Aunque se preveía que la incidencia de la EPOC aumentaría de forma sostenida, el número de casos se ha mantenido estable en los últimos años. Incluso se observa una disminución de su gravedad, sobre todo gracias al retroceso del tabaquismo en la sociedad. Por desgracia, pasa exactamente lo contrario en los países en vías de desarrollo. Por otra parte, en la historia natural de la EPOC intervienen otros factores como las infecciones, que pueden provocar agudizaciones y acelerar su evolución.
Según el Seminar de The Lancet, la EPOC es una enfermedad compleja con diferentes fenotipos que hoy por hoy no se traducen en diferentes aproximaciones terapéuticas. Actualmente se postulan posibles subgrupos de enfermos en función de sus manifestaciones, así como herramientas de pronóstico multidimensionales. La capacidad de predecir la evolución del enfermo aumenta si, además de la capacidad pulmonar, se tienen en cuenta aspectos como la capacidad de hacer ejercicio, el índice de masa corporal o la frecuencia y gravedad de las agudizaciones del paciente.
En cuanto al tratamiento, los autores subrayan que deben tenerse en cuenta otras manifestaciones sistémicas de la enfermedad. Y es que los pacientes con EPOC presentan una mayor tendencia a desarrollar depresión, hipertensión, osteoporosis o cardiopatías. Aunque las terapias disponibles no han logrado todavía cambiar la historia natural de la enfermedad, los pacientes viven más y mejor. No hay una cura disponible, pero cada vez la EPOC se aborda desde una perspectiva más amplia y el paciente tiene más herramientas para una correcta autogestión.
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