El colesterol LDL, conocido como colesterol “malo", es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares. En pacientes con antecedentes, como un infarto de miocardio, la reducción de este tipo de colesterol mediante un tratamiento intensivo con fármacos es fundamental para prevenir la aparición de nuevos episodios cardiovasculares y reducir la mortalidad.
Un estudio del CLÍNIC-IDIBAPS y el Consorcio de Atención Primaria de Salud Barcelona Izquierda (CAPSBE) ha analizado los datos de casi 2.000 pacientes que habían sufrido un infarto, revisando sus niveles de colesterol LDL y los medicamentos prescritos para reducirlo. Los resultados muestran que solo un tercio de los pacientes logra controlar el colesterol a los niveles que recomiendan las guías médicas. Además, se observa que las mujeres y las personas de mayor edad suelen recibir tratamientos menos intensivos que les llevan a controlar peor los niveles de colesterol.
Según Luis González de Paz, del CAPSBE y del grupo de Investigación Transversal en Atención Primaria del IDIBAPS, y uno de los investigadores del estudio, son resultados que indican que es necesario prestar especial atención a las desigualdades de género y edad, especialmente en aquellos que ya tienen antecedentes cardiovasculares y que requieren un seguimiento y tratamiento más intensivo.
La dificultad de bajar los niveles de colesterol
Los datos publicados en la revista British Journal of General Practice Open revelan que solo el 35% de los pacientes estudiados alcanzan niveles inferiores a 70 mg/dl de colesterol LDL, niveles recomendados en guías clínicas antiguas, y tan solo un 12% logra reducirlo hasta los 55 mg/dl, el nivel recomendado actualmente para estos pacientes de alto riesgo.
Para reducir el colesterol “malo”, las guías aconsejan modificar los hábitos de vida (como dejar de fumar, aumentar la actividad física y mejorar la dieta) y, en muchos casos, recomiendan iniciar un tratamiento con estatinas de alta intensidad, que permiten disminuir el colesterol de manera eficaz.
"Aunque existen protocolos claros sobre el tratamiento intensivo del colesterol, hemos observado que la mayoría de los pacientes utilizaban fármacos a dosis bajas", comenta la Dra. Núria Sánchez-Ruano, médica de familia del CAPSBE e investigadora del estudio. "Esto nos indica que, a pesar de tener a nuestro alcance la prescripción, no la estamos utilizando, y que aún tenemos mucho camino por recorrer para mejorar estos resultados".
El sesgo de género en el tratamiento
En cuanto a las diferencias de género, el estudio muestra que las mujeres tienen un 10% menos de probabilidad de recibir un tratamiento intensivo con estatinas en comparación con los hombres, incluso en los casos en los que ellas presentan niveles más altos de colesterol.
"Este resultado podría ser el reflejo de un estereotipo que vincula las enfermedades cardiovasculares únicamente con los hombres, olvidando que las mujeres también las padecen. Además, la tradición de una medicina enfocada desde una perspectiva masculina podría estar perpetuando estas desigualdades en el tratamiento", explica González de Paz.
El edadismo en la atención sanitaria
Los resultados evidencian una desigualdad basada en la edad: los pacientes de mayor edad reciben tratamientos menos intensivos que los jóvenes. Así, a los 34 años la probabilidad de recibir un tratamiento de muy alta intensidad es del 50%, mientras que a los 65 años se reduce al 21%.
"Esto podría estar relacionado con la percepción de que los tratamientos intensivos son menos adecuados para las personas mayores, a pesar de que las guías clínicas recomiendan administrarlos siempre que no haya contraindicaciones", explica Sánchez-Ruano. Estas desigualdades ponen de manifiesto un problema más amplio que se agrava con el envejecimiento de la población: el edadismo, la percepción errónea que lleva a considerar que las personas mayores son menos aptas para ciertos tratamientos.