones). Dicho sistema se puede activar por tres vías distintas, siendo una de ellas la vía de las lectinas. Un 20% de la población general presenta polimorfismos genéticos que condicionan una deficiencia funcional en esta vía de las lectinas sin que se asocie aparentemente a defectos inmunitarios relevantes. Los investigadores del IDIBAPS han demostrado mediante estudios básicos en ratones y estudios clínicos con pacientes que los portadores de dicha deficiencia funcional de la vía de activación de las lectinas presentan un mejor pronóstico neurológico en caso de ictus.
Las investigaciones básicas se llevaron a cabo con ratones deficientes (knockout) para el gen MBL (Mannose-Binding Lectin) que codifica para una proteína esencial para la activación del Complemento por la vía de las lectinas. Estos ratones presentaban un daño cerebral menor que los normales tras un ictus. Si se introducía en los ratones knockout una proteína MBL recombinante humana, el daño cerebral volvía a ser el habitual. Para confirmar estos resultados en humanos se analizaron 135 pacientes con ictus cerebral. Aproximadamente el 20% de ellos tenían deficiencias en la vía de activación del Complemento, cifra que concuerda con los datos de la población general. Más del 58% de los pacientes con ésta vía del Complemento alterada pudieron volver a casa con buenos niveles de independencia y calidad de vida, mientras que esta cifra no llegaba al 30% en los pacientes normales.
Esto significa que la vía de activación del Complemento a través de lectinas tiene un efecto negativo sobre la recuperación funcional tras un ictus. Los investigadores centran ahora sus esfuerzos en encontrar formas de inhibir esta vía de activación en pacientes con un ictus. La actuación sobre los pacientes debería ser diferente en función de si tienen o no alterada la vía de las lectinas. Determinar genéticamente si la vía está alterada o no es una técnica sencilla, que en los próximos años podría convertirse en un estándar para el correcto tratamiento del ictus.