Una alimentación baja en sal y rica en alimentos de origen vegetal previene la hipertensión arterial y las enfermedades del corazón. El organismo necesita sal para funcionar, pero en pequeñas cantidades. Los alimentos ya la contienen de forma natural, lo que supone unos 6 gramos diarios, que corresponden a una cucharrilla de café. El exceso de sal produce una sobrecarga en órganos como el riñón, el corazón o el hígado, y provoca retención de líquidos, relacionado con el aumento de peso. Sin embargo, se puede dar sabor a la comida si se usan alternativas como son las hierbas aromáticas, especias o cítricos. Otras acciones sencillas para evitar o reducir la sal, es consumir alimentos frescos en lugar de precocinados o envasados, priorizar el agua embotellada, especialmente las de mineralización muy débil, y evitar refrescos o bebidas energéticas que contienen sal y azúcar.
También se aconseja leer las etiquetas de los productos y escoger los más bajos en sodio. Por último, es clave moderar el consumo de alcohol y dejar de fumar, hábitos desencadenantes de una larga lista de enfermedades y disfunciones orgánicas.
Además de cuidar la alimentación, el deporte es clave para mejorar la salud cardíaca. Realizar entre media y una hora de ejercicio físico diario reduce de manera drástica el riesgo de padecer una enfermedad cardíaca. Se recomienda realizar ejercicio aeróbico como caminar, montar en bicicleta o nadar, y entrenar incrementando poco a poco la distancia o intensidad. Se puede empezar con 20 minutos diarios y aumentar el tiempo progresivamente.
Cada persona posee unas condiciones físicas y de salud diferentes por lo que es recomendable consultar con expertos cuál es el mejor ejercicio para cada uno y planificar una rutina. La bicicleta estática es una buena opción para pacientes con sobrepeso o para las personas de más edad. También se puede hacer una prueba de esfuerzo para determinar el estado de salud y cómo debe ser el ejercicio planificado.
A la hora de hacer ejercicio, es importante no olvidar:
- Calentar y estirar antes y después de realizar ejercicio.
- En la montaña no superar los 1000 metros de altitud después de tener una cardiopatía.
- Detener el ejercicio si se siente fatiga o palpitaciones.
- Controlar el pulso.
- Evitar las temperaturas extremas.
- Aprender a respirar.
- Hidratarse.
Por otro lado, el estrés constituye un factor de riesgo importante para el desarrollo enfermedades cardíacas como la angina de pecho o el infarto. Se pueden adoptar diferentes hábitos para reducirlo:
- Estar en contacto con la naturaleza al menos diez minutos al día.
- Practicar ejercicio físico.
- Practicar ejercicios de relajación como el yoga o la conciencia plena (mindfulness).
- Adoptar hábitos saludables para mejorar el sueño.
- Seguir una alimentación saludable.
- Reducir la ingesta de cafeína y sustituirla por infusiones relajantes como la valeriana.
- Seguir una rutina de trabajo y descanso.
- Estar activo a nivel social. Pasar tiempo con familiares y amigos.
Es clave establecer estos cambios alimentarios y de rutinas como hábitos para ver una mejora significativa en la salud del corazón.