La enfermedad inflamatoria intestinal se caracteriza por la presencia de lesiones inflamatorias crónicas en el tubo digestivo. La componen la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn. Estas enfermedades afectan a unas 300.00 personas en España, y cada año se diagnostican unos 10.000 casos nuevos. Las causas que favorecen al desarrollo de esta enfermedad no están del todo definidas, pero ciertos factores, como infecciones previas, aspectos genéticos y elementos ambientales, pueden influir. A pesar de que las infecciones y la genética son difíciles de controlar, algunos hábitos pueden mejorar la evolución de esta enfermedad, por ejemplo, evitar el tabaco en la enfermedad de Crohn. Respecto a la dieta, no hay recomendaciones específicas más allá de hacer una dieta equilibrada y saludable.
Ciertas infecciones gastrointestinales se han relacionado tanto con la colitis ulcerosa como con la enfermedad de Crohn. A pesar de que la enfermedad inflamatoria intestinal no es una enfermedad infecciosa, numerosos estudios demuestran que haber tenido alguna infección intestinal previa puede aumentar el riesgo de desarrollar una enfermedad inflamatoria intestinal. Así, infecciones por parte de ciertas especies bacterianas (Salmonella, Campylobacter o Clostridioles difficile) o norovirus (un tipo de virus muy contagioso), se asocian a un mayor riesgo. Por otro lado, la infección por Helicobacter pylori o helmintos (un tipo de parásito) podría ser un factor protector para el desarrollo de estas enfermedades.
Por otro lado, alrededor de un 5-20% de las personas con colitis ulcerosa o enfermedad de Crohn tienen algún familiar de primer grado que también tiene la enfermedad. Esto indica que factores hereditarios (ligados al ADN o la genética) pueden contribuir al desarrollo de la enfermedad. De hecho, se han identificado alrededor de 160 mutaciones genéticas en pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal que afectan al riesgo de desarrollar la enfermedad. No obstante, estudios en hermanos gemelos idénticos, donde solo uno de los hermanos tiene la enfermedad, demuestran que la genética, a pesar de que puede aumentar el riesgo, no es el único desencadenante.
Por esta razón, se sabe que factores ambientales o independientes de los genes, también juegan un papel. Por ejemplo, ser fumador aumenta el riesgo de desarrollar la enfermedad de Crohn. En pacientes con la enfermedad, continuar fumando se asocia a un peor pronóstico en cuanto al riesgo de necesitar tratamientos inmunosupresores y/o cirugía.
Otros factores ambientales como el estrés, la exposición a contaminantes o incluso la dieta, son difíciles de estudiar. Medir sus efectos requiere un seguimiento de los pacientes durante largos periodos de tiempos. Aun así, estudios recientes donde se modifica la dieta de los pacientes empiezan a aportar luz al papel que la alimentación puede jugar en el desarrollo y mantenimiento de la enfermedad.
Información documentada por:
La Dra. Azucena Salas, jefe de grupo de investigación Enfermedad Inflamatoria Intestinal del IDIBAPS, y CIBER-EHD y la Dra. Ingrid Ordás, gastroenteróloga de la Unidad de Enfermedad Inflamatoria Intestinal del Clínic-IDBAPS y miembro del CIBER-EHD.