Hoy en día, disponemos en Europa de cinco vacunas contra el virus SARS-CoV-2 aprobadas, de las que ya se han suministrado más de once mil millones de dosis. Todas ellas han demostrado una alta eficacia en la prevención de las formas graves de la COVID-19, así como un perfil de seguridad aceptable. Sin embargo, la notificación de efectos secundarios raros, como el síndrome de Guillain-Barré, relacionados con la administración de estas vacunas, hace necesario un seguimiento estricto de las personas vacunadas.
Por esta razón, un equipo liderado por Daniel Prieto-Alhambra, y formado por investigadores de la Universidad de Oxford, la Fundación Instituto Universitario para la investigación en la Atención Primaria de Salud Jordi Gol i Gurina, la Universidad Autónoma de Barcelona, el Hospital Clínic y la Universidad de Barcelona, ha analizado dos grandes bases de datos con historias clínicas electrónicas de atención primaria del Reino Unido y Cataluña. En el estudio ha participado Eugenia Martinez-Hernandez, investigadora del grupo Hospital Clínic-IDIBAPS Patogénesis de las enfermedades neuronales autoinmunes, dirigido por Josep Dalmau.
“El análisis incluye a 8,3 millones de personas que han recibido al menos una dosis de las vacunas contra la COVID-19 de Oxford-AstraZeneca, Pfizer-BioNTech, Moderna o Janssen, 735.870 pacientes no vacunados que han pasado la enfermedad y 14,3 millones de personas de la población general”, explica Martínez-Hernández. “En estos grupos de población, hemos estudiado cuatro trastornos neurológicos: la parálisis facial periférica, conocida como parálisis de Bell, la encefalomielitis, la mielitis transversa y el síndrome de Guillain-Barré y su aparición durante los 21 días siguientes a la administración de la primera dosis de la vacuna o a lo largo de los 90 días posteriores al test positivo por infección del SARS-CoV-2. Además, hemos utilizado el número de casos nuevos diagnosticados en la población general entre 2017 y 2019 como referencia basal”.
De acuerdo con los resultados, el número de personas que desarrolló parálisis de Bell, encefalomielitis y síndrome de Guillain-Barré después de recibir la vacuna fue similar a la incidencia de la población general. Es decir, los investigadores no observaron relación alguna entre la vacunación y la aparición de estos trastornos. En cambio, los casos de parálisis de Bell, encefalomielitis y síndrome de Guillain-Barré sí aumentaron más de lo esperado en personas no vacunadas, infectadas por el virus. "Esto parece indicar que la infección del SARS-CoV-2 puede incrementar el riesgo de desarrollar trastornos neurológicos autoinmunitarios, lo que supone un argumento a favor de la vacunación, puesto que las evidencias señalan que las vacunas son seguras", declara la investigadora. La relación entre las vacunas y la mielitis transversa no pudo determinarse, porque el número de casos fue inferior a cinco en todos los grupos vacunados, hecho que imposibilitó realizar un análisis concluyente.
Martínez-Hernández es experta en enfermedades neurológicas, donde el sistema inmunitario altera la estructura y funcionamiento del sistema nervioso central, conformado, por el cerebro y la médula espinal, o periférico, compuesto por los nervios y las uniones neuromusculares. Su experiencia ha contribuido a la revisión y clasificación de los diagnósticos incluidos en el estudio, así como a la relación de los resultados obtenidos con la literatura neurológica y la práctica clínica. La investigación de la investigadora recibe financiación del Instituto de Salud Carlos III.
Referencia del estudio
Xintong Li, Berta Raventós, Elena Roel, Andrea Pistillo, Eugenia Martinez-Hernandez, Antonella Delmestri, Carlen Reyes, Victoria Strauss, Daniel Prieto-Alhambra, Edward Burn, Talita Duarte-Salles. Association between covid-19 vaccination, SARS-CoV-2 infection, and risk of immune mediated neurological events: population based cohort and self-controlled case series analysis. BMJ 2022; 376 doi: https://doi.org/10.1136/bmj-2021-068373.