La dermatitis atópica afecta en torno al 30% de los niños y al 10% de los adultos en países industrializados. La mayoría de los pacientes con dermatitis atópica se diagnostican en la infancia, pero en ocasiones puede aparecer en la edad adulta. Demasiada higiene puede secar la piel pero poca puede incrementar la acumulación de agentes patógenos, irritantes y alérgenos que se depositan sobre la epidermis.
La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria y crónica de la piel que se presenta en forma de brotes de eczema, que es cuando ciertas zonas se enrojecen, se hinchan y pican. Cuando la piel hace su función correctamente actúa como barrera y protege el organismo de agentes externos como bacterias, virus, factores irritantes, a la vez que retiene el agua. Cuando existe dermatitis, la piel está seca, irritada y no protege adecuadamente, por eso es importante mantener la barrera cutánea hidratada.
El diagnóstico de la dermatitis atópica es clínico, es decir, se observan las lesiones enrojecidas en la piel y el paciente afirma tener picor. Si el profesional sanitario considera oportuno, se realizan otras pruebas como una analítica sanguínea, una biopsia cutánea, o pruebas epicutáneas, cuando se sospecha de una dermatitis de contacto alérgico. Estas últimas se realizan mediante la aplicación de unos parches en la espalda con los alérgenos más frecuentes.
Las complicaciones más frecuentes son las infecciones cutáneas de las lesiones, que pueden agravarse por el rascado crónico, por eso, las secuelas más comunes son cicatrices por el rascado de las lesiones. También muchos pacientes explican tener problemas de conciliación del sueño por el picor, lo que tiene un impacto en su calidad de vida. Aunque en la mayoría de los casos la enfermedad desaparece antes de entrar en la edad adulta, alrededor del 10% de los adultos siguen presentándola. La dermatitis tiene un componente hereditario y puede asociarse a enfermedades como el asma, la rinoconjuntivitis alérgica y/o alergias alimentarias.
El tratamiento de la dermatitis atópica consiste en unas buenas medidas de cuidado de la piel y en el tratamiento de los brotes con corticoides orales y/o tópicos, inhibidores de la calcineurina, fototerapia, bañeras de permanganato potásico y/o avena. En los casos más graves se prescriben inmunosupresores orales como corticoides orales, ciclosporina A, metotrexato, azatioprina, micofenolato, o tratamientos biológicos como Dupilumab. "En los últimos años se han investigado nuevos fármacos que no tienen los efectos secundarios de los inmunosupresores y con muy buena respuesta, por lo que los pacientes pueden tener una calidad de vida normal, prácticamente igual al resto de la población", comenta la Dra. Sara Gómez, dermatóloga del Hospital Clínic.
Los pacientes con dermatitis atópica deben evitar los factores que la provocan y tener especial cuidado al ducharse. Es más dañino ducharse o bañarse sin tener en cuenta ciertas pautas que hacerlo muchas veces. Es indispensable consultar con el especialista cuál es la rutina y los productos más adecuados en cada caso, pero la Asociación Nacional del Eczema recomienda:
- El baño o la ducha hidrata la piel, pero debe hacerse con agua tibia (30-33ºC) y no más tiempo de 10 minutos.
- Utilizar productos que limpien la piel pero que no contengan jabón. El jabón elimina la grasa natural (capa lipídica) de nuestra piel y la deja desprotegida, por eso, el uso de geles de ducha que no contiene jabón, los llamados SYNDET (Synthetic Detergent) son una buena alternativa.
- Evitar los productos que contengan ingredientes como alcohol, disolventes, perfume, fragancias y/o colorantes para evitar una dermatitis de contacto alérgico.
- Evitar frotar la piel mientras se limpia, y secarla con pequeños toques.
- Aplicar el hidratante preferiblemente para pieles atópicas, con la piel húmeda después del baño y tantas veces como sea necesario (1-2 veces al día).
Otras recomendaciones para mejorar la sintomatología:
- Evitar alimentos picantes, ácidos o bebidas alcohólicas.
- Evitar el estrés.
- Moderar el ejercicio físico y los baños o ambientes calientes.
- Utilizar ropa de algodón, y evitar las telas acrílicas, lanas o telas plastificadas. No abrigarse en exceso ni llevar ropa apretada.
- A la hora de lavar la ropa no se recomienda utilizar suavizantes que pueden obstruir los poros del tejido de algodón y, por tanto, evitar la transpiración.
- Evitar fumar dentro de casa, puesto que el humo puede irritar la piel.
- El sol puede mejorar la sintomatología, pero se debe tener mucha prudencia y fotoprotección.
- El frío calma el picor. Dejar el aerosol de agua termal o cremas en aerosol en la nevera y aplicarlas después.
- Evitar el rascado y llevar las uñas limpias y cortas.
- Evitar posibles alergenos ambientales: polvo, animales, plantas.
INFORMACIÓN DOCUMENTADA POR:
Dra. Paula Ribó, alergóloga del Hospital Clínic y miembro del grupo de Inmunoalergia respiratoria clínica y experimenta (IRCE) del IDIBAPS.