Cada mes de noviembre, Clarivate Analytics publica la lista de los Highly Cited Researchers, que identifica a los investigadores que se encuentran entre el 1% más citado de su especialidad. En la lista de 2021, aparecían 8 expertos del Hospital Clínic-IDIBAPS, y los 8 eran hombres.
Semanas antes, investigadores de la Universidad de Stanford publicaron un ranking que identifica a los investigadores más influyentes del mundo en 22 especialidades científicas. En este caso, había 54 expertos del Clínic-IDIBAPS, de los que solo 3 son mujeres.
Las tres que aparecen nos explican por qué consideran que existe este desequilibrio y qué se puede hacer para fomentar la igualdad. Son:
Mariona Cid, líder del grupo de investigación Vasculitis sistémicas.
Mavi Sánchez-Vives, líder del grupo de investigación Neurociencia de sistemas.
Carme Junqué, líder del grupo de investigación Neuropsicología.
¿Por qué hay tan pocas mujeres en los rankings científicos?
Mavi Sánchez-Vives (MSV): estos rankings se basan en las citas acumuladas a lo largo de los años, por tanto, no son una fotografía de la situación actual, sino que reflejan la de hace veinte o treinta años en los que la mayoría de cargos de responsabilidad los ocupaban hombres.
Mariona Cid (MC): A las mujeres nos ha costado mucho desempeñar cargos de responsabilidad, hemos llegado más tarde. Este retraso en la promoción académica es el que se observa en los rankings.
Carme Junqué (CJ): En la investigación médica estas diferencias de género son más acusadas que en otras áreas de conocimiento, puesto que a menudo los investigadores principales de los proyectos son jefes de instituto, de servicio, de unidad del hospital, cargos que tradicionalmente han ocupado a los hombres.
¿La situación cambiará en un futuro?
MC: Cambiará, pero aún tardará. Si nos fijamos en el peso de hombres y mujeres a lo largo de la carrera científica, un muchas instituciones, incluso a día de hoy, se mantiene el gráfico de tijera: hay muchas mujeres en la base, pero pocas en cargos de responsabilidad.
MSV: Sin duda, dentro de veinte años, los rankings de investigadores más citados serán un reflejo de la situación actual y habrá muchas más mujeres.
CJ: El relevo generacional que estamos viviendo también se traducirá en muchas más mujeres en cargos de responsabilidad y, por tanto, también en los rankings científicos.
¿Has tenido problemas en tu carrera científica por el hecho de ser mujer?
MC: Sí, por supuesto. Sobre todo en sus inicios. He visto jefes de servicio hostiles, que no querían mujeres en el staff o que directamente te decían que la vida académica no era compatible con la vida de mujer casada y madre de familia. Y he visto cómo los hombres, en general, lo han tenido más fácil para ascender que las mujeres.
CJ: Yo siempre he tenido la sensación de que debía hacer el doble de méritos que un hombre para alcanzar el liderazgo, para promocionar, ser jefe de departamento, obtener la cátedra, ser investigadora principal...
MSV: En mi caso, no creo haber sufrido discriminación a la hora de conseguir becas o financiación. No he percibido un trato desigual por ser mujer por parte de las instituciones, pero sí por parte de personas. Hay anécdotas que son reveladoras: vas a una reunión con un doctorando de tu grupo y se dirigen a él pensando que es el jefe y tú la estudiante. O se dirigen a los hombres como "profesor" o "doctor" y a ti con el nombre de pila. Esto es muy común y no solo en el ámbito científico, también con los periodistas. Parece que las mujeres debemos realizar un esfuerzo adicional para tener la misma consideración que un hombre.
¿Todavía ocurren situaciones como estas en la actualidad?
MSV: Un caso bien conocido es el de Ben Barres, un neurocientífico que hizo la transición de mujer a hombre. Tras transicionar, percibió que quienes no sabían que era transexual le trataban con más respeto que cuando se presentaba como mujer. Después de impartir su primer seminario como hombre, un científico dijo que había hecho un gran seminario y que su trabajo era mucho mejor que el de su hermana, pues creía que Bárbara, su nombre de mujer, era su hermana.
