Los desfibriladores implantables son pequeños dispositivos que se colocan bajo la piel, en el pecho, para detectar y detener posibles arritmias cardíacas como las taquicardias ventriculares, disminuyendo así el riesgo de muerte súbita. Para hacerlo, pueden utilizar descargas de alta energía o la denominada estimulación antitaquicárdica. En esta terapia, el dispositivo administra una secuencia de pequeñas estimulaciones para restablecer el ritmo cardíaco y detener la arritmia de manera indolora. Los sistemas clásicos requieren la implantación de cables que pasan por las venas hasta el corazón. Recientemente, ya existen dispositivos subcutáneos sin cables, sin embargo, estos no tienen la capacidad de realizar estimulación antitaquicárdica, lo que limita su utilidad.
Ahora, en un estudio publicado en la revista JAMA, en el que ha participado Lluís Mont, jefe de la Unidad de Fibrilación Auricular, líder del grupo de investigación en Biopatología y tratamiento de las arritmias cardíacas del IDIBAPS y miembro del Comité Directivo del estudio, se ha comparado de manera aleatoria la eficacia de la terapia antitaquicárdica frente a la descarga directa. Este proyecto llamado APPRAISE-ATP es el mayor estudio aleatorizado hecho con desfibriladores. Los resultados muestran que el beneficio de la terapia antitaquicárdica es limitado en pacientes a quienes se les ha implantado un desfibrilador como prevención de muerte súbita (prevención primaria). Se ha observado un mayor tiempo hasta la primera descarga de corriente directa, pero sin una disminución en el número de descargas necesarias ni en la mortalidad. También, en los pacientes a quienes se les ha realizado la terapia antitaquicárdica, se ha observado un mayor porcentaje de "tormentas arritmias". Estos resultados podrían ampliar las indicaciones de los desfibriladores subcutáneos, que administran una descarga de corriente directa al corazón cuando detectan arritmias a través de sistemas sin cables, pero que no pueden suministrar ráfagas de estimulación antitaquicárdica.
Lluís Mont apunta: "Los resultados de este estudio nos pueden ayudar a decidir cuál es el mejor desfibrilador para cada paciente. Sobre todo, si tenemos en cuenta que se están evaluando sistemas de estimulación sin cables, que en combinación con los desfibriladores subcutáneos, podrían ser igual de eficaces y con menos complicaciones graves."
Para este estudio, liderado por el University of Rochester Medical Center, se incluyeron 2595 pacientes a quienes se les había implantado un desfibrilador por taquicardia ventricular, el estudio más grande realizado hasta el momento, divididos en dos grupos: uno al que se le administraba terapia antitaquicárdica antes de la descarga, y el otro, a quienes se les administraba directamente la descarga.
Los resultados muestran que la estimulación antitaquicárdica retrasa la necesidad de la primera descarga, incrementando en un 28% el tiempo que pasa antes del primer choque. Sin embargo, el número de descargas o la mortalidad permanecen invariables, independientemente de si se aplica o no la terapia antitaquicárdica previamente.