En pacientes pediátricos y adultos jóvenes, el linfoma de Burkitt y el linfoma difuso de células B grandes (DLBCL, por sus siglas en inglés) son dos de los linfomas no-Hodgkin de células B más frecuentes y agresivos. Entre estos dos linfomas se ha identificado un espectro de tumores que comparten características de ambos tipos. No obstante, debido a la falta de estudios previos, las características genéticas y moleculares de este grupo intermedio no están bien definidas, lo cual representa una dificultad en el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad.
Ahora, un equipo del Clínic-IDIBAPS acaba de publicar en la revista Blood Cancer Journal un estudio detallado de este grupo intermedio. El trabajo ha permitido definir las características genéticas, moleculares y morfológicas gracias a análisis de última generación.
El estudio liderado por Itziar Salaverria, jefa del grupo de investigación en genética molecular de linfomas pediátricos del IDIBAPS, en colaboración con Olga Balagué del Hospital Clínic, ha definido por primera vez dos subgrupos dentro del espectro de linfomas situados entre el linfoma de Burkitt y el DLBCL: linfomas con alteraciones en el gen MYC y linfomas sin alteraciones en este gen.
Los casos incluidos en el primer grupo, aunque a veces puedan ser morfológicamente similares al DLBCL, presentan características genéticas y moleculares que los sitúan dentro del linfoma de Burkitt. Por otro lado, los linfomas sin reorganizaciones del gen MYC presentan rasgos moleculares que recuerdan a los DLBCL. Sin embargo, este segundo subgrupo representa una categoría mucho más heterogénea que debería seguir siendo caracterizada.
No se han encontrado diferencias en la supervivencia de los pacientes entre los dos subgrupos. No obstante, entre los linfomas con alteraciones de MYC se han identificado algunos casos con mutaciones en el gen TP53, que sí son indicativas de un peor pronóstico.
A menudo, en la clasificación de los linfomas no-Hodgkin de células B se extrapola lo que conocemos en adultos a los pacientes pediátricos; sin embargo, no siempre los mismos tipos de linfomas comparten las mismas características clínicas y biológicas. Por eso, se necesitan estudios centrados en la población pediátrica y en adultos jóvenes”, comenta Itziar Salaverria. Y añade: “en este estudio hemos logrado definir las características moleculares y morfológicas de este espectro intermedio específicamente en pacientes pediátricos, lo que nos ha permitido identificar biomarcadores que podrían ayudar tanto en el diagnóstico como en el pronóstico de la enfermedad.
Secuenciación de última generación para la clasificación de los linfomas
La técnica de diagnóstico más utilizada en la rutina para clasificar los linfomas no-Hodgkin de células B suele ser el FISH, que detecta alteraciones cromosómicas en las células tumorales mediante microscopía de fluorescencia. Sin embargo, en este estudio se ha observado que la técnica FISH no siempre detecta los reordenamientos del gen MYC que caracterizan los linfomas de Burkitt, lo cual podría llevar a clasificaciones erróneas basadas solo en la morfología.
Para la caracterización molecular y genética de los linfomas incluidos en este estudio, el equipo investigador ha utilizado técnicas de secuenciación de última generación (NGS) y estudios de expresión génica mediante NanoString, lo que ha permitido definir con mayor precisión y seguridad los subtipos de linfomas no-Hodgkin de células B.