Hoy se han presentado los resultados del estudio en un acto en el que han participado la coordinadora del estudio, Mavi Sánchez Vives, investigadora ICREA en el IDIBAPS donde lidera el equipo Neurociencia de Sistemas; Mel Slater, Director del Event Lab en la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona y coautor del artículo; y la primera autora del estudio, Sofía Seinfeld, investigadora en el IDIBAPS y en el Event Lab (Laboratorio de Entornos Virtuales en Neurociencia y Tecnología), y Elías Campo, director del IDIBAPS.
Los actos violentos perpetrados contra otras personas están relacionados con la falta de empatía o con una dificultad del agresor de ponerse en la piel de la víctima. Aunque existen estudios que demuestran que las personas violentas tienen dificultades para identificar emociones como el miedo o la ira, existen discrepancias a causa de la metodología utilizada para determinar la empatía y por los problemas éticos que plantean este tipo de estudios.
El estudio publicado en Scientific Reports constituye un nuevo enfoque en el estudio de la empatía y la agresividad en personas violentas, ya que permite a los participantes experimentar en primera persona una situación violenta virtual desde la perspectiva de la víctima. El trabajo se basa en estudios en los que gracias a la realidad virtual inmersiva los participantes perciben un cuerpo virtual que sustituye su propio cuerpo. “Los cuerpos virtuales pueden ser drásticamente diferentes de los del participante, pero aun así, experimentan una fuerte ilusión subjetiva de propiedad del cuerpo virtual. Estas ilusiones influyen en el participante alterando percepciones, actitudes y comportamientos”, explica Mavi Sánchez Vives.
El impacto de cambiar la perspectiva en violencia doméstica
El principal objetivo del estudio fue investigar algunos de los mecanismos de un tipo concreto de comportamiento violento: la violencia doméstica. Los investigadores analizaron el impacto de esta realidad virtual inmersiva en el reconocimiento de las emociones en dos tipos de personas, maltratadores y controles. Antes y después de la sesión de realidad virtual, los participantes, 20 maltratadores y 19 controles, completaron un test de reconocimiento emocional para determinar si la experiencia cambiaba su percepción y empatía.
En la sesión, los participantes entraban en un entorno virtual en el que su cuerpo se sustituía por el de una mujer virtual y pasaban por un proceso de asimilación e identificación de su yo virtual. Desde esta perspectiva, veían a un hombre virtual entrar en escena y mostrar un comportamiento violento, tanto por los gestos como por la forma de hablar, y que invadía, de forma progresiva, el espacio personal de la víctima. “El ambiente es interactivo ya que el abusador virtual mira a la cara del participante gritando "¡Cállate!" si habla, o "¡Mírame!” si mira hacia otro lado”, explica Mel Slater, co-autor del estudio.
Los resultados del estudio demuestran que los maltratadores tienen una capacidad significativamente inferior que los controles para reconocer el miedo en la cara de las mujeres. “Después de meterse en el cuerpo de una mujer, a través de la sesión de realidad virtual, mejoraba la capacidad para reconocer ese miedo”, explica Sofía Seinfeld, primera autora del artículo.
“En este trabajo demostramos, por primera vez, que cambiando la perspectiva de personas agresivas a través de la realidad virtual inmersiva, se puede modificar procesos como el reconocimiento de las emociones, que se cree que están detrás de esta forma específica de violencia”, explica Mavi Sánchez Vives, coordinadora del estudio.
Referencia del estudio:
Offenders become the victim in virtual reality: impact of changing perspective in domestic violence.
Seinfeld S, Arroyo-Palacios J, Iruretagoyena G, Hortensius R, Zapata LE, Borland D, de Gelder B, Slater M, Sanchez-Vives MV.
Sci Rep. 2018 Feb 9;8(1):2692. doi: 10.1038/s41598-018-19987-7.