El trabajo se ha llevado a cabo con un total de 3402 pacientes de 14 centros de atención primaria de 13 países europeos y el síntoma guía para la inclusión de los pacientes ha sido la tos, además de otros signos vinculados a infecciones respiratorias leves. Los objetivos principales del estudio se centran en el análisis de la prescripción de antibióticos a los pacientes, la evolución de los mismos y determinar cuáles son los factores asociados a la prescripción.
Los resultados indican que el índice del uso de antibióticos para tratar infecciones respiratorias en atención primaria es muy alto y que el tipo de fármacos utilizados es muy variado. Mientras que los centros catalanes que han participado en el estudio tienen unas tasas muy bajas de prescripción, otros presentan índices más elevados y por encima de la media, como el de Eslovaquia con una tasa del 87,6%, la más alta. Cabe destacar que, entre los pacientes que fueron tratados con antibióticos y los que no, no se observaron diferencias en su evolución, lo que indica que el tratamiento no era necesario. Así, el principal problema que se deriva de esta hiperprescripción es la generación de resistencias por parte de los enfermos.
Por otro lado, se han identificado los factores relacionados con la prescripción de estos fármacos, que son la duración de la enfermedad antes de acudir a la consulta y el hábito del tabaco en el paciente. Se trata de dos factores que, aunque son objetivos en su medición, también son subjetivos del médico, lo que indica que existe una falta de protocolos claros y consensuados para la administración de antibióticos que serían de gran utilidad para mejorar la situación. Esta necesidad también se hace patente en la gran variabilidad en el uso de antibióticos: mientras en España los más utilizados son la amoxicilina y el ácido clavulámico, en otros países europeos se recetan macrólidos o quinolonas.
Así, para intentar disminuir la prescripción de antibióticos, los investigadores plantean, además de la elaboración de las guías clínicas, el desarrollo de tests diagnósticos rápidos. La ventaja de estos tests es que se podrán detectar en la consulta del médico de familia biomarcadores para identificar si el origen de la infección es vírico o bacteriano.