El estudio lo ha coordinado la Dra. Mala Maini, de la División de Infecciones e Inmunología del University College de Londres (UCL) y han participado investigadores del grupo de Hepatitis Víricas del Clínic-IDIBAPS y el CIBEREHD, encabezado por Xavier Forns, en colaboración con el equipo de Hemodinámica hepática del hospital.
Los leucocitos específicos de los tejidos juegan un papel clave en la configuración de la inmunidad local y se encargan de las respuestas frente una gran variedad de amenazas. Se sabe que cada tejido tiene una población de macrófagos adaptados para realizar tareas concretas según el órgano en el que se encuentran. La caracterización de cómo se adaptan estas células a diferentes lugares permitiría una manipulación personalizada de los leucocitos para optimizar la inmunovigilancia a la vez que se preserva la integridad de los órganos.
El hígado actúa como eje central de muchas vías metabólicas sistémicas y juega un papel clave como cortafuegos entre la sangre venosa portal del intestino y la circulación sistémica. Contiene la mayor población de macrófagos del cuerpo, conocidos como células de Kupffer (KCS), fácilmente reconocibles por su ubicación y morfología características. Estudios previos realizados en modelos animales han permitido conocer la longevidad y la reposición de tipos de células mieloides y linfoides en diferentes órganos, incluido el hígado. Conocer el tiempo de residencia de estas células en el hígado humano y su potencial de extinción o reposición es esencial para poder aprovecharlas en el campo de la inmunoterapia hepática.
En el estudio publicado en el JEM los autores han analizado la composición celular de los injertos hepáticos en los que no ha habido compatibilidad con respecto al antígeno de leucocitos humano (HLA) entre donante y receptor. Se ha observado una rápida repoblación por parte células del receptor, demostrando, además, que estas células pasan por una reprogramación parcial y adquieren características de residencia.
Sin embargo, también se demuestra la persistencia en el órgano trasplantado de células de linaje mieloide y linfoide procedentes del donante, incluso 10 años después del trasplante. Este conjunto residual de células del donante contiene células de Kupffer y células T de memoria residentes.
Una de las preguntas que se querían contestar en el estudio es si las células T residentes hepáticas abandonan el hígado y entran en la circulación periférica. Para ello se realizó cateterismo hepático en pacientes con cirrosis hepática. Se accedió a las venas hepáticas y se analizó la composición celular tanto en sangre obtenida con balón inflado (y por tanto enriquecido con células procedentes directamente de los sinusoides hepáticos-circulación portal) como desinflado (vena hepática). "En ningún caso fue posible detectar la presencia de células CD8 con características de residencia, confirmando que estas células no abandonan el parénquima hepático a través de la circulación sanguínea hepática", explica Sergio Rodríguez-Tajes, co-autor del estudio.
Los grupos participantes en el estudio colaboran activamente desde hace dos años. Actualmente, Sabela Lens, especialista de la Unidad de Hepatitis Víricas del Clínic e investigadora del grupo Hepatopatías víricas, tóxicas y metabólicas del IDIBAPS y del CIBEREHD, está realizando una estancia en el University College of London para adquirir conocimientos en el campo de la infección por el virus de la hepatitis B y su control inmune.
Referencia del estudio:
Longevity and replenishment of human liver-resident memory T cells and mononuclear phagocytes.
Pallett LJ, Burton AR, Amin OE, Rodriguez-Tajes S, Patel AA, Zakeri N, Jeffery-Smith A, Swadling L, Schmidt NM, Baiges A, Gander A, Yu D, Nasralla D, Froghi F, Iype S, Davidson BR, Thorburn D, Yona S, Forns X, Maini MK.
J Exp Med. 2020 Sep 7;217(9):e20200050. doi: 10.1084/jem.20200050.