El jueves de la semana pasada, 7 de noviembre, murió Margarita Salas, una pionera y un referente de la investigación española de las últimas décadas.
Nacida en Asturias en 1938, se licenció y doctoró en bioquímica en la Universidad Complutense de Madrid. De 1964 a 1967 trabajó en Nueva York con Severo Ochoa. Tras volver, fundó el primer grupo de investigación en genética molecular de España, donde comenzó a estudiar el virus bacteriófago phi29, en el que halló una proteína, la ADN polimerasa, que se encarga de copiar el ADN. Este hallazgo le permitió desarrollar una técnica que tiene una aplicación crucial en biotecnología: permite amplificar el ADN de manera sencilla, rápida y fiable. Por eso se usa en medicina forense, oncología y arqueología, entre otras áreas. Esta tecnología ha sido, además, la patente más rentable del CSIC.
A lo largo de su carrera recibió numerosos premios, como el Nacional de Investigación Ramón y Cajal o el Jaume I. En 1988 fue nombrada presidenta de la Sociedad Española de Bioquímica y, en 1992, directora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa. En 2007 se convirtió en la primera mujer española miembro de la Academia Nacional de Ciencias de los Estados Unidos y en 2003 entró en la Real Academia Española (RAE).
A sus 80 años, todavía estaba en activo e iba casi todos los días en su laboratorio en el Centro Nacional de Biología Molecular Severo Ochoa. Tenía categoría "ad honorem", que permite a los científicos continuar su trabajo más allá de la edad de la jubilación.