El alcoholismo, o dependencia del alcohol, se considera una enfermedad crónica y por tanto se debe analizar desde una perspectiva a largo plazo. Son pocos los estudios que van más allá de los 15 años de seguimiento, y la gran mayoría se han desarrollado en países anglosajones. Gracias a sus 25 años de historia, la Unidad de Alcohologia del Hospital Clínic de Barcelona dispone de la experiencia necesaria para valorar la evolución de sus pacientes y liderar iniciativas europeas como el nuevo proyecto AMPHORA. Las conclusiones que extraen los miembros de la Unidad de Alcohología del Hospital Clínic de Barcelona, dirigida por el Dr. Antoni Gual y apoyada por la Generalitat de Catalunya, apuntan a que los alcohólicos pueden superar su dependencia de forma estable e indefinida. La mejor manera de lograrlo es la abstinencia, y los resultados obtenidos durante el primer año de tratamiento son un buen indicador de las probabilidades de éxito del paciente. Otro aspecto relevante es que las mujeres parece que obtienen mejores resultados a largo plazo.
La Unidad de Alcohología del Hospital Clínic, creada en el año 1984, fue la primera referencia en el tratamiento del alcoholismo en Cataluña. Los profesionales que la integran son pluridisciplinares, y entre ellos se encuentran 5 psiquiatras, 4 psicólogos, 1 trabajadora social y 1 administrativa que velan por el buen funcionamiento de la atención a los enfermos. Los más de 350 pacientes anuales atendidos reciben una atención muy completa que incluye aspectos como la psicología, la hepatología, la medicina interna y un laboratorio bioquímico. Este amplio equipo ha desarrollado durante 25 años una labor de liderazgo en cuanto a tratamientos, formación de profesionales y creación de instrumentos de medida. Su labor también ha hecho disminuir los prejuicios que tildaban los alcohólicos de personas viciosas y no de enfermos.
Datos obtenidos con un grupo de 850 pacientes, dos terceras partes de los que precedían del Área Metropolitana de Barcelona y el resto de otras partes de Cataluña, dibujan el mapa de situación en nuestro país. Además del propio Dr. Antoni Gual, en este estudio han participado otros miembros de la Unidad de Alcohologia del Clínic, como la Dra. Anna Ligoña y el Dr. Fabián Bravo, y el Sr. Joan Colom, subdirector de Drogodependencias de la Generalitat. Estos pacientes, de entre 18 y 55 años, iniciaron el tratamiento en 1987. El programa seguido fue similar en todos los casos y duró aproximadamente 2 años. Al cabo de 20 años, 273 habían muerto, no necesariamente por motivos derivados del alcoholismo, y 101 prefirieron no participar en el estudio, sin que ello signifique que el consumo de alcohol se haya mantenido durante el tiempo. De los datos obtenidos con el resto se desprende que por cada 3 pacientes que se habían convertido en abstinentes, 1 seguía siendo alcohólico. En la muestra original había 165 mujeres, y el porcentaje de mujeres que se mantienen abstinentes 20 años más tarde casi dobla el de hombres. Los datos de mortalidad también eran menores entre las mujeres. La mortalidad vinculada con el alcohol en la población española es tres veces mayor en hombres que en mujeres, y el 60% de estas muertes están relacionadas enfermedades crónicas. En la población estudiada, aquellos que eran muy bebedores al cabo de 5 años triplican la moralidad de los abstinentes al llegar a los 10 años de estudio. Al cabo de 20 años su mortalidad todavía dobla la de los abstinentes.
También existe una relación entre el consumo de tabaco y el alcohol, dado que los bebedores tienen más tendencia a ser también fumadores. Quizá por eso los datos del estudio apuntan a que hay cierta relación entre el alcoholismo y la aparición de enfermedades respiratorias crónicas. El resto de enfermedades crónicas observadas tanto podían estar asociadas con el envejecimiento de los pacientes como con el consumo de alcohol, así que no se pudo establecer una relación directa. Las alteraciones psicosociales resultaron ser más acusadas en el grupo de los pacientes que siguieron bebiendo sin control que en los grupos que se convirtieron en bebedores moderados o abstinentes.
Los resultados son muy significativos dada la gran muestra recogida y el largo período de tiempo comprendido por el estudio. Sin embargo, aún quedan grandes retos por afrontar, como identificar factores de riesgo de recaída y analizar mejor la evolución de la mortalidad a lo largo del tiempo o los hábitos de las mujeres bebedoras. Por eso son necesarios proyectos como AMPHORA, financiado por el 7º Programa marco de la Comisión Europea y encabezado por el Hospital Clínic. Esta iniciativa une los esfuerzos de 33 centros de 12 países europeos para potenciar la investigación y diseñar medidas de salud pública para combatir los daños derivados del consumo de alcohol. Los diferentes grupos de trabajo se centrarán en aspectos como la influencia de la publicidad de alcohol sobre los jóvenes, el coste-efectividad de las medidas políticas contra el alcohol, la identificación de entornos propicios para el consumo o la influencia del precio y la facilidad de acceso. AMPHORA servirá para, en los próximos 4 años, convertir la investigación en recomendaciones políticas que ayuden a combatir el alcoholismo en toda Europa.