El Dr. Antonio López Rueda, neuroradiólogo intervencionista del Clínic, explica que el CDI ha implementado esta tecnología "sobre tres puntos fundamentales: la formación, la planificación y la simulación".
La impresión 3D es también una muy buena herramienta de formación, ya que se pueden beneficiar médicos residentes, fellows o especialistas que están aprendiendo otras técnicas. "Lo que hacemos", comenta el Dr. Javier Moreno, especialista en radiología intervencionista, "es imprimir los vasos que nos interesa reproducir, siempre son modelos de pacientes reales". Una vez se han impreso los vasos, se sitúan en la sala de arteriografías (la técnica que permite observar las arterias mediante rayos X), desde donde se puede invertir todo el tiempo necesario en explicar los procedimientos y hacer los ensayos que se quiere, cosa que en los casos reales es imposible de llevar a cabo.
Una herramienta para empoderar al paciente
Tener la posibilidad de reproducir físicamente patologías permite dar una información más detallada. "En pacientes a los que no hemos conseguido explicar su patología, podemos mostrarle un ejemplo en 3 dimensiones y hacer que entienda su enfermedad", explica e Dr. López Rueda.
Según Xavier Solé, jefe económico del CDI, aun hay más aplicaciones: "se pueden imprimir widgets personalizados que faciliten la cotidianidad a pacientes que han perdido funcionalidades, por ejemplo a causa de un ictus". "El coste es mínimo, la tecnología la tenemos y el impacto es brutal", añade.