Los trastornos linfoproliferativos post-trasplante monomorfos incluyen una serie de procesos, caracterizados por la proliferación descontrolada de las células B, que tienen lugar después de un trasplante, y, por tanto, en pacientes con un sistema inmunitario debilitado. Pese a ser una complicación relativamente frecuente, pocos estudios han analizado estos síndromes en población adulta, y menos en niños y jóvenes, lo que dificulta establecer un tratamiento de referencia. “Además, estas neoplasias se clasifican en diferentes subtipos teniendo en cuenta la morfología, es decir, la arquitectura de la proliferación y la forma de las células, pero se desconoce si esta distinción influye en la evolución o la respuesta a la terapia”, explica Itziar Salaverria, líder del grupo IDIBAPS Genética molecular de linfomas pediátricos.
Salaverria encabeza, junto con Olga Balagué, investigadora del grupo Patología molecular en neoplasias linfoides dirigido por Elías Campo, un estudio que analiza muestras de tejido de 31 pacientes pediátricos que habían desarrollado un síndrome linfoproliferativo post-trasplante monomorfo tras recibir un órgano sólido. En concreto, 24 presentaban una morfología de linfoma difuso de células B grandes, mientras que los 7 restantes mostraban características compatibles con linfoma de Burkitt. El trabajo, publicado en la revista Blood, evalúa las características genéticas de todos los casos y las compara con datos previamente publicados de estas neoplasias en población adulta y con respuesta inmunitaria normal. "Mediante técnicas como la hibridación in situ o la secuenciación de nueva generación, determinamos el número de copias y las mutaciones presentes en 167 genes relacionados con la formación de los linfomas", detalla Balagué.
Según los resultados, el perfil genético de los pacientes con linfoma difuso de células B grandes es muy sencillo y no presenta las mismas alteraciones que los casos adultos. Por el contrario, las mutaciones y cambios genéticos presentes en la población pediátrica con linfoma de Burkitt son similares a los de las personas mayores de 18 años inmunocompetentes. “Un ejemplo de esto son las mutaciones que hemos detectado en genes como MYC, ID3, DDX3X, ARID1A y CCND3”, señalan Julia Salmerón-Villalobos y Natalia Castrejón-de-Anta, co-primeras autoras del artículo e investigadoras de los grupos de Salaverria y Campo, respectivamente. “Estos resultados sugieren que los casos con linfoma de Burkitt deberían diferenciarse de los otros síndromes linfoproliferativo post-trasplante monomorfo y recibir tratamientos intensivos. Por el contrario, y de acuerdo a trabajos previos, los pacientes con linfoma difuso de células B grandes podrían tener mejor respuesta a terapias menos agresivas”, añade Salaverria.
A pesar del reducido número de muestras analizadas, que limita los resultados del estudio, los investigadores destacan la importancia del diagnóstico morfológico, así como de analizar el perfil molecular de los pacientes pediátricos para determinar el mejor tratamiento en cada caso. Estos pacientes presentan un elevado riesgo de toxicidad, infecciones y rechazo, por tanto, resulta clave mejorar su cuidado y atención.
Artículo de referencia
Salmerón-Villalobos J, Castrejon-de-Anta N, Guerra-Garcia P, Ramis-Zaldivar JE, López-Guerra M, Mato S, Colomer D, Diaz Crespo FJ, Menarguez J, Garrido-Pontnou M, Andres M, Garcia-Fernandez E, Llavador M, Frigola G, Garcia N, Gonzalez-Farre B, Martin-Guerrero I, Garrido-Colino C, Astigarraga I, Fernandez A, Verdu-Amorós J, Gonzalez Muñiz S, González-Martínez B, Celis V, Campo E, Balagué O, Salaverria I. Decoding the molecular heterogeneity of pediatric monomorphic post-solid organ transplant lymphoproliferative disorders. Blood. 2023 Apr 13:blood.2022019543. doi: 10.1182/blood.2022019543.