MC: Ahora nadie se atrevería a decir que las mujeres no sirven para la investigación, no hay una discriminación abierta, pero los micromachismos siguen existiendo. Son pequeñas actitudes, muchas veces inconscientes, que tanto hombres como mujeres hacemos sin darnos cuenta, porque las tenemos muy interiorizadas. Tenemos o sufrimos actitudes machistas y no somos conscientes de que lo son. A veces todavía detectas un trato paternalista hacia las mujeres. Algunos jefes se dirigen a las mujeres con un tono, con una condescendencia, con la que nunca se dirigirían a un hombre. Y, en algunos casos, a la hora de delegar, un jefe elige a una mujer para realizar un trabajo concreto, sin embargo, si hay que realizar alguna tarea con cierta visibilidad y representatividad, prefiere un hombre.
¿Y cómo influye la maternidad en la carrera científica?
CJ: Tener hijos condiciona enormemente su carrera investigadora. No es solo el período de baja, que ahora muchas becas y proyectos tienen en cuenta, sino todo lo que viene después. Una mujer con hijos pequeños lo tiene más difícil para realizar una estancia postdoctoral, es más complicado que pueda asistir a congresos donde a menudo se consolidan las relaciones con otros grupos y se facilitan las relaciones con los editores de las revistas científicas. A partir de ahí, tienen menos oportunidades de ser investigadoras principales de proyectos porque no han podido tener suficientes publicaciones durante la maternidad o mientras los hijos son pequeños.
MSV: La carrera científica es una carrera de obstáculos, especialmente en nuestro país. Es difícil, exigente, tanto para hombres como para mujeres. A menudo es itinerante, con grandes dosis de inseguridad laboral, muy competitiva, la financiación es insuficiente... esto hace que sea muy complicado compaginarlo con la vida familiar.
MC: Las mujeres tendemos más a poner a la familia por delante del trabajo que a los hombres. Si esto le sumas que a veces el entorno de la investigación no es amigable, que como mujer debes poner mucha más energía que un hombre para demostrar que sirves, hace que muchas mujeres decidan abandonar.
¿Y qué medidas pueden tomar las instituciones científicas como el IDIBAPS para afrontar esta situación?
MSV: Es importante que se hagan planes de igualdad, como sé que está elaborando el IDIBAPS, para romper el techo de cristal. Siguiendo con esto es necesario incorporar medidas que favorezcan la conciliación familiar. También creo que es necesario dar visibilidad a las mujeres investigadoras, especialmente entre los jóvenes.
CJ: Los centros de investigación a menudo pueden hacer poco. En España vamos por detrás en la duración de las bajas de maternidad y paternidad respecto a otros países, por ejemplo. No creo en las cuotas, pero sí que deben crearse las condiciones para que haya igualdad de oportunidades. Pienso que se está caminando en la dirección correcta y en pocos años alcanzaremos la igualdad.
MC: Coincido en que no es necesaria una discriminación positiva, sin embargo, sí que se deben evitar los micromachismos y eso es cosa de todos: no solo de las instituciones, cada uno de nosotros debe ser consciente de ello, detectarlos y hacer pedagogía para evitar que se repitan.
¿Qué le diría a una investigadora joven sobre este tema del género?
MSV: Que se haga valer y no tolere discriminación alguna por el hecho de ser mujer. Y si busca pareja, que sea alguien que entienda y valore su dedicación a la búsqueda. Y si quiere tener hijos, que busque instituciones con facilidades y flexibilidad en ese ámbito.
CJ: Que tenga paciencia, planifique bien su carrera y elija una pareja que acepte la igualdad.
MC: Que mantenga la autoestima y la autoconfianza. Que la carrera científica es como una montaña rusa, en la que hay momentos muy buenos pero también adversos.
Este contenido se ha elaborado gracias al apoyo de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT).