Numerosos estudios apuntan que el consumo moderado de vino tiene efectos beneficiosos para la salud. La aterosclerosis se considera actualmente una enfermedad inflamatoria de bajo grado de las paredes de las arterias, que se puede ver aliviado por un consumo moderado de vino. Lo que no se ha podido aclarar es en qué medida estos beneficios son debidos a los compuestos fenólicos del vino, independientemente de la ingesta de alcohol. Estos compuestos son los responsables del sabor, el color y la textura en boca del vino.
El trabajo publicado por investigadores del IDIBAPS - Hospital Clínic es el primer ensayo clínico randomizado que estudia de forma separada los efectos del vino tinto y su variante sin alcohol sobre los estadios iniciales de la aterosclerosis. El estudio se hizo con 67 hombres voluntarios con un elevado riesgo cardiovascular. Estos individuos se separaron en tres grupos que recibieron durante cuatro semanas 30g de alcohol por día de vino tinto, el volumen equivalente en forma de vino sin alcohol o bien el equivalente a 30g de alcohol por día de ginebra. Durante este periodo de tiempo se fueron recogiendo muestras celulares y serológicas para estudiar la evolución de varios biomarcadores, de la expresión de moléculas de adhesión y de citocinas inflamatorias relacionadas con la enfermedad.
Los resultados sugieren que tanto el etanol como los componentes no alcohólicos contribuyen por separado a los efectos antiinflamatorios del vino tinto. Los componentes fenólicos serían los responsables de modular la expresión de moléculas de adhesión a los leucocitos, mientras que tanto el etanol como los polifenoles del vino modificarían la presencia de mediadores solubles de la inflamación en pacientes con elevado riesgo cardiovascular. Estos efectos podrían contribuir a los beneficios que se atribuyen al vino en la mejora de las fases iniciales y la progresión de la aterosclerosis.