El hígado graso no alcohólico es una enfermedad asociada a trastornos metabólicos como la obesidad o la diabetes de tipo 2 y afecta a, aproximadamente, el 25% de la población mundial. Esta enfermedad puede progresar a cirrosis y cáncer de hígado.
A nivel celular, la enfermedad del hígado graso se caracteriza por la acumulación de colesterol en los hepatocitos, el principal tipo de células del hígado. Las moléculas de colesterol se acumulan en las mitocondrias, los componentes celulares donde se genera la energía necesaria para la célula y por tanto con un papel clave en el metabolismo.
Por otro lado, estudios recientes demuestran que la obesidad interfiere en el funcionamiento del retículo endoplasmático, otro orgánulo celular que se encarga, entre otras cosas, de la maduración de las proteínas y de su distribución en la célula o fuera de ella. Cuando no funciona correctamente, las proteínas no se forman bien y se acumulan, impidiendo que se desarrollen con normalidad algunas funciones celulares.
El objetivo del proyecto premiado por la Fundación BBVA es entender mejor el vínculo entre los fallos en el retículo endoplasmático y la acumulación de colesterol en las mitocondrias a través de una proteína específica, StARD1, encargada de transportar el colesterol a las mitocondrias.
Diversos estudios previos de este mismo equipo ya han demostrado la relación entre fallos en el retículo endoplasmático y sobreproducción de StARD1. Ahora el grupo quiere inducir obesidad -mediante una dieta obesogénica- en ratones que han sido modificados genéticamente para que sus hepatocitos no puedan producir StARD1.
“La demostración de que esta proteína es clave en la enfermedad del hígado graso abre importantes vías para futuros tratamientos contra enfermedades asociadas a la obesidad”, señala Jose Carlos Fernández-Checa.