El trastorno bipolar es una de las diez principales causas de discapacidad en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud. Se trata de una patología marcada por cambios bruscos del estado de ánimo, pensamiento y comportamiento. Aunque se dispone de terapias farmacológicas eficaces, éstas sólo actúan a nivel de los síntomas, mientras que la recuperación funcional del paciente requiere otro tipo de intervención. Así, se propone el uso de la psicoeducación como un profiláctico que ayude a prevenir recaídas en pacientes con trastorno bipolar. Con esta estrategia aprenden, entre otras cosas, la importancia de tomar la medicación o cómo identificar los síntomas de una recaída. Dos artículos publicados en British Journal of Psychiatry y Journal of Clinical Psychiatry ponen de manifiesto los claros beneficios de esta terapia a largo plazo. Los trabajos se han llevado a cabo en el marco del Programa de Trastornos Bipolares que dirige el Dr. Eduard Vieta en el IDIBAPS-Hospital Clínic de Barcelona y en ellos el Dr. Vieta y el Dr. Francesc Colom aparecen como segundo y primer firmante, respectivamente.
Por un lado los pacientes se ahorran, en los 5 años de seguimiento, un año de síntomas, lo que hace que se reduzca el número de hospitalizaciones y la duración de las mismas. Por otro lado, aunque el gasto sanitario inicial es superior, con el tiempo, la psicoeducación constituye una terapia menos costosa y más efectiva que la convencional. Estos dos trabajos son la continuación de una investigación, llevada a cabo por el mismo grupo en el año 2003, en la que se mostraban los beneficios de la piscoeducación para los pacientes con la enfermedad en un periodo de dos años. Con la extensión del seguimiento tres años más se convierte en el primer ensayo clínico que demuestra la eficacia a largo plazo de la terapia.
En el estudio participaron 120 pacientes que se dividieron en dos grupos: uno que, además del tratamiento psiquiátrico estándar, recibió psicoeducación de forma semanal durante las 21 semanas de seguimiento inicial; y otro que, aunque asistió a reuniones semanales durante el mismo periodo, no recibió instrucciones especiales del terapeuta. Con esto se quiso controlar la variabilidad inducida por un posible efecto de soporte de las reuniones por si mismas. Después de las 21 semanas, los pacientes siguieron recibiendo la terapia farmacológica habitual sin intervención psicológica.
Los resultados tras cinco años confirman los vistos tras el seguimiento a los dos años, en los que el número de episodios bipolares fue mucho menor para los pacientes que recibieron psicoeducación. Los pacientes que participaron en las sesiones de psicoeducación sufrieron un 66% menos de episodios de manía y un 75% menos de depresión. En cambio, los asignados al grupo control estuvieron un 35% y un 56% menos en estos episodios, respectivamente. Los pacientes del grupo psicoeducado pasaron el 8% de los 5 años en episodios maníacos o depresivos, mientras que los del otro grupo lo estuvieron el 30%. Es decir, los pacientes psicoeducados tienen menos episodios y son más cortos.
Aparte de los claros beneficios para los pacientes, esta intervención también tiene ventajas en lo que a gasto sanitario se refiere. Aunque a corto plazo, durante la fase de psicoeducación, los pacientes utilizan más recursos sanitarios sin ventajas adicionales respecto al grupo control, en el periodo de post-intervención – a los 5 años – se demuestra que la terapia es más efectiva y menos costosa. Así, aunque el coste de las visitas de seguimiento es elevado para los pacientes tratados, el gasto general queda compensado por el mínimo uso de las visitas de urgencia posteriores. Cabe destacar que el gasto de hospitalización en pacientes psicoeducados representa un 15% del total, mientras que el del grupo control representa el 40%.
Así pues, la psicoeducación ofrece a pacientes con trastorno bipolar la capacidad de controlar su enfermedad mediante un entrenamiento de seis meses. Ahora, el objetivo es implementar y estandarizar el uso de esta terapia mediante la formación de personal sanitario – psiquiatras, psicólogos y enfermeras – de los diferentes centros sanitarios y de salud mental.