Como exlica Paaijmans, "la actividad metabólica del mosquito, implicado en la degradación de los insecticidas, y la sensibilidad del sistema nervioso en sí son altamente dependientes de la temperatura. Por lo tanto, la temperatura del ambiente tiene el potencial de afectar a la toxicidad de una sustancia química".
El Plan de Evaluación de Plaguicidas (WHOPES, en inglés) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los compuestos y productos para mosquitos en los ensayos en fase I se prueben a una temperatura de entre 25ºC a 27°C. Pero por la noche la temperatura desciende, y es precisamente por la noche cuando los mosquitos de malaria son más activos. Así, según Paaijmans, "al probar el rendimiento del insecticida bajo condiciones estándar de laboratorio, existe la posibilidad de eliminar compuestos en la fase de pruebas que pueden funcionar muy bien en condiciones de campo. Por otro lado, sin información sobre su acción a diferentes temperaturas, es posible implementar productos químicos menos eficiente de lo esperado en condiciones reales de campo".
La capacidad de las mosquiteras tratadas con insecticidas y aerosoles para eliminar a los transmisores de la malaria puede disminuir de forma rápida tras su despliegue, por lo que se ha de tener en cuenta la efectividad de estos productos en un entorno determinado a la hora de mantener un control efectivo durante el mayor tiempo posible entre aplicaciones. Según Katey Glunt, del Centro de Enfermedades Infecciosas Dinámicas y el Departamento de Biología de la Universidad Estatal de Pennsylvania y cofirmante del trabajo, "la temperatura, por ejemplo, influye en la toxicidad de algunos insecticidas, pero es menos importante para otros. Es necesario realizar más pruebas con el fin de entender cómo las herramientas actuales se ven afectadas por las condiciones locales".
Los productos químicos son herramientas poderosas para el control de la malaria y otras enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue, la leishmaniasis y la enfermedad de Chagas. El estudio de investigación dirigido por Paaijmans concluye que, para aumentar la eficacia de las herramientas químicas para el control de vectores, debe tenerse en cuenta el coeficiente de temperatura de los productos químicos desde el principio de la prueba.