El estudio comparó las habilidades neurológicas de 100 recién nacidos con peso normal durante la gestación y de otros 102 bebés “pequeños para edad gestacional”, diagnóstico con el que se definen las formas leves de retraso de crecimiento. Los bebés con bajo peso mostraron peores resultados en la Escala de Valoración del Comportamiento Neonatal (NBAS), un examen que evalúa capacidades neurológicas de los recién nacidos, como la atención, la movilidad, la respuesta a estímulos visuales o auditivos, la adaptación al medio y el auto control. Los recién nacidos con peso menor del normal obtuvieron sistemáticamente peores resultados en todas las competencias neurológicas analizadas, lo que hace pensar que estos niños sufren un retraso en la maduración neurológica que puede tener consecuencias para su desarrollo sensorial y cognitivo futuro, especialmente en las etapas escolares y en la adolescencia.
Hasta ahora, se conocía el riesgo de un desarrollo neurológico deficiente para aquellos fetos con formas graves de retraso de crecimiento. Los retrasos de crecimiento graves afectan a menos del 1% de los embarazos y son objeto de especial vigilancia porque normalmente los bebés nacen prematuros. Sin embargo, los nacidos con formas leves de bajo peso y cerca del término de la gestación, que suponen hasta un 10% de los embarazos, eran hasta ahora considerados variantes de la normalidad. Este estudio demuestra que el riesgo de retraso neurológico existe incluso si las pruebas actuales de control son normales y cuestiona la utilidad de la ecografía Doppler de la arteria umbilical, actualmente herramienta estándar para diferenciar un feto con verdadero retraso de crecimiento de uno simplemente pequeño pero sin restricción en su crecimiento. El trabajo pone en evidencia que son necesarios nuevos tests para poder detectar a estos bebés de riesgo.
Los trastornos del neurodesarrollo afectan hasta a un 10% de la población infantil. Se considera que hasta dos tercios de los mismos podrían ser explicados por enfermedades o problemas en vida fetal, aunque la identidad de estos problemas es todavía poco conocida. Esta investigación es de gran relevancia porque representa un fuerte respaldo a la hipótesis, sugerida desde hace años por investigadores del Hospital Clínic, de que una parte de los trastornos neurológicos en niños pueden ser explicados por formas leves de bajo peso. Si se puede identificar cuanto antes a estos bebés con riesgo de padecer deficiencias neurológicas, se podrían prevenir problemas posteriores de desarrollo cognitivo. En consecuencia, una de las utilidades de este estudio sería la posibilidad de establecer programas especiales de detección precoz e intervención, aspectos en los que el Clínic ya trabaja de forma intensiva en colaboración con otros centros. El diagnóstico e intervención precoces permitirán en el futuro ayudar a los recién nacidos con problemas neurológicos a mejorar su desarrollo cognitivo, su aprendizaje y su integración sin dificultades en la sociedad.
La Vanguardia ha publicado un extenso reportaje sobre este tema.